Analistas coinciden en calificar las Primarias de la oposición del pasado domingo en Venezuela como el peor descalabro electoral en la historia del país. |
El ingenio y la picardía del margariteño es ampliamente conocido y reconocido allende la región insular. El pasado domingo a propósito de las elecciones primarias de los desafectos al gobierno, pude escuchar en el mercado de Los Cocos a unos contertulios celebrando una de sus genialidades.
Para no comprometer a los parroquianos en cuestión, merced que con sus solos nombres de pila serían fáciles de identificar, los citaré como Juan, Pedro y José.
Decía el primero que a su casa de Cerro Colorado llegó uno de los aspirantes a las primarias entregándole un tríptico con su foto, tipo casting, con sus ofertas a cumplir en caso de ser abanderado por el circuito electoral correspondiente.
Juancito recibió al precandidato primario, más no primerizo, y le ofreció una silla de mimbre para que el fugaz visitante se sentara. Este se excuso, diciéndole que tenía que recorrer todo el sector de Los Cocos.
¿Cómo está el bolsillo?, pregunto el político.
- Roto, respondió Juan, con el torso desprovisto de su acostumbrada franela, roída, pero que aguantaría varias “posturas” más.
El recién llegado se metió la mano en el bolsillo derecho del pantalón. Juan interiormente se emocionó, pero sin mostrarle ambición alguna al dadivoso político. Quinientos bolos fueron a parar a manos de Juan, no sin antes ofrecer su palabra que bien temprano iría a la escuela del populoso barrio a sufragar. O a retribuir el pago que por adelantado le acababan de hacer.
Juan, un pescador orillero, con más tiempo en el bar, al lado del mercado de Los Cocos que en la playa, se entrevistó con un dirigente del barrio pero de corriente distinta al que lo visitó, para averiguar cuándo iría su candidato por el sector.”Mañana a las nueve viene Fulano de tal”.
Con este dato, Juancito se programó para ese día no salir de su casa hasta que no llegara el otro aspirante.
Y efectivamente, tal cual le habían dicho, se apareció Fulano de tal acompañado de una multitud de nueve personas, incluyendo al dirigente vecinal.
El aspirante a pre diputado le puso sus dos manos en los hombros a Juancito, a la vez que le preguntaba por los muchachos, la señora y resto de la familia.
-Doctor, tuve que mandarlos a casa de la familia de mi mujer Carmen porque la vaina está jodía en el rancho. No tenemos nada que comer. Si usted me podría ayudar se lo agradecería por siempre. Ayer vino el otro candidato y le cerré la puerta y le dije ¡aquí no carajo!
Los ojos le brillaban al político cuando escuchó el relato de Juancito. Le hizo una seña a su asistente, lejos de las miradas de los curiosos y le dijo que le entregara un dinero con la mayor discrecionalidad al pobre hombre.
Tan pronto el candidato, o pre, prosiguió su campaña, Juancito ya en solitario empezó a contar los billetes, sumando quince marrones, mil quinientos bolos.
De repente escucha que tocan fuerte en la puerta. Es el asistente del político, quien le entrega una orden para ir al comando de campaña a retirar dos bolsas de comida. ¡Bingo!, Juancito la pego del techo, se dijo.
Por fin le cedió la palabra a Pedro, quien sólo atinó a decir.
“Por la calle Los Muchachos (también en Los Cocos) pasaron tres candidatos y apenas pude 'martillarlos' con trescientos bolos. Ahora te toca Juan pagar las cervezas, porque estás buchúo”.
José, agarrando barro flojo, le dijo al cantinero “Julián, tres más que paga Juancito”.
El vivaracho de Juancito dejó embarcado ese domingo 17 a los dos pre candidatos a diputados para ir a bebérselos en el bar del mercado.
arcadiomillan@gmail.com
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