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miércoles, 21 de mayo de 2014

Central Electronuclear de Juraguá, un sueño postergado (+ Audio, Vídeo y Galería de fotos)

Zulariam Pérez Martí, Magalys Chaviano Álvarez y Héctor R. Castillo Toledo

A finales de la década de los 70 comenzaron los trabajos de movimiento de tierra al suroeste de la ciudad de Cienfuegos. Allí se erigiría una Central Electronuclear (CEN), la mayor obra industrial por acometer en Cuba durante el siglo XX.
Tal proyecto incrementaría sensiblemente la potencia eléctrica instalada de la nación, con la incorporación de 880 MW, 440 cada reactor del tipo VVER, en su primera fase, al tiempo que constituiría la materialización del aumento de capacidades energéticas mediante fuentes renovables que contribuirían al ahorro de petróleo.
“En 1972, cuando las máximas instancias de Gobierno de Cuba y la Unión Soviética acordaron el inicio de una cooperación para la introducción de la energética nuclear en Cuba, se abría una oportunidad no solo ventajosa para nosotros, sino también para la industria nuclear soviética: desarrollar y perfeccionar su tecnología en un país con condiciones muy diferentes al ámbito europeo, lo que le permitiría —como sucedió realmente— ampliar sus mercados de exportación a otras regiones. En ese contexto de ventajas mutuas para ambas naciones, comenzaron los pasos para la construcción de la CEN de Juraguá”, señalaba Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución, en declaraciones a la prensa de aquellos años.

Ya en 1983 los trabajos de construcción y montaje alcanzaron un alto ritmo, incluso fue la época donde podía numerarse casi 12 mil trabajadores, en su mayoría jóvenes. El Contingente Nuclear Lenin, de la Empresa Constructora de Obras Industriales (ECOI No. 6), sería el encargado de materializar los diseños, las ejecuciones… y bajo la égida de los soviéticos marcarían pautas en cuanto a calidad en la Isla.
Distinguida por regímenes de control de la calidad de todos sus procesos, en la construcción de la Central Electronuclear se empleó en exclusiva el cemento P-450, de fraguado ultrarrápido, certificado en los laboratorios del banching plant, en los que se tomaban y analizaban muestras del hormigón elaborado. Mientras, en los talleres de conformación de metales, se medía la calidad del acero y mediante técnicas de defectoscopía se evaluaba la solidez y consistencia de las soldaduras.
En igual medida se observó la profesionalidad en la preparación del personal que trabajaría en la explotación de la CEN, con entrenamientos en simuladores rusos, ucranianos y de la antigua Checoslovaquia, donde a la par recibían los conocimientos de computación, idiomas y formación general. De tal modo, cualquier alusión sobre posibles errores, serían infundados, quizá en el temor de algunos a una rama desconocida de la ciencia o a malintencionadas interpretaciones de génesis política.



Al decir de los especialistas e ingenieros nucleares, el sistema de seguridad estaba previsto para un accionamiento triple en caso de una falla. Ese diseño requería de un grupo de instalaciones complementarias técnico-materiales, las cuales se realizaron en medio de un tenso programa de inversiones. En su momento representó un alto por ciento del plan nacional para el quinquenio en el cual se enmarcaba el proyecto, al tiempo que duplicada todo lo ejecutado en materia de inversiones por la provincia en los cinco años anteriores.
Quienes laboraban allí fueron vanguardia, élite en el plano profesional, y muchos, partieron de la superación adquirida no sólo en la antigua URSS, sino en América Latina. Cuba iba a ser la cuarta nación de la región en montar una Central Electronuclear, antes ya lo había potenciado México, Argentina y Brasil.
Hasta principios de los 90 el Bloque 1 de la CEN -en la cual estaba previsto construir cuatro-, presentaba la situación siguiente:
  • Terminado el 90 por ciento de la construcción civil;
  • Concluídos en más de un 95 por ciento los objetos auxiliares, y algunos en condiciones de puesta en marcha;
  • Se vertieron más de 350 mil metros cúbicos de hormigón;
  • En la obra están instaladas unas 7 mil toneladas de equipos y cerca de 3 mil toneladas de tuberías tecnológicas; y
  • Se contaba con el 80 por ciento de los suministros para su puesta en marcha.
"Se han invertido más de mil 100 millones de dólares, y construido una ciudad con más de 2 mil viviendas, una base industrial de apoyo a la construcción de la CEN, carreteras, líneas de ferrocarril, un politécnico, un puerto para grandes pesos y el resto de las obras demandadas para la infraestructura técnica y de servicios de esa obra colosal”, enfatizó en discurso el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por el aniversario XXXV del levantamiento de Cienfuegos, el 5 de septiembre de 1992.
La insostenibilidad de una obra como esa, la cual demandaba un desarrollo tecnológico de primer mundo, además de las presiones externas provenientes de Estados Unidos, el derrumbe del campo socialista y otras razones de índole objetiva dieron al traste con la continuidad de la CEN.
“Duele mucho verla prácticamente abandonada y como todo lo invertido se ha perdido. Muchos se alegran de eso, principalmente nuestros enemigos y algunos de dentro que piensan que somos tan incapaces e irresponsables de operar una instalación de esta naturaleza. Después del desastre de Chernobil se nos obligó a revisar todos nuestros protocolos y se nos presionó para que renunciáramos a construirla. Quien lo logró fue el colapso de la URSS y el llamado Período Especial con su crisis económica. Ahora aquello es solo una ruina, mas tengo entendido que existe una empresa allí, muchos se reorientaron”, diría una traductora de ruso que con el tiempo se convirtió en periodista.
Aquel 2 de septiembre de 1992 quedó paralizada temporalmente la construcción de la mayor obra industrial que se acometería en Cuba durante el siglo XX. Tanto en el 95 como en el 97 hubo interés de firmas alemanas e italianas por invertir en el sistema de mando y protección del primer reactor construido, mas todo quedo en intentos.
La Central Electronuclear de Juraguá, sometida a un nivel detallado de conservación (proceso al cual la Unión Soviética aportó 30 millones de dólares), cerraba sus puertas y retaba a cubanos, rusos, búlgaros, ucranianos, kazajos… a reorientarse, a saltar un muro que se convirtió en eterno.

SUBUTILIZADOS QUIZÁS, PERO NO FRUSTRADOS

Ingeniero Leonardo Campos.
Para Leonardo Campo Avella, ingeniero termoenergético, la Central Electronuclear (CEN) ha sido su campo de acción en materia de labor profesional. No sólo vivió la euforia de los años 80 cuando se levantó el primer reactor, sino la decadencia de una obra que se dio el lujo de gastar cifras millonarias cuando estas podían haber satisfecho otras necesidades de la sociedad cubana.
Lleva 32 años atrapado en las redes de ese gigantesco proyecto. Y ha sentido el silencio, las olas que ya no chocan, incluso, vio como la hilera de camiones cargados de constructores desapareció en el tiempo, mas habla de prosperidad.
“El proceso de captación para laborar a la CEN fue selectivo. Yo empecé en el año 1982 como ingeniero termoenergético. Mis expectativas era formar parte de esa gran obra que sería nueva para el país, aquí se iba a producir casi el 40 por ciento de la energía necesitada en la Isla. Además con un sistema de gestión de la calidad diferente, y un sistema de trabajo que no se acercaba a lo existente en otros entornos.
“En la planta nuclear siempre se registran los hechos, tanto técnicos como organizativos. Ese método lo aprendimos todos lo que ejercimos acá.  Yo hubiese querido participar en la arrancada de este proyecto. Pero no me siento frustrado, pues supimos conjuntamente con algunos colegas armar la Empresa de Servicios Técnicos y Especializados de Cienfuegos, resultado de ese reordenamiento laboral que inevitablemente tuvimos que hacer en el 2000 cuando el Ministerio decidió repartir los recursos disponibles aquí a las demás empresas nacionales…,  y cuando le hablo de ello también le digo que se entregaron los trabajadores a la economía cubana”, relata Campo Avella, quien llegó a desempeñarse como vicedirector del Departamento de Mantenimiento en la CEN.



No menos chocante fue el cierre de la magna obra para otros colegas que reinventaron sus modos de actuar profesionalmente, sin abandonar la Ciudad Nuclear, pues allí armaron sus historias. En hospitales, termoeléctricas, laboratorios, escuelas, tabaquerías… encontraron empleos, donde según directivos encuestados son reconocidos por la calidad de sus prestaciones.
Ingeniera Alia Sakipova.
La vida siguió su curso inexorable para cubanos, ucranianos, búlgaros, rusos..., y aún cuando el sueño de la energía nuclear permanece latiente para ellos, lograron saltar, pues la coyuntura histórica no les dejó otra alternativa.

Tal es el caso de la kazaja Alia Sakipova, ingeniera hidrogeóloga, quien cuenta cómo tuvo que reorientarse a las labores de Metrología y pasar a gestión de la calidad. Desde 1985 llegó a Cienfuegos y aquí sembró su historia, construyó un hogar, y dice tener que volver a los libros si vuelve a emplearse en una Central Electronuclear.



EN LA ÚLTIMA ESTACIÓN…

La sentencia había sido clara. Y con el tiempo las edificaciones se convirtieron en silencio, en profundos surcos que ya no tenían fertilidad alguna. El 2000 llegaba entonces para sacudir los restos de una CEN que envejecía por la soledad.
“El Ministerio de la Industria Básica dicta una Resolución para comercializar en el país los insumos almacenados, entre los que se encontraban válvulas, bombas, tuberías especiales, sistemas de ventilación… Todos los días llegaban equipos pesados de transporte, a cargar la última voluntad de lo que un día fuera el sueño de la generación de energía eléctrica en Cuba, a partir de la fisión del núcleo del uranio 235”, resalta uno de los que quedan en la obra.
Para el 2005 se crea la Empresa de Servicios Técnicos y Especializados de Cienfuegos (ESTEC), que surgió, primero, como una necesidad social, hasta convertirse hoy en una eficiente y exitosa empresa de la Unión Nacional Eléctrica (UNE). Su gerencia radica en las instalaciones de la antigua CEN, pero sus brigadas recorren la geografía nacional  y obtienen ganancias anuales en el orden de los 20 millones de pesos.

En opinión de la ingeniera Termoenergética Luisa María Pérez Mallorquín, otra de las especialistas en tecnología nuclear, graduada en 1987 en el Instituto Superior Energético de Moscú, la paralización de la obra fue un duro golpe, pero logró sobreponerse y reorientar su vida aprovechando la gran escuela que fue la inversión de la Central Electronuclear, pues a todos les sirvió de mucho la preparación del personal que allí se calificó para operar la CEN.



Mientras, el Centro Nacional de Certificación Industrial (CNCI), construido en las instalaciones de lo que antes fuera el centro politécnico Julio César Castro Palomino, es otra de las instituciones en la que laboran especialistas de la CEN, y que destaca como una de las entidades más prestigiosas del Ministerio de Energía y Minas. Allí se califican y avalan, con premisos internacionales, diferentes especialidades industriales.
El hermético y vistoso edificio del reactor, que se aprecia desde muchos ángulos de Cienfuegos, hoy resulta objeto de una inversión importante de la Unión Química, la cual pretende ubicar allí un confinatorio para almacenar sustancias químicas y nocivas producidas en el país.
Justamente parados en el final de la línea nuclear te salta a la vista lo que pudo ser, recuerdas la hilera de camiones repletos de constructores, el ir y venir de las lanchas cargadas de obreros y te preguntas si estaban creadas las condiciones objetivas y subjetivas para construir una obra de tal magnitud, y vuelves al silencio, a los hombres que solo sabían de termoenergética, y te percatas de que allí aún viven otras historias.

Galería de fotos en alta resolución:

9 comentarios:

  1. la desilusión se puede tocar con la manos casi

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  2. Si estuviera en la ciudad de Cienfuegos, podría ver la CEN al otro lado de la bahía?

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    1. Perfectamente visible. Desde el Malecón se divisa en lontananza la cúpula del que sería el primer reactor de los cuatro que por proyecto explotaría la Central Nuclear de Juraguá.

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  3. No todo fue asi, se detectaron muchos defectos tanto en hormigón como en soldaduras

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    1. Eso no es cierto, allí había dos laboratorios de metales, uno de la Construcción y uno de la inversión, sele hacían disgnósticos de defectoscopía a todo; se probaba la calidad del hosmigón en un laboratorio especializado; y el control de la calidad, el uso de normas mundiales de calidad era común, llegaron a ser pioneros en ellos. Se hacían las cosas con mucha profesionalidad, eso es infundado y de mala fe

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    2. Aunque la juventud pasa porque el tiempo es indetenible, nosotros trabajando en una obra que no tuvo culminación, puesto que se quedó en la etapa de construcción. La juventud se nos fue y no vimos un resultado. Siempre que se va ha acometer algo, tiene un principio y tiene un fin, pero la etapa de puesta en marcha jamás llegó. Desilusión total, fuimos olvidados a partir del cierre. Cómo dice mi colega escritor Ricardo Riverón en una de sus novelas: la Central Electronuclear, como un dinosaurio triste envejeciendo antes del nacimiento.

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  4. Cuando en el trabajo se dice que existía un control de la calidad del hormigón, de l calidad de las soladuras y otros aspectos, por supuesto implica que se detectaran problemas. Además, se hacían entregas de locales entre todas las partes, constructores, inversionistas, contrapartes rusos, representantes de fábrica de los equipos que serían montados en esos locales... y todo se hacía controlando la calidad, y yo estuve muchas veces prsente en esos trabajos, de los especialistas de calidad de los laboratorios de metales y de otros

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  5. En Cuba la calidad comenzó por la Central Electro Nuclear, así lo han dicho muchos especialistas.

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