En la Escuela Nacional de Ballet de Cuba se forman 800 bailarines. Fotos: Raquel Pérez |
Fernando Ravsberg
Media docena de bailarines del Ballet Nacional de Cuba "han huido" aprovechando una gira a Puerto Rico, asegura la prensa de Miami y otros medios se hacen eco. Sin embargo, nadie explica por qué huye una persona que podría salir libremente de su país. Desde enero del 2013 la reforma migratoria abrió las puertas de la isla a los cubanos que, a partir de ese momento, pudieron viajar al extranjero con solo exhibir su pasaporte, el pasaje y una visa, igual que los demás ciudadanos del resto del mundo.
Sin embargo, semejante apertura no paró las salidas ilegales, los viajes en lanchas rápidas de Miami, los cruces clandestinos de los puentes entre México y EEUU, las "deserciones" en los viajes de deportistas, artistas, médicos, bailarines o músicos. No se trata de que estos isleños sean más proclives a las ilegalidades que los demás mortales sino que necesitan de ellas para poder acceder al sueño americano, acogiéndose a la Ley de Ajuste Cubano, que les dará los beneficios de un perseguido político.
Para lograr alcanzar semejantes privilegios -negados al resto de los inmigrantes- tendrán que entrar y pisar suelo estadounidense de forma ilegal y así justificar que se trata de "perseguidos políticos" que "huyen del régimen comunista".
Curiosamente, más de 500.000 de estos "exiliados políticos" residentes en los EEUU pasaron sus vacaciones en Cuba durante el año 2013, olvidando los peligros que supuestamente enfrentaban en la isla debido a sus posiciones políticas.
Los médicos cubanos, por ejemplo, difícilmente recibirán una visa si la solicitan legalmente en la embajada de EEUU en Cuba, pero Washington emitió una orden para que sean aceptados todos los que desertan mientras trabajan en una misión en otro país.
El objetivo parece doble: golpear el principal ingreso económico de Cuba y hacer propaganda anticastrista en el tono de que los médicos "huyen", "desertan", etcétera, sin importar que solo una decena de galenos haya dejado la misión de los más de 10.000 médicos asentados en Brasil. Es lógico porque en la actualidad los médicos tampoco tienen razón para salir ilegalmente. Ellos también pueden emigrar a donde lo deseen con toda su familia y además conservar sus propiedades en la isla para regresar en caso que las cosas no vayan bien en el extranjero.
Con la apertura en el deporte ocurre algo similar. Ahora los jugadores de béisbol cubanos pueden ser contratados por equipos de ligas profesionales de otros países, pero las Grandes Ligas de los EEUU prohíben que jueguen incluso en México si mantienen la residencia en Cuba.
El dirigente del béisbol mexicano, Plinio Escalante, confesó que "somos parte de la National Association que depende de Ligas Mayores (Grandes Ligas) y respetamos ciertos requisitos como miembros que somos. Nos pidieron que los cubanos jueguen con una nacionalidad alterna".
Por supuesto que varios de los bailarines que dejaron el Ballet Nacional de Cuba ya viajaron a Miami, donde los han recibido con bombos y platillos afirmando que el paso que dieron "demuestra el descontento que existe en la isla contra el régimen". Sin embargo, Rayssel Cruz, uno de los bailarines, declaró que se quedaron porque la situación "dentro del BNC es precaria y frustrante por la poca posibilidad que tienen de ser primeras figuras dentro del ballet, que los pocos que lo logran es por amistad muy directa con algunos profesores".
Desde hace ya mucho tiempo se habla de problemas dentro del Ballet Nacional de Cuba y tal vez estos bailarines puedan tener algo de razón en sus protestas, pero el asunto dista mucho de ser político. En todo caso, se trata de un conflicto al interior de la compañía.
Cada año se quedan en el extranjero un promedio de 5 bailarines del ballet -35 desde el 2007- y seguramente las "deserciones" continuarán mientras exista una ley en los EEUU que las premie con residencia, beneficios sociales y propaganda mediática.
Mientras tanto la Escuela Nacional del Ballet forma 800 nuevos bailarines para sustituir a los que no regresan y a los que son contratados legalmente por otras compañías, como Carlos Acosta en el Royal Ballet de Londres. Hay tal cantidad en tantos lugares que ya se les llama los rusos del siglo XXI. (Tomado de Público.es)
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