Por obvio que parezca el titular no deja de ser una premonición motivo de grande preocupación en este mundo que ya agotó década y media del siglo XXI, y que solo en las dos últimas centurias puso al límite del agotamiento los recursos naturales que a la Madre Natura, a la Tierra, le costó millones de años crear.
Son escasas las oportunidades de sobrevivir si no actuamos, alerta por enésima vez el filósofo estadounidense. Pero nadie parece hacerle caso a él, ni a ninguno de los otros que ha dedicado tiempo a advertir sobre este problema, que no deja otra alternativa que elegir entre vivir o morir, entre asegurar un rayo tenue de esperanza o resignarse al holocausto ambiental.
Convocado por un selecto auditorio, con el cual compartió en videoconferencia estas inquietudes, Chomsky advirtió a los participantes en el coloquio La izquierda mexicana del siglo XX: trazos y perspectivas, sobre la necesidad de promover una educación que fomente la crítica y el pensamiento frente a otra que forma personas obedientes.
Al propio tiempo, el académico y activista social estadounidense afirmó su convicción de que el modelo económico actual está explotando, pero más importante que eso, el planeta va camino de ser autodestruido por los propios seres humanos.
Instigado por interrogantes de un variopinto panel que reunió a catedráticos, filósofos y periodistas, Chomsky respondió la pregunta de ¿qué debía pasar para que esta economía (en referencia a la de mercado) explote?
Y dijo casi en un susurro: "Bueno, ya está explotando, pero explota a una velocidad que para nosotros no es perceptiblemente rápida.
"Se puede ver que esta burbuja está explotando porque desde la llegada del neoliberalismo y el abandono de las políticas económicas sociales, en los países donde se ha aplicado ese modelo, principalmente en América Latina, que en los 80 fue la región que más se interesó en estas políticas, que más las estudió, y sus naciones sirvieron como laboratorio de experimentación de estas políticas, ha cesado el crecimiento económico".
Sin embargo, aclaró, aquellos países que más se vieron afectados "ya comenzaron a tratar de descifrar qué es lo que pueden cambiar, y Latinoamérica ha empezado a salirse de estos modelos", excepto México, que ha tenido una de las tasas de crecimiento más bajas del continente. En el sur, con países como Ecuador o Brasil, "no han sido ciento por ciento exitosos, pero sí han tenido algo de éxito en liberarse del control que tienen el FMI o los sistemas financieros internacionales. Por primera vez las naciones latinoamericanas empezaron a trabajar juntas, a integrarse, que era requisito para la independencia y para liberarse del control imperialista; este es un desarrollo muy importante y hemos visto ejemplos bastante significativos".
Señaló que en este contexto, la decisión de Washington de reactivar relaciones con Cuba "no fue para sacarla de su aislamiento", sino para que Estados Unidos no quedara completamente aislado.
“No podemos predecir cuándo va a explotar esta burbuja, no podemos predecir nada. Sin embargo, lo político y económico son cuestiones académicas: hay una crisis todavía más grande, que es la que nos va a destruir a todos a menos que se haga algo al respecto: la crisis ambiental.
“Es una situación muy peligrosa; todos los días hay información científica nueva acerca de su gravedad. Nos queda muy claro –a casi todos los científicos y los que están poniendo atención– que si la mayoría de los combustibles fósiles no se dejan en la tierra, la posibilidad de que podamos sobrevivir es muy escasa.
“Actualmente, la destrucción de las especies está en un nivel similar al de hace 65 millones de años, y muy cercana a la gran extinción, cuando un asteroide golpeó la Tierra y causó la extinción de los dinosaurios, lo que permitió el desarrollo de humanos y mamíferos, pero fue una época de gran destrucción de las especies. Estamos en la misma situación, sólo que ahora los humanos somos ese asteroide que causa la destrucción.
"Si no se soluciona esta crisis ecológica rápidamente, entonces las otras preguntas simplemente van a desvanecerse".
Otra de las preguntas estuvo enfilada al deseo de una propuesta sobre cómo descolonizar la educación para crear un mundo más equitativo. Al respecto, el pensador y crítico estadounidense habló de la necesidad de un modelo educativo en el que se enseñe a los alumnos a pensar, a resolver problemas, a investigar, en lugar de obligarlos a memorizar como parte de un modelo educativo al que llamó "bancario", que lo único que genera son personas obedientes que se unen al ejército o para "formar parte de los procesos de producción en serie, adoptando la postura que se les diga".
El modelo descolonizante, apuntó Chomsky, "representa un fuerte problema para la derecha, porque genera personas independientes".
Por último, el académico complació a los asistentes al establecer un paralelo entre el 11 de septiembre de dos años diferentes: el de 1973, con el asesinato del presidente socialista chileno Salvador Allende y la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet; y el de 2001, con los atentados al World Trade Center en Nueva York en el que murieron 3 mil personas.
"Matar 3 mil personas no es algo pequeño; 3 mil personas es el número de asesinatos de la campaña antiterrorista de Obama, que es la más grande en la historia, matando a personas que eran sospechosas de agredir a Estados Unidos. Así que el 11 de septiembre es un asunto serio, pero en el sur fue un evento aún más serio", porque más de 75 mil personas murieron a manos de los regímenes dictatoriales, subrayó Chomsky.
“Fue una parte de algo todavía más grande que comenzó en la década de los 60: en 1962 Kennedy cambió la misión de la milicia estadounidense, que de ser una milicia de defensa la utilizó para la seguridad interna, lo que significa que actúa más en contra de su población. Después fue la instauración de la siguiente dictadura neonazi en Brasil, después Chile, también Uruguay y la peor fue Argentina.
"Toda esta plaga se dispersó en América Central. Fue un terrible periodo de destrucción, tortura asesinato. Estos eventos tuvieron una importancia histórica muy grande, pero poco discutida en Estados Unidos y Europa por los motivos de siempre: solamente se discuten los crímenes de otros y no los propios, sin importar lo grandes que sean". (Con información de Ericka Montaño Garfias, de La Jornada)
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