Héctor Castillo Toledo
El ex vicepresidente norteamericano durante el mandato del tristemente recordado George W. Bush, Dick Cheney, acaba de presentar sus memorias In My Time: A Personal and Political Memoir (En mis tiempos: memorias personales y políticas), un libro en el que otras cosas (y no son pocas) ironiza acerca de que lo apodaran Darth Vader, como el villano de Star War, la película de guerra de las galaxias que primero Reagan, luego Bush padre y más acá el nené de la familia Matojo quisieron montar a escala real.
En una entrevista concedida al programa "Today" de la cadena NBC emitida este martes, de la cual se hizo eco el diario The Huffington Post Cheney aseguró que la comparación con uno de los personajes más misteriosos y lúgubres de la cultura popular, no le importa en absoluto.
Una de las razones de peso para tal paralelismo estriba en su defensa a métodos de tortura, como el submarino (waterboarding), para interrogar a terroristas. "Yo aún apoyo su empleo si tenemos un detenido de alto valor y que ese sea el único medio de hacerlo hablar", afirmó Cheney.
Durante la entrevista le preguntaron cuál sería su reacción si en otro país les aplicaran esa tortura a detenidos estadounidenses. “Creo que protestaríamos -respondió sin dudar- sobre la base de que tenemos obligaciones con nuestros ciudadanos”.
Considerado en medios diplomáticos como un 'halcón' que animó al presidente Bush a continuar la irracional guerra en Irak, Cheney aseguró que sus memorias no contendrán nada embarazoso para el ex inquilino de la Casa Blanca. "Si usted lee el libro, encontrará numerosos pasajes donde yo hablo bien de George Bush. Y pienso en eso en cada palabra", destacó, pero advirtió que no obstante muchas otras personas en Washington quedarán molestas tras la publicación de sus memorias.
Y es bien cierto, pues además de revelaciones tan comprometedoras como las de haber aconsejado en junio de 2007 al entonces presidente que bombardeara un supuesto sitio nuclear sospechoso en Siria, Cheney se regodea en chismes, bretes y golpes bajos a figuras con la del ex secretario de Estado Collin Powell, del cual insinúa que dimitió debido a presiones suyas.
Bush "sabe que le decía lo que pensaba de cada asunto diario", respondió Powell, que recordó que fue él quien advirtió al presidente que tendría que asumir la responsabilidad de lo que ocurriera si decidía invadir Irak en 2003.
Sobre las memorias de Cheney, el ex alto funcionario critica la forma en que el autor promueve su libro. "No es necesario meterse así con la gente.... Creo que va un poco lejos. Creo que Dick se pasó con ese comentario, si es así como piensa vender el libro", agregó.
El ex vicepresidente, uno de los hombres más poderosos durante el mandato de Bush, entre 2001 y 2009, arremete también contra el "número dos" de Powell en el Departamento de Estado, Richard Armitage, y contra la sucesora del secretario, Condoleezza Rice, a la que acusa de "ingenuidad" por tratar de llegar a un acuerdo con Corea del Norte sobre el programa nuclear de ese país.
Sin el menor recato, reconoce que la propuesta al tema sirio no prosperó porque los consejeros del presidente Bush todavía estaban afectados por "las malas informaciones de inteligencia que habíamos recibido sobre el almacenamiento de armas de destrucción masiva en Irak".
Sin embargo, recuerda altanero, más tarde Israel se encargó de bombardear el misterioso sitio sirio en septiembre de aquel propio año 2007.
Por supuesto, sucedió con el "sitio nuclear sirio" lo mismo que con las armas de destrucción masiva iraquíes: nunca existieron, sólo en la calenturienta mente del Darth Vader adicto al "submarinismo".
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