Captura de pantalla de la pifia semántica de El País. |
La nota de El País subraya que este sábado el Gobierno británico comenzó a matizar su posición respecto al carácter de los disturbios que sacudieron a Londres y otras ciudades inglesas la pasada semana, en respuesta a la muerte de un taxista de la raza negra durante un operativo policial.
Bonita manera de decir que el primer ministro David Cameron estaba ido de revoluciones, cuando en reprimenda por la intempestiva suspensión de sus vacaciones de verano echaba pestes de los manifestantes alegando como disco rayado: "Esto es criminalidad pura y simple. Esto es obra de vándalos y delincuentes".
Pues bien, para poner la salsa a tono y llevarla a los matices reales de colores que todo el mundo aprecia -menos Cámeron y su ministra del Interior, por supuesto-, el canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), George Osborne, apuntó otros razonamientos: "Hay comunidades que han sido relegadas. Hay comunidades que están apartadas de la vida económica del resto del país".
Recorrer algunos suburbios de Londres o Birmingham es esclarecedor sobre las abruptas diferencias sociales, que muchos expertos afirman que van al alza, por mucho que el Ejecutivo destine un 30 % de sus fondos al gasto social. Numerosos analistas han apuntado que la marginación social, el desempleo y los elevados precios no pueden ser despreciados a la hora de explicar los disturbios que han conmocionado al país, por mucho que algaradas de este estilo hayan brotado en el pasado periódicamente, a menudo en los mismos municipios y distritos. Pero hasta ahora se habían reducido a enfrentamientos entre la comunidad negra, que se siente flagrantemente discriminada y acosada por la policía, y los cuerpos de seguridad. Ahora ha sido diferente. Personas de toda raza, edad y condición social asaltaron y destrozaron comercios.
Osborne aludió a la necesidad de "ayudar a quienes sienten que no tienen lugar en la sociedad", pero también para que "comprendan cuáles son sus responsabilidades hacia otras comunidades, no solo sus derechos".
Todo bien hasta aquí. Y con sus retoques de una de cal y otra de arena la nota discurre hasta el final, con un matiz que a la larga deja un sabor de cercanía a la objetividad periodística.
Sin embargo... (siempre hay un pero), el editor, al parecer poco ducho en los trajines de la lengua de Shakespeare, tal vez apremiado por el cierre o abrumado con la abulia de un sábado sin mucho traqueteo, pifió, y de qué manera, al colocar el pie de foto que acompaña la nota donde El País, casi mordiéndose la lengua, reconoce vía gobierno británico, que toda su gritería contra los "delincuentes" tenía también un trasfondo político.
Tal vez ni se leyó la nota el editor de turno. Lo cierto es que adecuó la foto a las normas del diseño de la web y poniendo de su cosecha remachó debajo: "Decenas de personas marchan hacia Tottenham en una protesta contra los disturbios de los últimos días en la capital inglesa.- ANDY RAIN (EFE)".
Basta tomarse la molestia y ampliar la foto. Si se fijan bien, los carteles son una reafirmación del carácter de las protestas y no contra las protestas en sí. La pancarta principal que encabeza la marcha pide "Dar un futuro a nuestros hijos", y otras alzadas a derecha e izquierda rezan slogans como "Más independencia al trabajo juvenil. Menos jóvenes en las cárceles.", "Culpar a los conservadores no a nuestros hijos" y varios al fondo, en un plano final bien ilustrativo del carácter de la marcha: "Los banqueros son los saqueadores reales".
Sin duda alguna, el editor de turno anoche en El País necesita de un curso de inglés básico, y pronto. Le urge como mismo le es vital a un humano el aire para respirar. O de lo contrario seguirá poniendo en ridículo al diario que financia el grupo PRISA.
Un aporte a las perlas informativas que "caza" al vuelo el analista español Pascual Serrano.
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