Ana Hernández
Estas vivencias no son de un libro, son extraídas de las raíces del campo, del hombre que doblaba el lomo de sol a sol y solo sentía el calor abrasador, y no fue entonces hasta que llegó el Comandante que vio la luz de ese sol.
Ellas no las dijo mi guajiro padre como para darme instrucciones básicas de buena cubana o buena revolucionaria, son contadas con el corazón y la mano al lado izquierdo del pecho.
Nunca un padre le mentiría a una hija, mucho menos quien me sembró los valores y las convicciones a las que NUNCAAA renunciaría.
Cuando las rememoro, así como las cuento llegan a mi mente frases como, “Nacer en Cuba no es una suerte, sino un privilegio”.
¡! Y créanme ¡!, es una frase que la he oído a cubanos de cualquier edad, etnia, sexo, filiación religiosa o política.
Nací cuando la Revolución era una muchacha recién crecida, con ella di mis primeros pasos, mis padres, gente muy pobre de campo me mostraron bondades que llegaron con Fidel y los barbudos, porque de lo anterior solo habían recibido el analfabetismo, los despidos, los echados al camino real, las míseras pagas por jornadas interminables de labor fuerte.
Nunca mis viejos me enseñaron a decir ¡!VIVA Fidel!! o ¡!Viva la Revolución!!, ni mis maestros tampoco, y lo dije, lo repetí y lo repetiré montones de veces, los motivos sobran, pero tengo además la inigualable posibilidad de vivir en un país tan libre que, aunque nunca hubiese dado vítores a los líderes o al modelo económico-social que le puso fin a los oprobiosos años de colonia y neocolonia, nunca me hubieran perseguido, ni encerrado como desafecta a la Revolución.
Como millones de cubanos y cubanas, soy la hija de los días, de esos que amanece con el cantar del gallo y en medio de limitaciones objetivas y subjetivas abrimos los ojos y solo basta salir a caminar para que la solidaridad tienda su mano, de quien te puede brindar un buche de café, regalarte un dulce, o simplemente desearte de una acera a otra de la calle, el mejor de los días. ¿No es eso solidaridad humana entre nosotros? !!Infelices¡! De los que necesiten prebendas materiales para reconocer ese valor tan distintivo entre los de pura cepa cubana.
Un hecho abominable sufrió Cuba, cuando todavía era una niña: Manos terroristas pagadas por inescrupulosos, pusieron fin a la vida de 73 personas que regresaban desde Bárbados en un avión de Cubana, pues hicieron estallar una bomba en pleno vuelo…
Solo mencionar el hecho todavía me conmueve, en aquel entonces, año 1976, toda Cuba se levantó de indignación para expresar rechazo al mortífero crimen y se levantó también Cuba, viril y solidaria con los familiares de los muertos en el hecho terrorista, que segó la vida a deportistas, estudiantes y a la tripulación de la nave.
¿Somos o no somos solidarios entre nosotros?
Y volviendo a pasajes de niña, mis viejos me contaba que los casquitos de Batista cuando veían a alguien sospechoso, la mayoría de las veces lo conducían hasta la estación de policías y ahí después que con torturas lo dejaban casi muerto lo pateaban hacia la calle. Siempre papi terminaba con una frase: “Mija pero llegó el Comandante y mandó a parar, esos abusos ya se acabaron, hoy las personas si incurren en delitos son sancionadas, pero con garantías procesales, nada de eso que de por ser sospechoso ya vas para atrás de la reja, eso se acabó aquí”.
Así lo he visto en cada paso de la Revolución, el respeto a las diferencias en todos los sentidos, como muestra irrefutable de la tolerancia.
De aquellas anécdotas de los viejos, han pasado unos cuantos años, pero siempre se rememoran con especial apego y en cada nuevo aniversario de la Revolución, es reconfortable volver a ellas, porque un camino como este no puede verse, como algunos ladran que lo hacemos los revolucionarios. “Con fe ciega, obtusa, intolerante”, por el contrario y es lo más que les preocupa, lo vemos con optimismo y con deseos de cambiar lo que deba ser cambiado de acuerdo al momento histórico que vive la patria.
Pudieran estas, no ser instrucciones básicas para un buen cubano o revolucionario, pero lo que sí, sobre la base de la historia oprobiosa que le tocó vivir a Cuba, hoy con defectos y virtudes esta Revolución, próxima a cumplir 57 años, seguirá con el agradecimiento eterno para quienes la aman, y construyen, donde quiera que estén y para quienes la reprenden también las gracias, pues casi siempre que el perro ladra es porque siente delante suyo la cabalgadura.
No hay que andar detrás de las palabrerías oportunistas de cualquier extremista que se sienta rasgada su piel. (Tomado del blog de la autora)
Cuenta de la autora en Twitter: @Guajiritasoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario