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martes, 29 de marzo de 2016

Los Rolling Stones en la Cuba de 2016

Collage de fotos tomado de la cuenta
en Twitter de @RollingStones
Julio Martínez Molina

Durante la misma semana en que se registró la visita a la Isla del máximo poder político del universo, también pisó territorio nacional la expresión suprema mundial del rock en los últimos 45 años, para efectuar un super concierto gratis en la capital cubana. ¡Wow! Quien pensó el domingo, tras la llegada de Obama, que estaba soñando, creería este 25 de marzo de 2016 que aún no despertaba del sueño, cuando veía tocar a la mítica banda británica.
El recital habanero del viernes supuso el punto culminante, al día de hoy, de la avalancha en la arribazón de celebridades internacionales producida luego del 17
de diciembre de 2014, inicio del proceso de normalización de las relaciones con Estados Unidos, como parte de eso que algunos llaman el “boom” Cuba y yo prefiero identificar con orgullo como la poderosa atracción despertada por un país maravilloso, de una historia increíble llena de héroes y heroicidades que nunca debemos olvidar, el cual no se había retirado, sino había sido retirado del itinerario artístico mundial de manera arbitraria, por el poder hegemónico.
Es The Rolling Stones la quintaesencia del género, el culmen de su proyección comercial, los únicos que a escala mayor están ahí, siguen ahí, desde la época de The Beatles. Aunque automáticos, tautológicos y mordiéndose su propia cola creativa durante sus últimos discos y presentaciones mundiales, hay una historia grandiosa de trabajo continuado en estos “ancianos del rock”, quienes nunca dejaron de crear (y es su mayor acierto), pese a las muchas tremolinas que afectaron sus vidas individuales y la existencia del grupo; pese al alcohol, drogas, broncas, las miles de mujeres, las malísimas noches y el implacable tiempo que con ellos sin embargo ha sido benigno. Dicen las malas lenguas que a consecuencia de un pacto con el diablo de “Sus Satánicas Majestades”.
Chanza aparte, llegar a tan sanctas edades con su condición y energía, en especial las del líder, Mick Jagger, es resultado igual de la constante ejercitación; sin soslayar el regalo de la Naturaleza, que a veces ofrenda estos raros premios. Adam Levine, frontman de Maroon 5, le tributó a este señor un video clip que lo clava: Moves like Jagger. Pero el vocalista de The Rolling Stones representa —amén de referente de movilidad, vivacidad y dominio de la escena—, ícono, hito, paradigma del arte en tanto proyecto ininterrumpido de vida.
Es extraordinariamente importante que los Stones hayan actuado en Cuba, desde mi personal punto de vista menos por el espectáculo en sí mismo (apoteósico), que por el poder de imantación que su visita tendrá en el resto del circuito universal de la industria discográfica del mainstream. Desde la madrugada del sábado, cuando se desmanteló la carpa donde realizaron su inédito show, ya todo es posible.


Cuba, en proceso total de apertura al mundo, quizás en un plano cercano pueda integrarse al mercado universal de la música. Claro está, solo a partir de la premisa insoslayable de la eliminación total del bloqueo norteamericano. Entonces, a lo mejor, ya no miraremos con la boca ensalivada cómo Bruce Springteen actúa en Buenos Aires y Adele en Barcelona, sino también en Camagüey; e integraremos la geografía de los tours y las giras mundiales de los grandes monstruos del espectáculo, territorio vedado hasta la actualidad. Probablemente, y hagamos votos porque así sea, en un escenario próximo podremos pagar de nuestro bolsillo la entrada a esos conciertos, porque ninguno de ellos actúa gratis y lo de los Stones el viernes fue otra cosa, sabemos.
En ese hipotético mañana, con independencia de las distintas calidades y los conceptos ideoestéticos manejados por las agrupaciones a advenir al escenario insular, habría una consustancial mayor apertura hacia otras plataformas sonoras y géneros de los entronizados a registro comercial y popular (no institucional) en Cuba ahora. Ello, de conjunto con una necesaria expansión de la industria del fonograma, pondría en posibilidades al receptor nacional de establecer contacto con las producciones de un mercado mundial donde, más allá de la paja dominante, hay también muy buen grano.
Les mostraría a nuestros niños y jóvenes que, además de esa gran música cubana actual que no conocen, o solo a medias (por los precios, la comercialización y la desactualización de los discos; por no aparecer en el paquete semanal; por capricho de ignorantes o malintencionados que la ocultan a medro de esa “chacalización” de la cual habla bien el ahora a la venta No. 91 de La calle del medio), existe “afuera” algo más allá del mal reguetón y su racismo, violencia, odio fratricida y humillación a la mujer. Díselo, Jagger.

4 comentarios:

  1. Genial artículo!! Sencillamente genial!!

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  2. Aunque no debemos olvidar que estos fueron en su tiempo, los paradigmas de la contracultura que potenciaron los titiriteros imperiales, en su afán por descontextualizar la realidad en la que se vive. Bueno... Allá lo que cayeron.

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  3. Gracias Marcos por tu responsable opinión. Le acabo de comentar por teléfono al autor para que también vea el tuyo: https://lastorresdemarcos.wordpress.com/2016/03/29/a-ver-vamos-por-partes-therollingstonesencuba-cubaus-cuba-tenemosmemoria/ y opine.

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  4. Yo creo que la visita fue buena a pesar de que la llevaron muy alta calificandola y obviando otros sucesos culturales como el Concierto por la Paz

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