Barcos de guerra rusos han entrado en aguas territoriales sirias, en un movimiento diseñado para evitar cualquier ataque de la OTAN con el pretexto de una “intervención humanitaria”, lo que se interpreta como un “mensaje claro a Occidente de que Moscú se opondría a cualquier intervención extranjera en los disturbios civiles en el país”, informa el diario israelí Haaretz citando una agencia de noticias siria que no identificaron.
Rusia ha intensificado sus esfuerzos para defender a Siria en los últimos días, ante las denuncias de las potencias occidentales de que el presidente Bashar Al-Assad está desarrollando una sangrienta represión contra manifestantes inocentes, tema que insistentemente se desarrolla en los medios como parte de una intensa campaña mediática enfilada a pretextar el envío bajo banderas de la ONU de una supuesta misión humanitaria.
Como hemos visto antes del ataque a Libia (que se enmarcó también como una intervención de igual carácter “humanitario”) las potencias de la OTAN están demonizando a Bashar Al-Assad informando de atrocidades cometidas por su Gobierno sirio, pero ignorando los ataques de las fuerzas de la oposición, como el de esta semana contra un complejo de inteligencia de la fuerza aérea siria, donde murieron, o resultaron heridos, 20 policías.
Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado rechaza la pretensión de Rusia de que Siria está en una guerra civil, afirmando: “Creemos que el régimen de Al-Assad realiza una campaña de violencia, intimidación y represión contra manifestantes inocentes”. Ya escuchamos una retórica similar en el caso de Libia.
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