Traducir esta página

English Russian Italiano DeutschPolonia Français Portuguese Chino Japones Arabe Sueco Noruego Corea

martes, 9 de agosto de 2011

Si hace crac es Wall (Street)

La reacción del mundo financiero, tras los mensajes tranquilizadores desde Washington y Bruselas para evitar el impacto de la baja de la calificación de deuda de Estados Unidos, dejó al desnudo la profundidad de la crisis y el desmanejo de los países centrales

Raúl Dellatorre (Página/12)

Desconcierto. Es el término con el que muchos analistas describían ayer la sensación que provocó este “lunes negro” que le siguió a “la semana trágica” que se había vivido hasta el viernes en los mercados mundiales. Ya el tropezón de la semana pasada en las principales plazas bursátiles del mundo la había señalado como la de peor desempeño desde que se corporizara la crisis de las “subprime” –mercados secundarios de hipotecas inmobiliarias– en Estados Unidos, en 2008. Pero el porrazo de ayer ya eleva el impacto acumulado al podio de los más graves en varias décadas de historia financiera. El peligro de default en Estados Unidos y el insatisfactorio acuerdo entre demócratas y republicanos del lunes 1º fue el detonante. La baja en la calificación de deuda por Standard & Poor’s, del viernes 5, el agravante.
Pero detrás de esta lectura primaria aparece expuesta una crisis sistémica en la que el mecanismo de fuerte déficit fiscal y comercial de Estados Unidos, compensado por un alto endeudamiento, que financian los superavitarios China y Japón, está llegando a su fin. Un golpe a la economía mundial, en la forma de una recesión mundial, está en ciernes. Así lo percibieron los mercados, donde como pocas veces antes se registró una caída simultánea en las acciones empresarias, los bonos de la deuda soberana en todos los continentes, el petróleo, los granos y todo elemento que tenga que ver con el consumo o con la confiabilidad en quien deba respaldarlo. En ese panorama, sólo subió el oro, que se anotó otro record y, otra vez, quedó como último refugio.
Las señales que emitieron anticipadamente las máximas autoridades de los países centrales tenían un tinte “pro-mercado”, es decir, tratar de imprimir confianza en los inversores para contrarrestar la respuesta en manada que se temía de quienes huirían de toda posición en acciones o bonos de deuda. Los jefes de Estado de Francia y Alemania felicitaron públicamente a Italia y España por las políticas aplicadas para equilibrar sus cuentas públicas. Barack Obama prometió reformas que no afectarían la salud de la economía a mediano plazo. El Banco Central Europeo se comprometió a intervenir en el mercado con compras de bonos de la deuda de Italia y España para sostener su precio. Pero nada resultó suficiente.
El ataque especulativo de la semana pasada contra dos de las economías principales de Europa, sumado a la baja de calificación de la deuda estadounidense, redondeó el argumento justo para la corrida de ayer en los mercados. Más que por la baja en las cotizaciones, que podrá revertirse por “rebote” (recompra para hacer diferencias) en las jornadas siguientes, lo que dejó reflejado el comportamiento de ayer en los mercados es la debilidad de los poderes centrales para revertir la decisión de los fondos de inversiones de riesgo. Sin embargo, se insiste en la pulseada, aun al costo de agravar la recesión en las economías del Hemisferio Norte.
Contra todos los repudios en su contra, la agencia de calificación Standard & Poor’s volvió a desafiar amenazando con una nueva rebaja de la calificación de deuda a Estados Unidos, adjudicándole un 33 por ciento de probabilidades si en un período de entre seis y veinticuatro meses no hay un nuevo consenso entre los dos principales partidos en un plan de estabilización fiscal. Es decir, otro fuerte recorte en los gastos federales. Al mismo tiempo, durante el fin de semana se conocía un pronunciamiento oficial de China (a través de su agencia estatal Xinhua, habitual vocero de lo que el gobierno no puede decir directamente por razones diplomáticas), reclamando al gobierno estadounidense que someta a supervisión internacional “todos los temas relacionados con el dólar”, para “prevenir una catástrofe provocada por un único país”.
China no sólo hace valer su papel de potencia emergente. Principalmente, tiene títulos por su condición de principal acreedor de Estados Unidos. Posee bonos del Tesoro por 1,15 billón de dólares en sus reservas, además de otro billón en moneda u otros activos también nominados en dólares. Esto es, dos terceras partes de sus reservas totales, que ascienden a 3,2 billones de dólares. Con su enorme superávit comercial, mes a mes el gobierno central de China absorbe los dólares que liquidan sus exportadores y los incorpora a las reservas. Aceptando la moneda que emite Washington como forma de pago y de atesoramiento, financia así el déficit comercial de Estados Unidos. Como además del desequilibrio en el intercambio, la potencia norteamericana también padece de déficit en sus cuentas públicas, debe endeudarse para tapar ese agujero. China, otra vez, se anota como “el banco” en el que Estados Unidos descuenta sus títulos del Tesoro para financiarse. El pronunciamiento de China, cuestionando el manejo del emisor de los dólares y los títulos de deuda, es un aviso de que la rueda no seguirá girando igual por mucho tiempo.
China no fue el único miembro del denominado BRIC (principales países emergentes, por sus iniciales) que se pronunció ayer sobre el manejo de la crisis del dólar. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, afirmó que “quien paga la cuenta” de unas “políticas monetarias unilaterales, insensatez política en la conducción de la economía y ajustes fiscales no completados” es “el conjunto de la humanidad, especialmente los países que supieron combinar alternativas de crecimiento económico y distribución social”. “Somos conscientes de que no somos inmunes, que no vivimos en una isla, pero sabemos que Brasil tiene fuerza suficiente”, dijo la presidenta brasileña.
Con un nivel de comprensión de la gravedad de la situación dudoso de parte de los mandatarios, un partido opositor en Estados Unidos dispuesto hasta a sacrificar a la economía estadounidense para restarle posibilidades de reelección de Obama y un dogma neoliberal que sigue entronizando a los organismos internacionales que lanzan nuevos ajustes fiscales sobre economías ya en recesión, el panorama es desolador. Hoy, en la madrugada oriental, la Bolsa de Tokio abría con una baja del dos por ciento.
Mientras los inversores individuales huyen al oro como refugio, quienes tienen responsabilidad de conducción en países periféricos, como en Sudamérica, preparan sus propios paraguas para protegerse de la feroz tormenta que se anuncia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog