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lunes, 7 de noviembre de 2016

Los “cubarauis”

Vinieron a Cuba a estudiar, muchos de ellos casi niños
aún. Y por aprender, se empaparon hasta con nuestras
costumbres, entre ellas el amor por el béisbol.
Foto: Tomada del muro en Facebook de Baba Sidi.
Koldo Campos Sagaseta

En medio del desierto, Gonzo, periodista de El Intermedio, entrevistaba a una niña saharaui de alrededor de 12 años de un campo de refugiados. Cuando Gonzo le preguntó sí le gustaría estudiar, la niña sonriendo respondió: “Sí, en Cuba”.
¿Una niña saharaui que quiere estudiar en Cuba? Supongo que a muchos les pueda resultar insólita la respuesta de la niña. Cualquiera se sorprendería si, por ejemplo, un niño esquimal ante la misma pregunta respondiera que quiere estudiar en Azkoitia. ¿En Cuba? Suponiendo que en los campos de refugiados tuvieran televisión ¿no le atraería más a esa niña el Estado español, Francia, Europa...? ¿Por qué no Estados Unidos, ese país en el que todos los sueños se hacen realidad?
¿Por qué no Japón, la patria de Doraemón? ¿Acaso cuentan en los campos de refugiados saharauis con agencias de viajes que promocionen cruceros por el Caribe y Cuba disponga de las mejores ofertas? ¿Ha sido a través de Internet que esa niña saharaui ha encontrado más ventajas en el sistema educativo cubano que en el de cualquier país árabe mucho más próximo a su campo de refugiados? ¿Por qué Cuba?
Al periodista de La Sexta, al parecer, no le sorprendió la respuesta de la niña y su insistencia en estudiar en Cuba cuando poco más tarde aludió de nuevo al tema. A ello, supongo, se debió que no aclarase nada, como parecía obligado, que no hiciera referencia alguna a que desde hace más de 30 años en Cuba se han formado como profesionales, se siguen formando, miles de jóvenes saharauis que hoy son médicos, ingenieros, profesionales, trabajando en los campos de refugiados en los que se ha confinado a su pueblo a la espera de que Naciones Unidas cumpla sus compromisos; miles de jóvenes saharauis que han encontrado en Cuba la mano amiga que les han negado nuestros progresistas y demócratas países cuyo interés por la causa saharaui nunca va a poder competir con sus lucrativos negocios con Marruecos. Y además, como bien dejara claro el actual presidente del gobierno español el único día que pasó por su cabeza el concepto “solidaridad” ¿solidaridad a cambio de qué? Años antes de que disfrutara de una lujosa mansión playera próxima a la del rey magrebí, otro presidente español, Felipe González, ya les había cerrado la puerta a los saharauis. Y antes de ello, otro gobierno español entretenido en una modélica transición, incumplió todos los compromisos asumidos y palabras empeñadas vendiendo a precio de vaca muerta, saharauis incluidos, la que fuera su colonia a Mauritania y Marruecos.
Al otro lado del mundo, una minúscula nación bloqueada que luchaba por sobrevivir, se permitía el lujo de seguir aplicando un principio humanista, también comunista, incluso cristiano, el de la solidaridad internacional, y acogía, lo sigue haciendo, a esos miles de jóvenes saharauis a los que en la República Arabe Saharaui se conoce como los “cubarauis” el único acento, por cierto, de la lengua española que queda en el Sahara.
(Euskal presoak-euskal herrira)

- Tomado del blog del autor

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