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miércoles, 13 de mayo de 2015

El corrupto Bob Menéndez quiere un cambio de sede para su juicio

El término de uso legal nos resulta familiar a los cubanos. Lo escuchamos durante 16 largos años y nunca, reitero, nunca, la justicia del vecino país del Norte atendió al reclamo del equipo encargado de la defensa de nuestros cinco luchadores antiterroristas mientras estuvieron presos en cárceles de los Estados Unidos. Un nuevo juicio y cambio de sede pedían los abogados de Gerardo, Ramón, Fernando, René y Antonio, habida cuenta el ambiente de clara hostilidad hacia los cinco cubanos inculpados de espionaje y otra sarta de delitos sin sustento probatorio alguno, pero pese a lo cual fueron condenados a largas penas.

Por suerte aquella es historia pasada, aunque de vez en cuando convenga refrescar memorias, sobre todo cuando de desnudar los dobles raseros que sin muchos miramientos aplica la justicia estadounidense, basta que haya de por medio intereses políticos, de discriminación por origen o dinero..., pero sobre todo primera y última de las motivaciones.
Un ejemplo fehaciente de ello es el caso que me ocupa ahora, pues ni involucra a sudacas ni a un haitiano o un mexicano. Aunque de padres cubanos, hablamos de una figura de la hight, tipo de influencias ganadas a vuelta de favores, casi siempre venidas de "pejes" gordos, porque si de algo no tiene un pelo el señor Bob es de bobo, aunque en el Congreso le digan "Bobo" Menéndez.
Pero bueno, al grano. Robert Menéndez, 61 años, senador demócrata por New Jersey, nacido en Nueva York de padres cubanos, encara ante la justicia la imputación de 14 cargos presentados por la fiscalía, que le acusa de tráfico de influencias y otras lindezas rayanas con la corrupción, en tanto en cuando sus partners sí resultan connotados capos capaces de venderle su alma al mismísimo diablo. Y por sencilla propiedad transitiva, pues que saque cuentas quien necesite llegar a unas conclusiones que, al menos a mi, me resultan bien claras.
El asunto que trae a cuento al señor Bob, su proceso legal y la alusión del comienzo del post tiene que ver ni más ni menos con que, uno de los principales promotores del enturbiamiento del ambiente jurídico en el que fueron juzgados Los Cinco, aquel que junto al resto del lobby de la extrema derecha anticubana puso cuanta traba estuvo a su alcance para que nuestros hermanos literalmente se pudrieran en las cárceles, ahora arrima para sí el gajo que negaba para aquellos y pide que la investigación federal del Gobierno en su contra se traslade de Nueva Jersey a Washington.
Menéndez argumenta su solicitud bajo el criterio de que casi ninguna de las acusaciones ocurrió en ese territorio del noreste, que él representa en la Cámara alta.
Y como buen trabajador que ahora dice ser, el senador alega que de desarrollarse el proceso en la capital estadounidense ello facilitaría sus labores en el Capitolio pues no tendría que abandonar sus funciones para asistir a las citas de las autoridades judiciales.
Como gato que se defiende bocarriba enuncia que si el juicio se realizara en Nueva Jersey habría más posibilidades de que los integrantes del jurado no tengan el nivel de imparcialidad requerido como para llevar a cabo un proceso justo.
Sí, usted leyó bien. Bob Menéndez alega que New Jersey podría ser un escenario hostil para el desarrollo de su proceso. Esgrime ahora a favor suyo el criterio que contribuyó con sus bazas a negarle a los cubanos acusados de ser espías del castrismo.
Cabría preguntarse entonces. ¿A qué tanto le teme el señor Bob?
La acusación oficial del Gobierno contra Menéndez, emitida el 1 de abril pasado, asegura que este hizo favores políticos a su amigo y donante de fondos Salomón Melgen, un acaudalado oftalmólogo del estado de Florida, cuyos abogados, curiosamente, también pidieron el cambio de la sede del proceso contra su cliente.
Este empresario, que enfrenta 76 cargos de corrupción, financió la estancia del legislador en un hotel "cinco estrellas" de París, Francia, durante tres días en una suite presidencial que costaba mil 600 dólares por noche, además de varias visitas a República Dominicana a asuntos al parecer nada ortodoxos como bacanales asistidas por menores de edad, sin contar que le otorgó más de 750 mil dólares en contribuciones de campaña.
Según el texto incriminatorio del Gobierno, el senador demócrata supuestamente auxilió a Melgen e incluso intervino a favor de su amigo en una disputa de facturas de Medicare por millones de dólares, y lo ayudó a recibir preferencias en contratos para la instalación de sistemas de seguridad en puertos dominicanos.
También le facilitó visas para novias del empresario: una ucraniana, otra brasileña y una dominicana.
Por si ello fuera poco, otra  investigación federal se enfocó en los nexos del senador Menéndez con los hermanos William y Roberto Isaías, banqueros prófugos de la justicia ecuatoriana. En este caso la fiscalía buscará probar que el político se extralimitó cuando ayudó a los dos hermanos millonarios a quedarse a vivir en Estados Unidos, aun a sabiendas de que ambos tienen una causa legal pendiente en su país por fraudes bancarios.
Los hermanos Isaías fueron declarados prófugos de la justicia en Ecuador desde hace más de una década y sentenciados en ausencia por malversar millones de dólares cuando el banco que dirigían estaba en crisis. Sin embargo, viven a placer en Coral Gables, Florida, donde mantienen varios negocios y nunca han sido molestados por las autoridades de inmigración ni por el FBI, aunque como el de ellos allí en el propio Miami, y peores también, también conocemos de sobra los cubanos. Y si no pregúntele a cualquier familiar de las víctimas del avión de Cubana volado en pedazos en pleno vuelo frente a Barbados, o al señor Fabio Di Celmo, cuyo hijo, un joven turisma italiano, murió cuando la esquirla de una bomba colocada en el lobby del hotel Copacabana le cercenó la aorta.
Tal es la calaña de los favorecidos por el señor Bob, aquel que ahora pide un cambio de sede para su juicio por corrupto.
Menéndez, como apunta la lógica —porque entonces sí le haría gala al apodo que le endilgaron sus compañeros de bancada en el Capitolio—  se ha declarado inocente de estos cargos, aunque se dice de buena tinta que el expediente acusatorio resulta bien abultado tanto en número de eventos como en evidencias probatorias.
Este individuo, junto a otros dinosaurios del negocio de la política anticubana de Miami al estilo del aspirante presidencial Marco Rubio o de los también políticos Ileana Ros-Lethinen y Mario Díaz-Balart, es de los que se opone con vehemencia a la decisión del presidente Barack Obama de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, la isla donde nacieron sus padres, y crear las condiciones para la normalización de los vínculos bilaterales.
Y es que no se equivoca la gente cuando "marca" a un individio y lo apunta acusador con su dedo índice. A este sujeto, con todo y su ringo-rango de senador demócrata, cuando fue alcalde de Union City, localidad vecina de New York, por sus tropelías en el vecindario le llegaron a comparar con el capo mafioso Meyer Lansky, que es mucho decir.
Nada, como diría mi viejo amigo Monzo, guajiro casi analfabeto pero sabio en los saberes de la vida, es fácil reconocer al pájaro por la cagá. Y eso pasa con Robert Menéndez, la cagada lo delata.

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