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domingo, 9 de octubre de 2011

Lecturas de domingo: A todo motor... usando borras de café (+ Fotos y Vídeos)

El ingeniero Martin Bacon posa junto
al Coffe Car, la cafetera rodante.
Héctor R. Castillo Toledo

Al paso del tiempo y tras la acumulación de una buena cantidad de "horas-glúteos" frente a un ordenador, uno se va "curando de espantos" con las cusiosidades de toda índole que puede encontrar en la telaraña mundial de la Internet. Pero esta que acabo de leer y ahora les comparto, lo juro por las cosas más sagradas que tengo, no se hallaba en mi lista de asombros sacados de la red de redes: acabo de encontrar un coche que funciona con ¡¡¡borras de café!!!.
Menuda noticia, seguro de muy mal gusto para algunos ejercitados en la venta adulterada del llamado néctar negro de los dioses, resultante en una tisana hirviente, más clara que oscura, obtenida del reciclaje por dos y hasta tres veces del grano molinado. Vayamos al grano... Digo, a la borra.

Pues bien, un equipo de técnicos encaprichado en lograr alternativas capaces de competir frente al alto coste de los combustibles convencionales hoy día, decidió aventurarse en la obtención de una energía barata mediante un proceso de gasificación que convierte al viejo café molido (borras) en un gas compatible con un motor de combustión interna.
Estos "locos por la mecánica" no sólo han creado el "coche-cafetera", también han conseguido quebrar el récord mundial de velocidad para esta clase de vehículos, alcanzando unos nada despreciables 107 kilómetros por hora.
En su estado natural, es decir, como bebida lista para desvelarnos toda una noche, el café poco puede hacer para propulsar a un vehículo, sin embargo, el grupo de entusiastas llamado Voluntarios de Conservación de Teesdale, basificados en Durhan, Inglaterra, han convertido sus desechos, aquellos que usualmente van a parar al cesto de la basura, en el combustible para un vehículo que acaba de ingresar en el Libro Guinness de los Récords.
Por supuesto, con cuál si no, el coche ha sido bautizado “Coffee Car”, y el ingeniero Martin Bacon es el rostro visible del proyecto. Tomaron un British Leyland Rover SD1, realizaron varias modificaciones (limitadas básicamente a restarle peso al coche) e instalaron un gasificador donde el material orgánico (la borra propiamente dicha) es convertida en gas de síntesis.



Para ello el polvo usado es sometido a altas temperaturas sin que llegue a combustionar, proceso que logran mediante la dosificación, por partes, de oxígeno y vapor, según el caso. El gas de síntesis puede ser aplicado en celdas de combustible, o como sucedió en el Coffee Car, utilizado para alimentar a un motor de combustión interna.
En las pruebas iniciales, la "cafetera con ruedas" llegó a romper la barrera de los cien kilómetros por hora, lo cual la colocaba ya por encima del récord previo de 75 kilómetros por hora. Pero en la bitácora del equipo encabezado por Bacon estaba fijada la meta de alcanzar las 80 millas por hora (128 km/h), objetivo a la larga pendiente, pues en la demostración final llevada a cabo hace algunas semanas, alcanzaron un promedio de 107 kilómetros por hora certificando así el récord.
Utilizar fuentes alternativas de energía en medios de transporte es uno de los grandes retos planteados tanto al área científica como a la industria en general, resultados sobre los cuales está pendiente la humanidad, que espera en los próximos años poder disponer de energías alternativas y baratas que no comprometan el medio ambiente ni tampoco compitan con la producción de alimentos.
Hasta la fecha las novedades más promisorias se concentran sobre los vehículos eléctricos que emplean paneles fotovoltaicos o variantes híbridas, pero con anterioridad a este snob vehículo ya hemos visto ejemplos bien "raros", como el de utilizar aceite de cocina recuperado en lugar de petroleo o benzina.
Acá en mi ciudad he visto funcionar viejos Fords y Chevrolets cuya ignición inicial depende de la gasolina, pero transcurridos 2-3 minutos de calentamiento previo comienzan a consumir en exclusiva la conocida popularmente como brillantina o luz brillante, según la región de Cuba de dónde se trate. El asunto es que uno los reconoce al paso por su sonido y olor característicos: puro fogón.
Si bien el ingeniero Bacon al frente del proyecto Coffe Car no cree que la gasificación sea “el futuro” de los vehículos (después de todo es un método conocido y explotado a discreción desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial), claramente demuestra que puede usarse, siempre y cuando exista la inversión adecuada.
Su conclusión se resume en que si ya lo hemos usado antes y es una tecnología probada, no estaría nada mal encontrar un uso más contemporáneo para esta tecnología.
Al final la gran interrogante quedará suspendida en el aire: ¿Qué manera económicamente costeable se buscará para almacenar y tener a la mano las cantidades suficientes de borras de café que hagan factible emprender esta "novedad"?
Desde ya les aseguro que los cubanos vendedores del brebaje bautizado como "Aguada" o "Santa Clara" (en alusión a su escasa concentración de cafeina) estarían de plácemes si les dicen que el proyecto no es viable. Un competidor menos en el camino, aunque allá por las carreteras inglesas un viejo y aligerado British Leyland Rover siga empeñado en poner cotas mas altas de velocidad, a todo motor y con el depósito de combustible repleto de borras de café. (Fuente: ExtremeTech)


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Nada más parecido a un aparato de elaborar café expresso.

Y he aquí el motor. Un combustión interna que trabaja con el gas de las borras.

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