El gol de Schürrle al segundo minuto de la prórroga frente a una combativa Argelia y un M'Bolhi que bajo los tres palos había parado todo lo que le tiraron. |
Un taconazo feo de Schürrle, no tan elegante como el del Guaje Villa, pues más bien parecía un balón quedado atrás tocado in extremis al segundo minuto del alargue, venció al portero Mbolhi -que en el tiempo oficial paró todo cuanto le tiraron-, y Alemania pasó a cuartos con susto y dejando una sensación de sufrimiento e inferioridad frente a una Argelia que a puro coraje se ganó la admiración de neutrales, el elogio de los suyos y la incredulidad de la barra germana.
Más de uno de los 43 mil espectadores que atestaron el estadio Beira-Rio, de Porto Alegre, vio revolotear los fantasmas de aquel 1-2 del Mundial del 82 con Madjer y Belloumi. Motivo de alusión recurrente en las camisetas de la afición argelina, que le exigía a los del bosnio Vahid Halilhodzic, en son de revancha, reeditar ahora en octavos aquella épica de hace 32 años en España*.
Con cinco hombres volcados al ataque, los apodados zorros del desierto pusieron en aprietos más de una vez a la zaga teutona, que tuvo el primer timbrazo de alarma al 17', cuando Slimani, el hombre más adelantado por los de verde, puso un golazo de cabeza, anulado por un mínimo adelantamiento sobre la línea de retaguardia europea.
El muchacho luchó arriba sin parar contra la zaga alemana y tuvo sus momentos para convertirse en legendario, pero a pesar de ir una y otra vez a la fuente nunca llegó su premio. Sobrexcedido en lo físico, acabó acalambrado en el tiempo añadido.
Ocho minutos antes de la celebración frustrada por el linier, el propio 13 argelino había obligado al portero Neuer a una precipitada salida del área. De manera que entre el zorro guía y sus compañeros Ghoulam y Mostefa se gastaron un partidazo creando complicaciones en el portal de la cabaña germana, mientras el resto de la manada se desdoblaba con inusitado virtuosismo en labores de ataque y defensa, amén del ya anunciado desempeño de Rais M'Bolhi bajo los tres palos.
Sin dejar ni un minuto de pensar en el batacazo del 82, Alemania fue sorprendida por la osadía de los zorros, que atacaban por todas partes y acosaban de tal forma que las pérdidas de balón y los nervios marcaron el ritmo teutón en los primeros veinte minutos. Y si no se vino la debacle fue a falta del gol de Argelia, más que merecido, en un duelo con una extraña sensación de revancha flotando en el ambiente.
La recomposición vino en el complementario, con un Schürrle que logró poner orden y cambiarle la cara al partido desde que en la reanudación tras el descanso entró como sustituto de Götze. Chispazo genial del técnico Löw, capaz de darse cuenta de que para que su equipo tuviera llegada por la derecha, la selección adecuada era la entrada del delantero del Chelsea. No obstante, el parto demoró todo el segundo tiempo y la arrancada del alargue para que finalmente cuajara su gol de tacón, tras los muchos disparos desde fuera del área y los goles que, cronológicamente contados, el meta del Marseille le negó a Schweinsteiger, Kroos, Götze, al propio Schürrle recién ingresado, a Mustafi, Lahm y Müller, el depredador, que lo intentó varias veces con tal de darle alcance al genio colombiano, pero se quedó sin recompensa.
En la recta final, con Lahm como lateral natural por la lesión de Mustafi (sustituido por Khedira), Alemania se decidió a un intercambio con Argelia, que también hizo lo suyo y siguió metiéndole presión a Neuer sin dar ni tampoco pedir tregua, siempre con las armas alistadas.
Y ya en el alargue salieron a flote las falencias físicas. Pese a la preparación que llevó tres intensos años de trabajo, como lo calificó el bosnio Halilhodzic. Argelia comenzó a bajar la intensidad de su presión sobre las líneas teutonas, y dejar brechas en una zaga disminuida por la extenuación, disparada desde el gol de Schürrle en el 92'. Por tanto no era utopía la llegada de un segundo tanto de los de la Mannschaft, convertido por Özil al 120', aunque tampoco descabellado imaginar que en los dos minutos de descuento que ordenara el brasileño Sandro Ricci, los zorros del desierto salvaran la honra por mediación de Djabou.
Renqueando y con una impronta general que dista bastante de la dejada tras el 4-0 sobre Portugal durante su estreno el pasado día 16, Alemania pasa a cuartos más por historia que por fútbol. Veremos ahora que depara el choque del próximo 5 de julio frente a Francia en la grama del Fonte Nova, donde tan grata impresión causaron hace par de semanas en la cuarta fecha de Brasil-2014.
Cierto, lo que está por venir es lo mejor, pero este Alemania-Argelia quedará para los anales por la osadía de unos norafricanos que tras superar por vez primera la fase de grupos de un Mundial, se quedaron con los deseos de su histórica revancha contra Alemania, 32 años después de España-1982, de mal recuerdo para los magrebíes. De cualquier manera, valga un: ¡Bravo por Argelia!
Alineaciones del encuentro: Alemania (2): Neuer; Mustafi (Khedira, 69’), Mertesacker, Howedes, Boateng; Lahm, Schweinsteiger (Kramer, 109’); Ozil, Kroos, Götze (Schurrle, 47’); y Muller. Argelia (1): Mbolhi; Mandi, Belkalem, Halliche (Bouguerra, 97’), Ghoulam; Taider (Brahimi, 78’), Lacen; Feghouli, Soudani (Djabou, 100’), Mostefa; y Slimani. Goles: Schürrle (min. 92), Özil (min. 120), Djabou (min. 120+1). Árbitro: Sandro Ricci, de Brasil. Mostró tarjeta amarilla a Halliche (42’) y Lahm (107’).
(*) En el Mundial España-1982, Argelia le ganó a la entonces Alemania Occidental por 2-1 en la fase clasificatoria, ronda en la que después perdió con Austria (2-0), para terminar derrotando a Chile (3-2). Alemanes y austríacos, que jugaban el último partido del grupo, después de haber disputado Argelia su tercer encuentro, se clasificaban ambos con una victoria 1-0 de los primeros, y ese fue justamente el resultado que se dio, lo cual levantó una ola de sospechas. Desde entonces existe el viejo resquemor entre los argelinos de haber sido dejados fuera de octavos en España por un evidente arreglo entre los países vecinos.
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