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viernes, 9 de agosto de 2013

Cosas de Miami: Tres días de suspensión a policía que mató a joven colombiano con pistola eléctrica

El joven colombiano Israel Hernández-Llach, de 18 años, 
quien murió el martes a consecuencia de las descargas
eléctricas de una pistola paralizante Taser descargada
contra él por un agente policíal de Miami.
El agente Jorge Mercado de la policía de Miami Beach, quien disparó el Taser (pistola paralizante mediante descargas eléctricas) que causó la muerte de un joven colombiano, fue suspendido por tres días con goce de sueldo, según fuentes de ese cuerpo consultadas por agencias.
Esta es la primera acción oficial que ha tomado el Departamento de la Policía de Miami Beach en contra de uno de sus agentes como consecuencia de la muerte de Israel Hernández-Llach, de 18 años,  quien murió el martes luego de ser arrestado por oficiales que lo habían perseguido al verlo pintando graffiti en un muro de la ciudad.

Según las declaraciones policiales, el oficial Mercado le disparó en el pecho a Hernández-Llach con el Taser. El adolescente luego fue transportado al hospital Mt. Sinai, donde fue declarado muerto.
Pero lo cierto es que el traslado se produjo, tal como aseveran dos testigos, luego que varios agentes se palmearan y felicitaran entre ellos mientras el muchacho se debatía contra la muerte a causa de las descargas.
Esta y otras acciones han motivado una ola creciente de críticas y protestas dirigidas a la policía, a cuyos miembros acusan de utilizar fuerza excesiva aun cuando la víctima no ofrezca resistencia al arresto.
El incidente ha atraído atención nacional, y la Unión para la Defensa de las Libertades Civiles (ACLU) de la Florida hizo una declaración el jueves criticando al Departamento y exigiendo una investigación.
“Este es el último en una larga y trágica serie de incidentes en los cuales el Departamento de la Policía de Miami Beach parece haber usado fuerza excesiva, desproporcionada o letal”, dice la declaración de la ACLU. “Desafortunadamente, la policía de Miami Beach también tiene un historial inquietante de falta de transparencia después de tales incidentes”.

Versiones encontradas

En la madrugada del martes 6 de agosto, Félix Fernández vio a su amigo Israel Hernández-Llach tirado en el piso junto a un banco en la esquina de la calle 71 y la avenida Harding, en Miami Beach, rodeado de policías.
“Estaba tieso, acostado boca abajo, sin movimiento”, le dijo Fernández a la prensa.
Pero los agentes no parecían estar perturbados: se reían y compartían chistes acerca de haber atrapado al joven, quien había huido a pie luego de que la policía lo vio pintando graffiti.
Al ver que su amigo no se movía, Fernández les preguntó a los oficiales repetidamente qué ocurría. Pasaron varios minutos antes de recibir una respuesta: “Está muerto”, le dijeron.
Esta versión de los hechos contradice el reporte de la policía de Miami Beach acerca de la muerte de Hernández-Llach, el cual dice que el joven de 18 años murió luego de ser transportado al hospital Mt. Sinai.
Es una de varias ambigüedades que todavía rodean el incidente. Lo que se sabe es que, antes del amanecer del martes, Hernández-Llach estaba pintando graffiti en la avenida Collins con la calle 71 cuando lo vio la policía, desencadenando una carrera a pie en los alrededores que terminó con la policía utilizando un Taser en contra del joven, quien murió algún tiempo después.
De acuerdo con las afirmaciones de los amigos de Hernández-Llach que presenciaron el evento, sus familiares y la declaración de la ACLU, los datos ya conocidos indican que la policía utilizó fuerza exagerada para las circunstancias.
Fernández dice haber visto por lo menos a cinco oficiales arrestando al joven, que según sus conocidos era de pequeña estatura, unos 5 pies con 6 pulgadas y aproximadamente 150 libras de peso.
“No está claro que el uso de un Taser fue justificado... especialmente dado que había múltiples oficiales presentes y otras técnicas hubieran podido ser suficientes bajo las circunstancias”, dice la declaración de la ACLU. En este punto, algunos no entienden cómo es posible que si el joven huía recibió las descargas de frente, justo en el pecho. Verdaderamente inexplicable.

Joven inmigrante

Israel Hernández-Llach emigró a Miami desde Barranquilla, ciudad colombiana del Caribe, cuando tenía unos 12 o 13 años. Llegó con su familia: su papá, su mamá y una hermana.
Israel Hernández Bandera, el padre, cuenta que la familia huyó del país preocupada por la situación de inseguridad cotidiana que vive Colombia.
Según todos los que lo conocían, la principal característica de Hernández-Llach era su pasión por el arte y montar patinetas.
“Él era un apasionado por el arte, pintaba con cualquier material y en cualquier momento”  dice Offir, su hermana, quien añade que Lito, como le apodaban sus cercanos, dedicaba casi todo su tiempo a esculpir y pintar; escribir y tomar fotos.
“Él estaba muy influenciado por Colombia y la cultura caribe, eso se veía en su arte y en su gusto por la música tropical”.
Heather Bozzone, una amiga fotógrafa que lo empleaba como director artístico, apunta que Israel soñaba con reconectarse con sus raíces: “Hablaba tanto sobre Colombia”.
En las pinturas de Hernández-Llach aparece un tema repetido, su marca distintiva: un ojo entrecerrado en el centro de una flor. Con ese incipiente talento incipiente había empezado a ganar espacios en la escena artística de Miami, donde también era conocido como Reefa. Expuso su trabajo en galerías y museos, e incluso recibió una beca por sus dotes artísticas.
A los ojos de sus amigos y familiares, Israel era una persona de una energía desbordante, pero muy pacífico. “En ninguno de sus dibujos hay violencia, era una persona de corazón amable y grande” dice Armando, un tío del joven. “Lo que pasa es que el arte callejero ha sido tachado erróneamente como algo violento”.
En suma, un joven afable, familiar, con un futuro promisorio cuya vida acaba de ser cortada de cuajo por la bestialidad policial en la llamada Ciudad del Sol.
El castigo para el autor de haber cercenado tanto en una fracción, ya lo saben, tres días de suspensión sin sueldo. Mercado, quien ha vestido el uniforme de la policía de Miami Beach por más de 13 años, ha sido centro de seis quejas en las cuales se le acusa de mala conducta, según documentos de ese cuerpo. Entre estas hay quejas de uso excesivo de la fuerza y agresión física. Sin embargo, tales acusaciones no fueron sustanciadas por investigaciones internas de la policía, como de seguro también ocurrirá con esta.
Nada, cosas que suelen suceder en Miami.

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