Se trata de los últimos prisioneros de guerra que estaban en poder de las FARC, con lo cual se cierra un ciclo en la dinámica del conflicto interno, toda vez que ese grupo insurgente también proscribió de sus prácticas revolucionarias las retenciones.
Los liberados arribaron a la localidad de Villavicencio en un helicóptero facilitado por el gobierno de Brasil para el proceso, encabezado por la pacifista Piedad Córdoba, líder de Colombianos y Colombianas por la Paz, y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Según los datos de la Cruz Roja, la entrega se realizó en una zona rural entre los límites de los departamentos del Meta y Guaviare. Se había previsto inicialmente que las entregas se producirían en dos fases. Al mismo tiempo la organización encabezada por la ex senadora Piedad Córdoba afirmó que los diez prisioneros serían liberados en un operativo único y era una cuestión de horas.
Pese a la negativa del gobierno de Juan Manuel Santos, acompañaron a Piedad la premio Nobel de las Paz Rigoberta Menchú, junto a otras mujeres de relevancia internacional, entre ellas la nieta del revolucionario mexicano Emiliano Zapata, Margarita Zapata; la presidenta del Consejo Mundial por la Paz, la brasileña Socorro Gomes, y la esposa del expresidente hondureño Manuel Zelaya, Xiomara Castro, además de una de las fundadoras de las Madres Plaza de Mayo, la argentina Mirta Baravalle, y la salvadoreña Nidia Díaz, diputada del Parlamento Centroamericano.
En Villavicencio los uniformados recibirán las primeras atenciones y luego serán trasladados a Bogotá e ingresados al Hospital Militar, donde serán evaluados con mayor rigor, y una vez sean dados alta podrán dirigirse a los medios de comunicación.
Los liberados son los militares Luis Arturo Arcia, Robinson Salcedo, Luis Afredo Moreno y Luis Alfonso Beltrán, así como los policías César Augusto Forero, José Libardo, Jorge Trujillo, Jorge Romero, Carlos Duarte y Wilson Rojas.
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