Y es que se escabullen las metáforas que hagan justicia a esas manos, a veces ásperas, pero que besan la piel a cada roce. Pocos vocablos encierran la veneración y austero cariño emanado de sonrisas paternas, ya parte indisoluble de nuestros recuerdos infantiles.
El padre severo, o el que regaña riendo; el que educa en la libertad o apuesta más por la ley del ejemplo: todos los padres de América vivirán este 17 de junio su día. Veinticuatro horas le estarán dedicadas, intentando premiar años de desvelos.
Miles de besos, miles, para el papá cigüeña, para papi entrenador, árbitro de boxeo entre hermanos, chef de espaguetis de urgencia, médico en funciones; sanador de ángeles caídos...
Raíces de una celebración
Así como las madres tienen su instante de exaltación y reconocimiento, cada tercer domingo de junio, el calendario marca una jornada especial destinada a los padres en Cuba y otras naciones, pues indica la fecha escogida para celebrar su Día.
Llegado el momento, resultan habituales las frases de halago, los obsequios, la reunión familiar, aun cuando pocos se detengan en las raíces de dicha conmemoración. Apuntes históricos señalan al 19 de junio de 1938 como el estreno en la Isla de esa festividad, aupada por Dulce María Borrero con la finalidad de reconocer a todos los progenitores, quienes compartían con sus compañeras la tierna y a la vez exigente tarea de criar a la prole.
Sin embargo, los antecedentes de esta tradición tienen cimientos en la idea de la norteamericana Sonora Smart Dodd, promotora de la primera celebración en los Estados Unidos. Smart Dodd asistía a una misa con motivo del Día de la Madre, dos años después de su instauración, cuando se le ocurrió hacer otra similar para homenajear a su padre, un veterano de la Guerra Civil que había enviudado y quedado a cargo de sus cinco niños, a quienes crió de manera ejemplar. (Acceda a los materiales originales en Al borde del cielo y CINCO de Septiembre)
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