martes, 23 de septiembre de 2014
Veguita, eterno en sus 70
Homero de la sabana, juglar del pecho puro, orador de las entrañas, narrador de esas sus pequeñas grandes historias, él se dio a cuidar en la palabra -y además asegurar en la letra- la épica de nuestros campos desde la mesa de aquel guajiro quien acaso ni soñara que sus dichos o hechos revistieran la trascendencia demostrada por las viñetas de Alberto Vega Falcón.
El intelectual, blasón de la cultura cienfueguera, desanduvo los caminos enfangados de Feijóo, descifró las esencias del ser campesino y estableció un peculiar modo de transmitir sus percepciones, que lo hace distinguible y querible.
Veguita no se ha muerto, ni Dios lo quiera nunca para persona tan noble, pero cumplió este martes una fecha tan señalada como sus 70. El activo precursor de la UNEAC, a quien lo mismo has de encontrar en una peña cultural o proyecto comunitario, un guateque, un potrero o una cabina de radio, desde este 23 parece algo más grave; pero solo en materia de calendario. El sigue siendo, siempre lo será, la flor silvestre que alegra el amanecer, el ser digno en busca del sol y olvidado de las sombras, el amigo franco incapaz de apuñalar.
La galaxia intelectual no suele engendrar demasiadas figuras con la llaneza, bonhomía y pureza de Veguita. Por eso, este hombre se hace amar más.
Todo medio se complace de tener en su lista de colaboradores a gente parecida a él, porque escriben de cuanto casi nadie puede, sabe o le interesa. De ahí que la suya sea firma habitual en nuestra página cultural del semanario CINCO de Septiembre y sus suplementos Conceptos y Montañés, este último donde mantiene mes tras mes, desde hace más de un lustro, la popular sección Primo Gordo de estampas guajiras.
En breve verá la luz el más reciente de sus materiales: ¿Plácido en la Taberna de Juan Blanco?, texto en el cual el poeta y escritor, a propósito del aniversario 300 del terruño el próximo diciembre, universaliza a San Fernando de Camarones desde la particularización de una de sus historias mínimas.
Experto en sonsacarle al viento los relatos desconocidos por la tinta y solo a veces transmitidos oralmente de generación en generación, en ese artículo, como en buena parte de su obra cotidiana, van identificadas las trazas autorales del Veguita eterno, el vate quien siempre pone el bate para castigar al olvido y el ojo avizor para proceder a estas operaciones de rescate al servicio de la memoria.
Publicado por
storm captain
en
11:31:00 p. m.
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