En plena campaña electoral y con un virtual empate con Mitt Romney, su rival republicano en las encuestas, el presidente Barack Obama priorizó en las últimas semanas la Florida, estado clave para las presidenciales del 6 de noviembre.
Respecto a Cuba, el mandatario defendió en una entrevista con una televisora de Miami su decisión de flexibilizar aspectos puntuales de la política hacia la isla, en particular las restricciones en los viajes y envíos de remesas que había impuesto su antecesor George W. Bush.
Aunque como era de esperar, en el escenario del sureño estado, condicionó la posible mejoría en las relaciones bilaterales a un cambio de postura política del gobierno cubano.
El mandatario contó con la ayuda de su esposa Michelle Obama, cuya asistencia a un acto de campaña en una institución educativa desató una polémica porque sin dar muchos rodeos, llamó a los presentes a votar por su esposo.
Pero las actividades en Florida del presidente y la primera dama no se limitan a su presencia física, sino que coinciden con otras acciones a nivel federal, que aunque son habituales, esta vez se toman como bandera en plena campaña electoral.
El anuncio reciente de un incremento en los fondos para las acciones subversivas contra Cuba también ayuda al mandatario a buscar adeptos dentro de los sectores más reaccionarios de la emigración cubana.
La Agencia Internacional de Estados Unidos para la Ayuda al Desarrollo (USAID) publicó el 28 de junio último una convocatoria para ejecutar un plan de acción anticubano de grandes proporciones.
Según el plazo dado por la USAID, hasta el 27 de julio serán recibidas propuestas para el programa Democracia Digital, que incluye la concesión de un máximo de dos llamados acuerdos de cooperación, por tres millones de dólares cada uno, para un período de hasta tres años.
Los fondos serán destinados a grupos antigubernamentales en la isla y para trasmitir a los cubanos la información que el gobierno estadounidense considere necesaria, en un conjunto de acciones intrusivas bajo la denominación de "democracia digital".
Mark Lopes, viceadministrador asistente para Latinoamérica y el Caribe de la USAID, destacó que hay un incremento "en espíritu y en dinero" en los gastos en medios tecnológicos para aumentar el flujo de información hacia la isla, señaló un artículo del diario El Nuevo Herald.
El senador John Kerry, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, bloqueó los fondos para Cuba el año pasado durante meses, argumentando la ineficacia e injerencia de estos programas subversivos, y el mal manejo de esos fondos.
En otras ocasiones, entidades como la Oficina General de Supervisión del Congreso (GAO, por sus siglas en inglés), cuestionaron el empleo de dichos fondos.
Las autoridades cubanas califican de subversivos estos programas, y a finales de 2009 arrestaron a Alan Gross, subcontratista de USAID, acusado de cumplir misiones de espionaje y subversión en la isla, similares a las que se anuncian ahora públicamente.
Gross fue sentenciado a 15 años de cárcel en marzo de 2011 al quedar demostrado que introdujo en Cuba, de manera ilegal, medios de infocomunicaciones para crear redes internas como parte de un programa de Washington dirigido a desestabilizar y subvertir el orden constitucional en el país caribeño.
En agosto del mismo año el reo y su abogada impugnaron la sentencia del tribunal provincial que lo condenó, pero el Tribunal Supremo Popular desestimó la apelación.
El nuevo proyecto de la USAID anunciado a finales de junio advierte que no se hace responsable los inconvenientes sufridos por las personas que viajan o que operan en la isla bajo su financiamiento.
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