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miércoles, 20 de abril de 2016

Destellos

David Brooks

Más de 800 personas fueron arrestadas por actos de desobediencia civil en el Capitolio, en Washington, la semana pasada, durante cinco días de protestas como parte de una iniciativa llamada Primavera democrática (Democracy Spring), que afirma que las elecciones estadounidenses han sido corrompidas por el gran dinero de intereses especiales financiados por multimillonarios y por leyes que limitan o suprimen el voto.
“Hoy nuestra democracia está en crisis. Las elecciones estadounidenses están dominadas por multimillonarios e intereses del gran dinero… mientras casi la mitad de los estados de la unión han promulgado leyes nuevas para descalificar a votantes comunes, especialmente a las personas de color y a los pobres.
Esta corrupción viola el principio básico de la democracia estadunidense: una persona, un voto”, afirma la iniciativa. Decenas de organizaciones –desde sindicatos, ambientalistas, derechos civiles y religiosos– respaldaron las acciones, en las que participaron actores como Kathleen Turner y Rosario Dawson, legisladores federales como Raul Grijalva, el gran comentarista y líder popular Jim Hightower, la legendaria lideresa del UFW Dolores Huerta y activistas de 33 estados del país.
Por otro lado, unos 27 mil se congregaron en Washington Square la semana pasada para escuchar al precandidato demócrata –y socialista democrático– Bernie Sanders (superando la cifra establecida por Obama en el mismo sitio en 2007). Al presentarlo, el actor Tim Robbins insistió en que se tiene que luchar contra los políticos de la cúpula y los grandes medios que afirman que Sanders es demasiado idealista y poco pragmático en sus propuestas, y aseguró: ellos tienen un gran problema: no se han dado cuenta de que los tiempos han cambiado, y ya estamos hartos de aceptar lo que nos dicen que tenemos que aceptar, de ceder nuestros ideales. Agregó: ya no queremos ser entrampados con la disfunción del pasado. Apremió a apoyar a Sanders no sólo por su oposición a las guerras, al fracking, a los acuerdos de libre comercio, sino por su apoyo a los trabajadores, a los pobres, a los gays y otras minorías, y por ser el único candidato con una línea moral básica; eso es lo radical. Añadió: “este es el momento para un idealismo desenfrenado… es tiempo de soñar”.
Ahí estaban agremiados de los sindicatos de telefonistas, de transporte público de Nueva York, enfermeras, maestros. Ahí estaban algunos de los veteranos de las luchas por los derechos civiles de los gays, pero sobre todo estaba una amplia gama del futuro: los jóvenes. Ahí se conocieron estudiantes y sindicalistas, ahí hubo encuentros entre diversos movimientos, desde veteranos de guerra de Vietnam e Irak hasta veteranos de las luchas altermundistas, los defensores de inmigrantes, los veteranos aún jóvenes de Ocupa Wall Street y, como siempre, son estas posibles alianzas lo que sigue preocupando, e incluso llega a hacer temblar, a las cúpulas de ambos partidos y a la económica.
Hubo decenas de miles más en otros actos de campaña en espacios públicos en los últimos días en el estado de Nueva York (vale señalar que su contrincante Hillary Clinton no ha convocado a actos masivos públicos aquí) con la misma reacción al mensaje de Sanders: el 1 por ciento más rico ha tomado en rehenes a la democracia y la economía estadunidense, y se requiere de una revolución política para rescatar al país. En cada una, la ira mezclada con la esperanza de los jóvenes ofreció un viento de posible optimismo para el futuro, gane o no gane el mensajero. Son destellos de un cambio.
A lo largo y ancho del país, trabajadores –sobre todo en la rama de comida rápida y otros empleos de salario mínimo– realizaron actos de protesta la semana pasada en más de 300 ciudades con la exigencia de incrementar el salario mínimo federal a 15 dólares/hora y el derecho a la sindicalización. En la acción más grande de este esfuerzo hasta la fecha, la campaña Lucha por $15 ha generado cada vez más solidaridad entre trabajadores de las cadenas de comida rápida, los de Walmart, junto con trabajadores domésticos y de la rama de servicios de salud, entre otros. Este esfuerzo ya ha logrado notables triunfos después de que California y Nueva York se convirtieron en los primeros estados en promulgar un proceso para fijar un salario mínimo de 15 dólares en fases en los próximos años, mientras decenas de ciudades ya han establecido ese nuevo piso.
En una de las huelgas más grandes en años, 40 mil trabajadores del sindicato de telefonistas CWA y del de electricistas IBEW estallaron en huelga contra la megaempresa de telecomunicaciones Verizon el pasado miércoles, en resistencia a demandas de la empresa de reducción de salarios, anular la seguridad en el empleo, y reducción de prestaciones y costos de seguros de salud, esto a pesar de que la empresa acaba de incrementar los salarios de sus ejecutivos millonarios y que ha generado casi 40 mil millones de dólares en ganancias desde 2012.
Vale registrar que a pesar de toda la atención sobre Donald Trump, la gran mayoría de este país lo rechaza. Según un sondeo de AP/GfK, siete de cada 10 estadounidenses tienen una percepción desfavorable del bufón peligroso y la percepción negativa del precandidato presidencial republicano se está incrementando. A la vez, su competencia tampoco goza de gran cariño: 59 por ciento de los adultos tienen una opinión negativa del precandidato republicano Ted Cruz, y 55 por ciento no quiere a Clinton.
O sea, defensas de la democracia frente a las fuerzas oligárquicas, una campaña electoral inesperada que sirve de puerta a la expresión de antiguos gritos por justicia junto con la ira y anhelos de nuevas generaciones que deploran las condiciones políticas, económicas y sociales que están heredando, y la continuación de aquellas luchas (que antes se llamaban luchas de clase) por condiciones y trabajos dignos, y mayorías reprueban lo que ofrece la cúpula como opciones para representarlos en la cima política… son algunos destellos de lo que podría estar amaneciendo en este país. (Tomado de La Jornada)

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