Alberto Buitre*
Vestido con traje militar, el de la guerra, ataviado como General de Ejército y no como presidente, así dio Raúl Castro su alocución conjunta a Barack Obama en el relanzamiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba.
No fue con guayabera como a veces lo hace ante la Asamblea Nacional; ni de traje y corbata como en recepciones internacionales. Ahí hablaba Raúl bajo las cuatro estrellas y el laurel, en plan de defensa y contraataque. El mensaje era claro. Cuba abría una nueva época con Washington, sin renunciar a su carácter de combate.
Muchos de los titulares de la prensa mundial al día siguiente exponían: “El fin de la guerra fría”. Sin embargo, un amigo mío, miembro del Estado cubano, me alertaba: “No veo ninguna guerra fría, se viene una guerra caliente, más caliente que nunca”. Quizá esto revela el fondo de la situación. La normalización no incluye deponer las armas.
La estrategia de Estados Unidos apuntaría a abrir relaciones con Cuba para infiltrar sus capitales. Es claro que, de aún tener Washington condiciones hegemónicas sobre el mundo, prevalecería en su posición intransigente frente a Cuba (http://tmblr.co/ZtWkux1YJ-cDF). Fortalecería el Bloqueo, y aún más, profundizaría en la estrategia de sabotaje interno.
Pero la reapertura de las relaciones entre ambos países tiene implicaciones más allá de Washington. La posibilidad de que en Cuba fluyan capitales estadounidenses atañe a intereses del comercio internacional que antes no podían hacer negocios en la isla debido al bloqueo de cuentas bancarias, aranceles excesivos y, básicamente, la inclusión de empresas y empresarios en la ignominiosa lista de patrocinadores del terrorismo, por el simple hecho de intentar invertir en la isla.
En ese sentido no cesan las declaraciones del lobby anti cubano en Estados Unidos, liderado por el senador republicano Marco Rubio y la legisladora Ileana Ros Lehtinen, que afirman que negociar con Cuba es apoyar a un “gobierno dictatorial”; tanto que, el propio Rubio ha anunciado que hará “todo lo posible” por sabotear la normalización de las relaciones entre La Habana y la Casa Blanca.
No me sorprende que esta posición es equidistante con elementos de la izquierda internacional que ven con preocupación el acercamiento entre Cuba y EEUU. Que el imperio no varía su carácter contrarrevolucionario; que la Revolución cubana debe mirarse en el espejo de la URSS. Esto a propósito de las recientes actualizaciones de la economía de la isla que ya permiten, por ejemplo, los negocios privados. Fue eso lo que originó la debacle del campo socialista en Europa. La apertura de relaciones mercantiles que permitió la creación de agentes golpistas.
Previo al anuncio, pregunté al Embajador cubano en México y ex jefe de la oficina de intereses de La Habana en Washington, Dagoberto Rodríguez Barrera, sobre si las actuales reformas económicas en Cuba representan un peligro contrarrevolucionario frente ala inminente generación de burguesía (http://tmblr.co/ZtWkuxmejE40). El canciller respondió:
"En todos estos años de Revolución, hemos estado siempre sometidos a un bagaje de críticas. En unas ocasiones ‘porque no hacen’ y otras ‘por qué hacen’. Entonces estamos acostumbrados a eso. Nosotros los cubanos estamos muy convencidos de lo que estamos haciendo, y estamos convencidos que lo que estamos haciendo es para reforzar nuestro proyecto socialista".
Sin embargo, acotó: “Y por supuesto que en cualquier programa de transformación siempre puede haber efectos colaterales. “, subrayando al mismo tiempo que dicho proceso no es idea de “tres teóricos” sino un´conjunto de decisiones tomadas de la mano del pueblo: “Yo creo que esa es la mejor garantía para que el proceso que hemos defendido durante tantos años se consolide. No tengo la menor duda de que así va a ser.”
Eso lo decidirá el tiempo. Aún es muy temprano para verter ágoras sobre la Revolución Cubana. Que si Cuba ha bajado la guardia, preocupa. O es que quizá lo entendimos al revés ¿Estados Unidos depuso la guerra? No. Ni una ni otra. Son viejos rivales en un juego de ajedrez en el cual somos espectadores tardíos. Su lógica escapa a los manuales. Juzgar anticipadamente es el peor error que podemos cometer.
Pienso en los cinco héroes cubanos -Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Gerardo Hernández, René González y Fernando González-, presos ilegítimamente en cárceles de Estados Unidos durante 16 años, sometidos a juicios bajo el peso de la corrupción política del régimen capitalista, el odio de la mafia de Miami, traicionados por las agencias de Washington cuando se intentaban frenar ataques contra civiles cubanos y estadounidenses (http://tmblr.co/ZtWkux1Qb3Onh), víctimas del mismo sistema fallido que liberó al asesino del joven afro Michael Brown. ¿Es tan fácil volver y, sobre esa base entregarse al enemigo por simple y llana buena voluntad diplomática?
Vuelvo al uniforme de Raúl Castro. No, la guerra fría no ha terminado porque nunca fue fría, pero siempre fue guerra. Han sido 52 años de tensiones inacabadas que hoy abren una nueva era. Ni más, ni menos que eso. Un nuevo esfuerzo de dos barcos, dos tripulaciones, que comparten ruta pero tienen brújulas distintas. Nadie puede dar por cierto el destino. (Tomado del blog Oficio Rojo)
(*) Periodista, escritor y blogger. Premio Nacional de Periodismo ONU-DH México.
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