La brecha entre los superricos y el resto de la sociedad se ha disparado en los últimos años, siendo ello más notorio en el Reino Unido, donde el 1% más rico obtiene más ingresos que en el resto de ciudadanos de Europa.
Según el articulista Danny Dorling del diario británico The Guardian, el 1% de la población más adinerada ha amasado su fortuna a expensas del resto de la sociedad.
En el Reino Unido para ingresar al privilegiado club del 1% de las mayores rentas se necesitaría un ingreso anual mínimo de 160.000 libras esterlinas (unos 258.000 dólares).
Según Dorling, hasta hace poco los profesores y médicos contaban con algunos de los mejores salarios en el país. Sin embargo, en los últimos años sus ingresos han sido superados con creces por los de financieros, administradores, contables y abogados. Ahora incluso los mejores maestros y médicos son parte de la mayoría de la población que tiene que endeudarse para pagar las tasas universitarias de sus hijos.
En la capital británica reside la mayor cantidad de multimillonarios del mundo, que cuentan, al menos, con un patrimonio de 30 millones de dólares en activos, además de sus lujosas residencias. Según datos recientes de la consultora inmobiliaria Knight Frank, en Londres residen 4.224 familias multimillonarias, que se ven atraídas no solo por la historia de la ciudad sino también por el laxo régimen fiscal del Reino Unido.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Princeton, EEUU, las personas menos afortunadas son vistas como una especie inferior por los millonarios. En este trabajo participaron varios estudiantes, en su mayoría de familias acomodadas, a quienes se les mostró fotografías de personas sin hogar, y al ver las imágenes la reacción de los universitarios ricos fue como si se hubieran "tropezado con un cúmulo de basura".
Cuanto más grande es la brecha social, menor es la compasión que se manifiesta por los demás, indicaron los investigadores.
Uno de los tópicos repetidos por las élites es que los empleados peor remunerados de una empresa tienen suerte de contar con un trabajo gracias a la benevolencia del 1% más rico. Se dice que, al obtener más ganancias, la élite adinerada crea más puestos de trabajo, pero esto no ocurre en la realidad.
Para reducir la desigualdad en términos de riqueza se debería introducir mayores impuestos al patrimonio y a los ingresos. Estas medidas ayudarían a contener la codicia de un pequeño grupo de personas que exigen mayor remuneración. El autor del artículo insta también a las empresas a abstenerse de contratar o pagar salarios astronómicos a una o pocas personas solo por el hecho de ser reconocidas. "Una distribución más equitativa de pago permitiría, por el salario de una o dos celebridades, un grupo mayor de personas generaría una mayor productividad para la empresa", agrega.
El Gobierno británico redujo el tipo máximo de gravamen del 50 al 45%, y ahora estudia otras medidas que afectarían a los pobres. Según el articulista, estas disposiciones incentivarán los ingresos solo de un 1% de la sociedad británica. Otro 20% verá un ligero aumento de sus ingresos netos en los próximos años, mientras que todos los demás se empobrecerán.
De acuerdo con la información de Dorling, con el conjunto de medidas y recortes económicos en el Reino Unido, los hogares con niños serán los más damnificados. Como promedio, las parejas sin hijos perderán un 4% de sus ingresos netos; las parejas con niños los verán bajar un 9% y los padres solos se quedarán sin un 14% de sus ingresos netos.
A partir de 2005 la brecha de la desigualdad mundial se ha reducido, según algunas estadísticas. No obstante, Dorling sostiene que en estas estadísticas no se tomaron en cuenta la riqueza y los ingresos de los más ricos. A inicios de este año, un reporte de Oxfam reveló que únicamente las 85 personas más ricas del mundo tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial.
Para un sistema económico es dañina la concentración de la riqueza en unas pocas manos, asegura el autor del artículo. Anteriormente economistas de Harvard y otras universidades estudiaron las tendencias desde 1961 en nueve países con altos ingresos y notaron que, debido a la concentración de la riqueza en pocos sectores, su crecimiento económico fue lento.
Podemos notar un creciente desacuerdo, ira y cambio de actitud moral hacia los más ricos, pero el punto de inflexión hacia el fin de la inequidad aún está lejos, lamenta Dorling. De acuerdo con el articulista, la desigualdad económica es tan vil como el racismo; tan perjudicial en sus efectos para la sociedad y tan beneficiosa para un pequeño grupo de personas que creen que solo ellos deben tener más porque valen más. (Tomado de Russia Today)
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