El resultado bilateral entre Japón y Holanda hoy, aquel que definió a favor de los actuales campeones del Clásico Mundial de Béisbol el primer lugar del grupo de Tokio de cara a la siguiente ronda en San Francisco, viene un tanto a confirmar que amen de "dosis exactas", "medidas" y "baja cogida", lo nuestro con los de la versión beisbolera de la Naranja mecánica del fútbol es puro trauma sicológico.
A puro co...raje le ganamos a Japón 6x3 el día 6 en la primera ronda (Fukuoka), y tres días más tarde a los taipeyanos con autoridad (nocao de 14x0 en siete entradas) el bueno, el de mantener vivo el sueño de seguir la ruta. Luego volvimos a caer por enésima vez ante unos tulipanes que palidecen cuando de verse cara a cara con el sable del samurai se trata.
Y la prueba estuvo hoy, cuando armados de sus temibles katanas los japoneses le volvieron a recetar una disertación de ofensiva a Holanda, cuyos bateadores hace rato no tienen nada que ver con lo de mancos. Y si no vean la confirmación de que el jonrón de Simmons frente al indescifrable zurdo cienfueguero Norberto González no fue obra de la casualidad. Cosas propias del juego, calidad aparte del paracortos, que milita con los Bravos de Atlanta, justamente el encargado hoy de abrir temprano el marcador a favor de su equipo, primero entre los europeos en acceder al máximo nivel del béisbol internacional tras descarrilarnos cuando estuvimos a cuatro outs de seguir soñando en grande.
Pero así como los tulipanes son nuestra pesadilla, el seleccionado Samurai es la de ellos. Y Japón, que no de gratis ostenta dos coronas, volvió a ganarles con autoridad y convicción, hoy con pizarra 10x6, para encabezar la segunda ronda de la zona asiática del torneo, aunque su proa hacía varios días ya estaba enfilada hacia San Francisco.
Holanda, inspirado tras el resultado de la víspera, dejó entrever temprano su hambre de protagonismo con el ya referido vuelacercas del torpedero Andrelton Simmons.
Con tal prefacio el duelo pintaba naranja, pero apenas fue un espejismo raro en medio del desierto, pues a la salida de la siguiente entrada el juego quedó sentenciado y se fue de un solo lado, pese a la persistencia de los holandeses, cuyo principal mérito radica en no darse nunca por vencidos, y en eso y en decir que los holandeses no son un buen equipo discrepo pública y abiertamente con el mentor cubano Víctor Mesa.
Hubo un parpadeo inicial del abridor zurdo nipón Kenji Otonari, pero repito, apenas un pestañazo. Porque a seguidas, recompuesto ya, en sus dos entradas de actuación consiguió recetarle seis congas a los toleteros de Holanda, que repito, NO son segundones de nadie.
Tal es la confianza del alto mando nipón en su staff, que cuando consumaron el a la postre definitorio racimo de ocho carreras en la segunda entrada, el mánager Yamamoto optó por darle descanso a Otonari, de quien seguro espera más en la rondas de la verdad.
El repunte devenido paliza lo lideró Shinnosuke Abe, autor de dos bambinazos y cuatro fletadas para la goma. Fue justamente Abe el iniciador de la fiesta de batazos (o katanazos, como prefieran) frente a los tiradores David Bergman y Jonathan Isenia. El festival arrancó con el primero de los jonrones del cuarto palo japonés, seguido de base a Itoi, pelotazo a Nakata, sencillos de Kakunaka y Matsuda y entredós convertido en biangular de Chono.
Pero no hubo pausa en el carnaval. En su segunda oportunidad al cajón en ese mismo episodio, ahora con dos compañeros en la ruta (Chono en la intermedia e Ibata en la inicial por boleto) vino el otro cuadrangular de Abe antes del tercer out de esa humillante entrada. Para entonces la pizarra del Tokyo Dome centelleaba con un despampanante 8x1.
Ante semejante marcador y despliegue ofensivo, el timonel japonés optó por darle juego a sus piezas del banco, que nunca está de más probarlas pues nunca se sabe cuándo harán falta y el propósito jurado de los del Sol Naciente es ceñirse una tercera corona, digan lo que digan.
Así, Yamamoto estuvo tranquilo con los reposados y efectivos relevos de Sawamura, Tanaka e Imamura, hasta que en el llamado episodio de la suerte el zurdo Masahiko Morifuko toleró un par de anotaciones por boleto al peligroso Curt Smith, doblete de Kalian Sams, sencillo de Xander Bogaerts y fly de sacrificio de Randolph Oduber.
Una entrada más tarde los discípulos de Hensley Meulens tuvieron otro conato de rebelión sobre las ofertas de Tetsuya Yamaguchi, al que le ligaron hit (Hainley Statia), boleto (Jonathan Schoop), infield hit (Kalian Sams), tubey (Xander Bogaerts) ante Hideaki Wakui e imparable del ambidextro Quintin de Cuba.
Pero Japón ripostó con dos carreras más en la novena, por aquello de no dejar margen a dudas. Esta vez las consiguieron por imparable de Nakata, boleto a Matsuda, robo de base y pass ball, seguido de cañonazo de Chono para el definitivo 10x6.
Como apostilló un comentarista de ESPN, "Si la lógica se impone sobre el terreno del Marlins Park, dominicanos y estadounidenses deben unirse a nipones y holandeses en el AT&T Park de San Francisco para las semifinales (...)Pero a esta altura, todo es posible, hasta una final europea entre Holanda e Italia".
Yo al menos eso último no lo pongo en duda (menos cuando me asombro con el 4x0 que van marcando los italianos ante el trabuco de República Dominaca en dos entradas), aunque reitero, Japón, ahora con Yamamoto en las riendas, viene a por un tercer título, criterio que respaldo con la sensible mejoría demostrada por su juego durante la fase de Tokio, en particular la ofensiva, casi apagada en tenue hilillo de voz y autoridad al paso por Fukuoka.
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