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viernes, 30 de enero de 2015

EEUU es un sistemático transgresor de los derechos humanos

El infome anual sobre Estados Unidos resaltó el caso de la muerte del joven afroestadounidense Michael Brown a manos de la policía en Misouri. /Foto Ap
Aunque la fuente a la que acude el autor del post que quiero rebloguear no es digna de todo crédito, por los múltiples raseros y varas con las cuales Human Rights Watch mide el estado de cumplimiento de los derechos humanos por el mundo, vale la pena detenerse a realizar un examen de su Informe Mundial 2015 sobre el caso particular de los Estados Unidos, nación a la que el ente acusa de violar “sistemáticamente” derechos en la aplicación de la justicia penal y de sus políticas migratorias y de seguridad nacional, no sin antes, por supuesto, darle una pasada de mano tras una introducción encomiástica que, una vez digerida, a uno le queda la duda y una rara sensación de haber asistido a un ejercicio de lectura o a un acto de puro malabarismo para quedar bien con Dios y con el Diablo.
Hecha la acotación, les dejo con un extracto del despacho que sobre el tema enunciado en el titular preparó el analista y corresponsal de La Jornada en Nueva York, David Brooks:
ADVIRTIENDO QUE A nivel global, los gobiernos se equivocan al ignorar los derechos humanos al enfrentar desafíos de seguridad, Human Rights Watch afirma que Estados Unidos “sistemáticamente” viola derechos en la aplicación de la justicia penal y de sus políticas migratorias y de seguridad nacional.
En su Informe Mundial 2015, el resumen anual de las prácticas de derechos humanos en más de 90 países emitido hoy por Human Rights Watch (HRW), subraya el efecto “contraproducente” por gobiernos de ignorar o justificar violaciones para abordar crisis.
“Las violaciones de derechos humanos fueron determinantes para propiciar o agudizar muchas de las crisis de hoy. Proteger los derechos humanos y asegurar la democrática rendición de cuentas son condiciones clave para superar estos contextos de crisis”, declaró Kenneth Roth, director ejecutivo de HRW al presentar el informe.
Agregó que “algunos gobiernos cometen el error de considerar que los derechos humanos son un lujo que solamente puede permitirse en épocas menos conflictivas, en lugar de un parámetro de referencia esencial para la acción política”.
Señaló el caso de varios países como Irak, Siria, Nigeria, Kenia, Egipto, ejemplos más graves de este efecto. A la vez, HRW indicó que esta “tendencia de ignorar los derechos humanos ante adversidades en materia de seguridad fue un problema que también imperó el año pasado en Estados Unidos”.
HRW resalta como ejemplo el informe del Senado sobre tortura por la CIA, señalando que a pesar de que el presidente Barack Obama ha repudiado esas prácticas, “se ha negado a investigar, y mucho menos juzgar a quienes ordenaron las torturas”, como es su deber bajo la Convención contra la Tortura que Washington ratificó en 1994.
Advierte que al no proceder judicialmente, la tortura se mantendrá como una opción “en lugar de un delito” para futuros presidentes, y mina la autoridad moral de Washington para presionar a otros países que practican la tortura.
En el capítulo sobre Estados Unidos, HRW afirma que mientras los derechos fundamentales cuentan con protecciones constitucionales, en varios rubros, sobre todo en el ámbito de la justicia penal, inmigración y seguridad nacional, “las leyes y las prácticas de Estados Unidos violan sistemáticamente los derechos”.
Indica que las minorías raciales, los inmigrantes, los menores de edad, los pobres y los presos son “los más propensos a sufrir abusos”.
Resalta el caso de la muerte de Michael Brown a manos de la policía en Ferguson, Missouri, como “la consiguiente represión policial contra manifestantes” y afirma que expresan “la alarmante brecha existente entre el respeto por la igualdad de derechos y el tratamiento que reciben las minorías raciales por parte de las fuerzas del orden”.
Por otro lado, subraya que la “respuesta represiva” del gobierno estadunidense ante el aumento de migrantes no autorizados provenientes de México y Centroamérica, sobre todo familias con niños y menores no acompañados “pone en relieve la urgente necesidad de que se lleve a cabo una reforma de la política migratoria de Estados Unidos”.
En otro rubro, indica que las políticas de seguridad nacional incluyendo programas de espionaje masivo están “quebrantando las libertades de prensa, expresión y asociación”.
Condena también la persecución judicial discriminatoria y abusiva contra musulmanes estadunidenses.
Subraya que por decimotercer año, Estados Unidos mantuvo detenidos de manera indefinida en Guantánamo a hombres “sin cargos, ni juicio” (143 seguían ahí) y señala que el gobierno continúa realizando “operaciones de asesinatos selectivos” en Afganistán, Yemen y Somalia, frecuentemente causando bajas civiles.
El extenso capítulo documenta una serie de condiciones y prácticas que implican una violación de derechos humanos en Estados Unidos. Entre ellas se nota que este país sigue siendo el más encarcelado del mundo, con un total de 2.3 millones de reos, las disparidades raciales en la justicia penal (afroestadunidenses son encarcelados en proporciones 6 veces más que los blancos) y que los pobres y los jóvenes son los que padecen de mayores abusos en el sistema penal.
Por otro lado, documenta que 33 personas fueron ejecutadas por los estados en 2014.
Además, resalta, en el rubro de derechos laborales, el hecho de que cientos de miles de niños trabajan en los campos agrarios de este país.
Brooks termina indicando, al abordar los derechos de la mujer, entre otros asuntos, el aumento en restricciones a servicios de aborto, la violencia sexual (una de cada cinco mujeres es agredida sexualmente en la universidad), y el manejo inadecuado por policías de casos de agresión sexual contra mujeres.

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