Cuando las palabras no pueden expresar lo que el corazón desea, cuando los aplausos llegan al cielo, cuando el planeta entero brinca emocionado y brinda con alegría... algo muy grande ha pasado o está pasando.
Sólo me quedaba por ver lo que acabo de ver y lo que estoy viviendo ahora mismo hoy 1 de julio de 2012, en Madrid, con un subión de adrenalina que le ronca la burundanga.
¡La Roja, campeón! ¡España ganó en Kiev! ¡El mundo con nosotros! ¡Cuba con los gallegos! y la pobre Italia del tamaño de un piojo.
Que nadie ose dudarlo: el fútbol sigue siendo nuestro, este país ha conseguido algo que tiene al mundo dando vivas a España mientras en mi terraza ondearán durante un mes completo las banderas española y cubana ¡julio entero! porque hemos ganado.
La final de la Eurocopa 2012 ha sido de infarto, iré a recibir a La Roja como fui a esperarla cuando regresó de Sudáfrica hace dos años.
Vi el partido en el salón de mi casa, con mi mujer, los dos dando brincos en los sofás, como par de adolescentes y con la esperanza del triunfo, ahora vamos a celebrar a la calle porque España entera está en la calle.
Y aunque no he nacido en este país, sino en mi isla, en mi Cuba, me siento orgulloso de que se hable bien de nuestros futbolistas, que sigamos teniendo un Iker en la portería menos goleada, un hombre que ya es, hace mucho rato, el mejor portero del mundo.
Aquí va un primer brindis por España, por Cuba, y por todos ustedes.
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