El caso Snowden, como ha bautizado la gran prensa el affaire en torno al ex colaborador de la CIA que filtró secretos de su ámbito como analista de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés), completó este jueves otro día de ajetreos, como si se tratara de un culebrón de capítulos por entregas.
Temprano comenzó el lleva y trae con el rumor de que Edward Snowden había tomado en Sheremetievo un avión de Aeroflot con destino a La Habana, tesis que alcanzó su clímax cuando las agencias de medio mundo, armadas de una aplicación de uso público para dar seguimiento en tiempo real a las trayectorias aéreas (Flight Aware), comprobaron que el vuelo AFL150 se había desviado de su recorrido habitual, en una ruta más larga y potencialmente menos segura.
Suficiente sazón (que no razón) para que la maquinaria mediática, con el 'The Washington Post' a la cabeza, ya diera por hecho a Snowden entre los pasajeros a bordo de la aeronave, y que el inusual trazado por sobre Europa y el Atlántico, sin describir la habitual curva para bajar desde las latitudes más altas hasta La Habana, sobrevolando territorio de Canadá y Estados Unidos, respondía al intento de evitar el bloqueo del vuelo, tal como hicieron una semana atrás al avión presidencial donde viajaba el mandatario boliviano Evo Morales.
Como toda buena novela, este capítulo llevaba el aderezo de elevadas dosis de expectación. Hipótesis van, hipótesis vienen..., pero a mitad de trayecto un productor de la agencia de noticias internacionales Ruptly, miembro del equipo de la cadena Russia Today que estaba a bordo, envió el primer dardo generador de incertidumbre: desde su cuenta en Twitter informó de que no había visto a Snowden entre el pasaje del AFL150.
Para colmo y desdicha del Washington Post, al cual no le quedó otro remedio que hacerse eco del argumento, Andréi Sogrin, director del Departamento de Relaciones Públicas de Aeroflot, explicó que estos vuelos trasatlánticos suelen desviarse debido a la presencia de condiciones climatológicas adversas en la bitácora planificada, como vientos glaciales, así como a otras causas.
Y en efecto, al TWP no le quedó más remedio y dar marcha atrás para explicar a sus lectores en línea que el vuelo sí se había salido de su ruta debido al clima y no era el único de su tipo obligado a adoptar igual previsión: una zona de mal tiempo en la región del Atlántico Norte estaba desviando a los vuelos trasatlánticos hacia el sur debido a un chorro de aire a presión sobre Groenlandia causante de severas turbulencias.
Poco a poco el globo se desinflaba.
No obstante, editores gringos, rusos, españoles, franceses, británicos, japoneses, chinos, árabes..., seguian esperanzados el curso en pantalla del avión de Aeroflot, cuya mole metálica, reducida a apenas un punto verde pestañando en los monitores de mil y una redacciones de los cinco continentes, continuaba inexorable devorando centenas y centenas de kilómetros a velocidad crucero por sobre el oceano.
Y finalmente el balde de agua fría en las primeras horas de esta noche de jueves, cuando puntual, el jet acomodó su tubo metálico junto al tobogán de salida en el aeropuerto internacional José Martí: uno a uno fueron abandonando la nave los pasajeros... y Snowden no apareció.
Inconformes, varios medios abordaron a la tripulación, uno de cuyos miembros confirmó a los periodistas que acudieron en tropel a la terminal de llegadas que el ex analista de la NSA no viajó en el avión que llegó procedente de Moscú: "Snowden no estaba a bordo. El vuelo transcurrió de manera absolutamente normal", afirmó.
No es la primera vez que un vuelo de Aeroflot atrae tanta atención de la prensa bajo sospechas de que el ex colaborador de la CIA viaja a bordo. El pasado 24 de junio más de 30 representantes de medios de comunicación de todo el mundo se registraron para el vuelo Moscú-La Habana donde presuntamente iba a viajar Snowden, con la esperanza de conseguir una entrevista con el informante. Sin embargo, luego se descubrió que el ex analista de la CIA no se encontraba en la aeronave.
Snowden, que denunció el proyecto Prism, un programa secreto estadounidense de vigilancia digital al parecer de alcance global, permanece presuntamente 'atrapado' en una sala de tránsito del aeropuerto de Sheremétievo en Moscú desde el 23 de junio pasado, después de que EEUU revocara su pasaporte mientras hacía escala en Rusia procedente de Hong Kong.
Reclamado por Washington, el ex colaborador de la CIA ya ha pedido asilo en dos decenas de países. Varias naciones latinoamericanas entre las que destacan Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador han expresado su voluntad de responder a la solicitud, pero el quid del asunto está en cómo logrará el joven de 29 años sortear las barreras aduanales sin que sus persecutores lo atrapen.
Mientras los ojos de medio mundo siguen puestos sobre Sheremetievo y en cada vuelo que parte hacia esta mitad del planeta, no faltan quienes alegan la posibilidad de que Snowden, especialista preparado para este tipo de maniobras, ya haya abandonado la terminal moscovita y se encuentre a resguardo en el sitio menos imaginado.
De hecho, en una encuesta del sitio digital Actualidad RT, casi un 33 % de los lectores (el doble de los que optaron por otra variante), opina que el ex analista de la NSA ya no está en la capital rusa.
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