Pascual Serrano
La muerte de Fidel Castro ha traído sobre la mesa, por enésima vez, la discusión sobre si Cuba es una democracia y si se respetan los derechos humanos. Largo debate, que nos debería servir para reflexionar sobre nuestros conceptos de democracia, derechos humanos y libertades.
La primera consideración es que no existe la democracia perfecta, ni el país en el que se garanticen totalmente los derechos humanos, por tanto, es necesario posicionarse respecto a un modelo comparándolo con otro. No vale considerarlo válido o rechazarlo a priori.
¿Es más democrático un país en el que los niños mueren más fácilmente de enfermedades curables que otro en el que no mueren gracias a la asistencia de su sanidad pública? ¿Son legítimamente válidos los elegidos en unas elecciones en las que no participaron más de la mitad de los electores y los jueces sentenciaron que las campañas electorales se financiaron ilegalmente?
Sigamos con las preguntas. ¿Es democrático un sistema político en el que puedes votar a tus representantes pero no tienes garantizada alimentación, vivienda o trabajo? En el caso de que pienses que sí, ¿qué crees que preferirían los ciudadanos, tener asegurada alimentación, vivienda y trabajo o votar? Estoy de acuerdo, lo mejor es tener ambas cosas, pero ni nosotros ni los cubanos tenemos ambas cosas.
Vayamos a los derechos humanos. Si uno repasa el informe anual de Amnistía Internacional, en todos los países hay violaciones de derechos humanos. No existe ninguna nación en la que, en algún momento, a un opositor no le hayan dado una paliza en una comisaría. Lo único que podemos hacer es observar dónde hay más manifestantes disueltos a palos o más opositores asesinados.
Estaremos de acuerdo en que imágenes de la policía española reprimiendo movilizaciones pacíficas las hemos visto a decenas, y sindicalistas, ecologistas o defensores de derechos humanos asesinados están a la orden del día en países como México, Colombia u Honduras.
Ahora veamos las libertades. Mi primera reflexión es que una libertad o un derecho que necesita dinero ya no es libertad ni derecho. Los analistas y políticos neoliberales no dejan de hablar de libertades del tipo de elegir colegio, elegir sanidad o libertad de movimientos...
Pero si necesito algún dinero para que mi hijo vaya a un determinado colegio, para que me atiendan en un determinado hospital o para desplazarme a un determinado lugar, no se trata de libertad, porque no puedo hacerlo si no dispongo de ese dinero. Es lo que sucede en Estados Unidos o nuestros países europeos, siempre presentados como ejemplo de libertad.
Si para expresarme en la primera página del periódico necesito pagar un espacio publicitario como hace una empresa de coches o un partido político en campaña electoral, no es libertad de expresión. Y si previamente no se ha enseñado a los ciudadanos a leer y a escribir no se puede decir que está garantizada la libertad de expresión.
No nos engañemos, ni dejemos que nos engañen. Muy pocos de los que critican o dicen desear mejoras o transiciones en Cuba están preocupados por la democracia, los derechos humanos o las libertades. En Cuba no vemos imágenes de policías disolviendo manifestaciones ni disparando o golpeando a un detenido.
Cuba fue el primer país libre de analfabetismo, primera condición para poder hablar de libertad de expresión. Lo que les fastidia es que existe un país, un sistema (claro, para ellos es régimen) y un líder político recientemente fallecido, para quienes es más importante que todos los niños tengan garantizada la leche, a la libertad de que un millonario pueda pagarse una comida de 500 euros en un restaurante; que es más importante que todos los cubanos tengan un trabajo por humilde que sea, a que un cubano pueda explotar y enriquecerse con el trabajo de otro cubano; que los funcionarios que salgan de su país lo hagan para enseñar o curar en países pobres y no para invadir y bombardear.
Sí, es verdad, en Cuba no hay totalmente democracia ni se garantizan absolutamente los derechos humanos. Pero si el mundo fuese como Cuba, sería más democrático y se respetarían más los derechos humanos. (Tomado de CubaInformación)
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