Su primer gran trabajo -y uno de sus preferidos- fue el “Complexo de Pampulha”, en Belo Horizonte, terminado en 1943, pero el que lo marcó de manera indeleble fue la construcción de Brasilia, proyecto que dirigió desde la primera piedra junto al urbanista Lucio Costa y al paisajista Roberto Burle Marx.
La nueva capital del gigante sudamericano fue ideada con formato de pájaro en vuelo, y para ella construyó edificios futuristas de líneas sinuosas como curvas femeninas, de cemento armado, que se transformaron en íconos de Brasil. “Queríamos hacer edificios que crearan un cierto estupor porque eran diferentes”, declaró en una entrevista concedida a la agencia francesa de prensa hace unos años.
Tales atributos le valieron a Brasilia en 1987 la declaratoria por la Unesco como Patrimonio Histórico de la Humanidad.
Niemeyer se graduó como arquitecto en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en 1935 pasó al estudio de Lucio Costa, más tarde su compañero de aventura en la construcción de Brasilia.
Sin embargo, quien le marcó como arquitecto fue el franco-suizo Le Corbusier, quien le introdujo en el ideario modernista.
Con una vasta obra marcada por monumentales diseños disgregados en los cinco continentes, entre 1937 y 1943 realizó el proyecto del edificio de Educación y Salud de Brasil y en 1939 se le encargó el pabellón del país para la Exposición Universal de Nueva York.
Con su maestro Le Corbusier, en 1947, se ocupó del diseño de la sede central de las Naciones Unidas en Nueva York.
En 1962 trabajó en Europa, Oriente Medio y el Norte de África, donde su principal legado fueron la mezquita, el centro cívico y la universidad de Argel.
El Gobierno francés le contrató en 1966 para edificar la Zona con Prioridad para Urbanizar (ZUP) y un año después proyectó la sede del Partido Comunista francés, ambos en París, donde vivió como exiliado político hasta 1974.
Entre 1968 y 1975, trabajó en el diseño del edificio de la editorial Mondadori, en Milán, una de sus obras preferidas y que definía como "diferente" y "de mucho impacto".
Obra suya también es el "Sambódromo" de Río de Janeiro, que fue inaugurado en 1984 y desde entonces se convirtió en un templo de la samba y el carnaval.
Sobre un proyecto del antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, en 1987 levantó el Memorial de América Latina, una construcción de 20 mil metros cuadrados en el corazón de Sao Paulo, donde funcionó durante casi una década el Parlamento Latinoamericano.
En 1991 hizo su primer trabajo en Portugal, la sede de la Fundación Luso-Brasileña para el Desarrollo del Mundo de la Lengua Portuguesa, sobre la base de un palacio del Siglo XVIII.
Niemeyer fue ateo y militante comunista hasta el final de sus días en aquel país de infinitos recursos y enormes desigualdades sociales.
“Sólo quedan dos comunistas en el mundo, Oscar y yo”, dijo en 1995 el entonces presidente cubano, Fidel Castro, durante una visita a Niemeyer en su atelier. Niemeyer fue siempre un gran amigo de Cuba y mantuvo una relación especial con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Una escultura suya preside la plaza central de la Universidad de Ciencias Informáticas en La Habana.
Cuando cumplió 102 años, aseguró que Brasil se convirtió en un país más igualitario tras la llegada al poder de un exobrero, Luiz Inacio Lula da Silva, en 2003, reemplazado a fines de 2010 por su heredera política Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).
Entre sus exposiciones destacan la montada en la Fundación Caixa de Barcelona en marzo de 1990, una muestra con 70 fotografías y ocho maquetas que resumía su obra desde la Iglesia de San Francisco de Asís en Belo Horizonte hasta el Memorial de América Latina; y otra en junio de 1995, en la Bienal de Arquitectura de Venecia.
Uno de sus últimos trabajos en el Siglo XX fue el proyecto de la sede del Centro Cultural Internacional en Avilés (Asturias-España) , conocido como Centro Niemeyer, que causó polémicas por su ubicación, pues en principio se pensaba que sería construido en Oviedo.
Recibió numerosas distinciones durante su vida, como la medalla brasileña del Trabajo (1959), la Legión de Honor francesa (1980) y la Gran Cruz de la Orden Militar de Santiago de Espada (1994) .
Por el innovador uso del hormigón en sus edificios de Brasilia, el denominado “arquitecto de la sensualidad” ganó varios premios, entre ellos el Pritzker (equivalente al Nobel de Arquitectura), otorgado por el Instituto de Arte de Chicago (1988); Lenin (1963); Benito Juárez (1964); Juliot Curie (1965); y también sendas medallas del Instituto de Arquitectura Estadounidense (1970) y del Colegio de Arquitectos de Cataluña (1992).
En 1989 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, que fue recibido por su hija Ana María, por el miedo atenazador que ya le causaban los viajes en avión y por el que casi no salió de Río de Janeiro durante los últimos años de su vida.
Su última obra fue inaugurada en abril pasado en Brasilia. Es la Torre Digital, un cilindro de 180 metros de altura con pétalos de concreto que de lejos lo asemejan a una flor propia de las llanuras centrales de Brasil.
Nacido en Río de Janeiro el 15 de diciembre de 1907 como Óscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares Filho, se casó en 1928 con Anita Baldo, madre de Ana María y fallecida en 2004.
En 2006, con 99 años, contrajo matrimonio con Vera Lucia Cabreira, su secretaria de toda una vida y 39 años menor que él.
Niemeyer falleció este miércoles en el hospital Samaritano, del barrio carioca de Botafogo, que visitó en forma recurrente en los últimos años por diversos problemas propios de su edad y en el que en junio pasado murió a los 82 años su única hija, Ana María.
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