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lunes, 10 de marzo de 2014

Pese a abundancia de pruebas, Washington da cobertura a complot terrorista contra Venezuela

Jean-Guy Allard

El refugio dado a Juan José Rendon en Miami, donde están más que probados sus contactos con la red criminal del terrorista internacional Luis Posada Carriles, demuestra la evidente cobertura de la cual se beneficia una conspiración para derrocar, por cualquier medio al alcance, al gobierno de Venezuela de parte de los Estados Unidos.
En el país que mantiene a Cuba en su infame lista de “patrocinadores del terrorismo”, se han reunido en la última década un preocupante número de venezolanos que han sido vinculados a actos que califican como tal, desde cómplices del asesinato del fiscal Danilo Anderson hasta militares acusados de atentar contra representaciones diplómaticas.
Todos están en contacto permanente con el mecanismo terrorista creado y mantenido por la CIA durante décadas en la comunidad cubanoamericana de Miami.

Rendón, un llamado asesor político caracterizado por su falta absoluta de escrúpulos (al punto de ser calificado por el autor como "samurai" de las causas desesperadas), ha sido sucesivamente el consejero de Henrique Capriles Radonski y Álvaro Úribe en sus estrategias más immorales, así como de la extrema derecha centroamericana en Honduras y El Salvador, famosa por sus crímenes y su servilidad al servicio de Washington.
La publicación del intercambio de correos entre Rendón y Ricardo Koesling, un cubano-venezolano que hace varias décadas se mueve a la sombra de Posada, surgió apenas unos días antes de un discurso violentemente antichavista del viejo agente CIA en un colegio de Miami.
En un video colgado en Youtube, el Bin Laden miamero se ve declarando públicamente en el Miami Dade College, que va a luchar en cualquier escenario, “inclusive en Venezuela”.
En su mensaje a Koesling, Rendón se hace el portavoz del político colombiano Álvaro Úribe, expresidente derechista de su país, conocido por sus lazos singulares a la vez con Washington y con los paramilitares. “Él es quien aporta recursos y la información de los States (Estados Unidos)”, garantiza Rendón a su interlocutor.
El intercambio demuestra a las claras cómo Estados Unidos está tras los planes desestabilizadores contra el Presidente Nicolás Maduro y la separación de parte de Venezuela para ser anexada a Colombia, tal como lo expone Uribe.
Aunque se encuentra bajo una orden de captura de Interpol a solicitud de la justicia venezolana, Rendón vive en Miami, EEUU, con la total complacencia y protección de las autoridades migratorias y del FBI.
La relación entre Posada y Koesling se remonta a la época cuando el terrorista dirigía las operaciones represivas de la DISIP en Caracas, donde inmortalizó su estancia con actos repugnantes en sesiones de tortura incluso contra mujeres.
Empotrado en la policía política venezolana, bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, el agente CIA de origen cubano torturó y “desapareció” a decenas de jóvenes rebeldes, en complicidad con Henry López Sisco y Joaquín Chaffardet, connotados colaboradores de la CIA que hoy siguen siendo parte de su mafia mientras se benefician de las bondades del Departamento de Estado.
Koesling fue uno de los protagonistas del ataque de la embajada cubana en abril de 2002, con Henrique Capriles y su “compañero de ruta”, Leopoldo López.
Los golpistas venezolanos no soportan a los cubanos cuando usan bata blanca pero sí los adulan cuando andan con explosivos. En el caso del asesinato de Danilo Anderson, se ha comprobado que la técnica usada en la fabricación de la bomba que acabó con la vida del fiscal encargado de llevar ante la justicia a los responsables de los actos que desembocaron en el golpe de 2002, es idéntica a la enseñada durante décadas por Luis Posada Capriles.
Héctor Pesquera, ex jefe del FBI de Miami, también fue denunciado como cómplice del atentado al lado de los conjurados venezolanos.
En su libro Los caminos del guerrero, donde Luis Posada Carriles detalla los apoyos que le permitieron fugarse de la cárcel de San Juan de los Morros, en Venezuela, el 18 de agosto de 1985, el terrorista cita repetidas veces a un socio de Koesling, el “incondicional Paco” -Francisco Pimentel-, un comerciante de origen cubano nacionalizado en Venezuela. Paco es hoy parte de la corte venezolana de Posada en Miami, donde frecuenta de manera asidua a connotados colaboradores de la CIA y ex militares venezolanos.
Además de Koesling, Paco se comunica permanentemente con otros dos veteranos de la conexión que hoy trabajan con Rendón: Salvador Romaní, otro miembro del grupo de asalto a la embajada cubana en abril de 2002, y Pepe Vázquez, ex torturador de la DISIP.
Es conocido cómo, a finales de febrero de 2009, Posada y otro connotado terrorista, Ángel De Fana Serrano, se exhibieron con golpistas venezolanos encabezados por Patricia Poleo, prófuga de la justicia de su país por el ya referido caso Anderson. Allí estuvieron nada menos que el edecán de Pedro Carmona en el golpe de Estado de 2002, el coronel del ejército Gustavo Díaz; el teniente José Antonio Colina Pulido, terrorista y autoproclamado “lider” venezolano local; y también el ex comisario de la DISIP Chaffardet.
Los archivos señalan cómo se incautó en casa de Chaffardet, en Caracas, parte del material relacionado con el atentado contra el avión civil cubano destruido en pleno vuelo frente a las costas de Barbados, el 6 de octubre de 1976.
La hija del editor millonario Rafael Poleo se radicó en Miami y colabora en cada  operación realizada en Venezuela a iniciativa de la embajada norteamericana de Caracas.
A pesar de las denuncias, el FBI sigue mirando para otro lado, como lo ha hecho en múltiples oportunidades cuando se trata de las actividades delictivas de los cabecillas de la mafia cubanoamericana.
El entramado en el cual se encuentra Rendón no deja lugar a dudas. Está conspirando para la eventual comisión de actos fascistas. En el mismo país que usa la lucha contra el terrorismo como pretexto para sus agresiones injerencistas en el mundo entero.
Sin embargo, el FBI se queda una vez más de brazos cruzados frente a las evidencias y permite el desarrollo de un complot terrorista que, con el desespero de Álvaro Úribe, María Corina Machado, Leopoldo López y sus semejantes, llevará tarde o temprano a más atentados y asesinatos.
La responsabilidad de tales crímenes tendrá que recaer sobre las autoridades norteamericanas, que generan y encubren desde su propio territorio la violencia en Venezuela “justificada” con las falsedades difundidas por su red mundial de desinformación. (Versión editada del original aparecido en el sitio digital Contrainjerencia)

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