Ramona Wadi @walzerscent 22 de febrero de 2016.
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El anuncio de diciembre de 2014 de que Cuba y los Estados Unidos podrían normalizar sus relaciones fue recibido tanto con entusiasmo como sospecha. Las negociaciones diplomáticas que llevaron a la liberación de los tres miembros restantes de los Cinco presos en los Estados Unidos, a cambio del contratista de la USAID Alan Gross y un espía sin identificar, también proveyeron los fundamentos sobre los cuales ambos países acordaron embarcarse en una nueva serie de discusiones diplomáticas.
Siguiendo una revisión por el Departamento de Estado en abril de 2015, Cuba fue borrada de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo –un esquema concebido por los Estados Unidos contra Cuba debido al apoyo de la isla a la resistencia revolucionaria en Sudamérica y África. Irán, Sudan y Siria permanecen en la lista.
En agosto de 2015 los Estados Unidos abrieron una embajada en La Habana, poniendo fin a la ruptura diplomática histórica que escaló acciones cubiertas y encubiertas contra Cuba, que incluyó cerca de 630 planes para asesinar al anterior líder cubano Fidel Castro. En su discurso durante la ceremonia de izamiento de la bandera en la embajada, el Secretario de Estado John Kerry aludió a la perpetua retórica de “transición democrática” en Cuba, apuntando que “el futuro de los cubanos es algo que ellos deben de modelar”, y continuó:
“Pero los líderes en La Habana –y el pueblo cubano- deberían también de saber que los Estados Unidos siempre permanecerá como un campeón de los principios democráticos y las reformas. Como otros gobiernos dentro y fuera de este hemisferio, continuaremos urgiendo al gobierno cubano a que cumpla con sus obligaciones bajo los convenios de derechos humanos de la ONU y el sistema interamericano –obligaciones compartidas por los Estados Unidos y todas las otras naciones de las Américas”.No obstante Kerry falló en reconocer el histórico y actual papel de los Estados Unidos en crear disonancia internacional bajo la fachada de la democracia.
Entretanto, mientras los Estados Unidos ejercita su poder suave en relación a Cuba, esta también golpeando a Venezuela con intentos agresivos de socavar la Revolución Bolivariana. Los Estados Unidos tomaron parte en los intentos de sabotear a Venezuela, ayudando a orquestar el golpe contra el Presidente Nicolás Maduro, y proveyendo apoyo político y financiero a la oposición venezolana.
Las diferentes actitudes de los Estados Unidos hacia estos dos países pueden ser vistas como tácticas de subyugación. La agresión imperialista en Venezuela recuerda las tácticas usadas en Chile, que llevaron a la caída del presidente socialista democráticamente electo Salvador Allende y el respaldo a la brutal dictadura de Augusto Pinochet. Cuba, por otra parte, ha resistido a más de 50 años de persistente agresión norteamericana.
Siguiendo los ataques terroristas contra Cuba planeados por antiguos agentes de la CIA Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, disidentes exiliados de derecha que se embarcaron en una serie de actividades de terrorismo contra lugares turísticos en Cuba, los Cinco fueron enviados a Miami para monitorear y prevenir los ataques terroristas contra la isla. Evidencia recogida por los Cinco fue eventualmente pasada a los Estados Unidos, los que respondieron arrestando y apresando a los Cinco agentes antiterroristas en 1998.
El 7 de octubre de 2011, René González fue el primero de los Cinco en ser liberado. No obstante, medidas punitivas adicionales le fueron impuestas, cuando la corte le ordeno servir un periodo de probatoria de tres años en los Estados Unidos. Finalmente, se le dio permiso para permanecer en Cuba tras una visita sancionada por la corte para el servicio fúnebre de su padre en 2013.
Dados los peligrosos, aunque fútiles intentos de los Estados Unidos para sabotear el movimiento socialista en Cuba, la alternativa que les queda es infiltrarla diplomáticamente y establecer una presencia que pudiera facilitar cualquier hipotética erosión de la Revolución Cubana.
Hablando con MintPress News, González apunta donde los Estados Unidos y Cuba divergen políticamente y en términos de sus respectivas metas para la nación isleña. Ahora, dice González, la lucha de los cubanos gira alrededor de cuestiones sobre como sostener los valores de la Revolución, mantener vínculos con un poder imperialista que es hostil a Cuba, y asegurar la supervivencia del socialismo en el país.
MintPress News (MPN): Ahora que restantes miembros de los Cinco han sido liberados tras las negociaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos ¿En qué manera ustedes continuaran la lucha antimperialista? ¿Cualquier actividad futura –particularmente en relación con la solidaridad internacional- pudiera ser limitada por tales acuerdos?
René González (RG): Ante todo, tenemos que recordar que el acuerdo entre los Estados Unidos y Cuba de diciembre 17, tanto como otros pasos dados por ambas partes luego, nunca han implicado una concesión del gobierno cubano. El gobierno cubano ha dejado bien claro que nuestra soberanía y políticas no están sobre la mesa, de la misma manera en que no imponemos a los Estados Unidos nuestros puntos de vista en relación a su soberanía y políticas.
La solidaridad internacional es una relación de dos vías, en la cual damos solidaridad y a cambio la recibimos. La lucha de los Cinco, por poner un ejemplo, en gran parte es el resultado de la respuesta de millones de personas expresando su solidaridad con el pueblo cubano. La mayoría de los pueblos del mundo comparten en destino común de ser sujetos a explotación. Todos estaremos entre las víctimas mientras alguien más esté siendo victimizado, aun si en un momento dado no somos objeto de agresión directa. Hasta tanto alguien sea victimizado por el imperialismo, todos nosotros somos víctimas.
Esa conciencia está impregnada en nuestro internacionalismo, y está en la esencia de nuestras políticas de solidaridad internacional. No cambiará por el solo hecho de que establezcamos una relación normal con los Estados Unidos o con cualquier otro gobierno.
MPN: Ha habido muchas opiniones conflictivas en relación con la normalización de relaciones con los Estados Unidos. ¿Cómo encaja este paso en los valores de la Revolución Cubana?
RG: Debemos de recordar que la normalización de vínculos con los Estados Unidos es un evento en sí mismo conflictivo, así que no debe de sorprendernos que traiga un conflicto de opiniones.
De hecho, las metas de ambas partes –los Estados Unidos y el gobierno cubano- están por naturaleza en conflicto. Ellos ven esta aproximación como una forma mejor de restaurar el capitalismo y su relación hegemónica con Cuba, luego de haber fallado tras más de cinco décadas de políticas agresivas. Nosotros lo vemos como la oportunidad de dejar atrás un bloqueo y políticas de agresión que han limitado nuestra capacidad de construir nuestro socialismo.
Pero cuando se trata de los valores de la Revolución Cubana, uno de esos valores es el principio de mantener relaciones normales con el resto del mundo, aceptando el sistema de gobierno de cada nación y su soberanía. No fue Cuba la que impuso este alejamiento entre los dos países, sino el gobierno norteamericano. Si hubiera dependido de nosotros habríamos escogido el camino de la coexistencia pacífica para resolver nuestras diferencias.
Así que tener una relación normal con un país que difiere de nuestro sistema político está de acuerdo con nuestros valores. De hecho, Cuba tiene relaciones diplomáticas con casi cada país del mundo, independientemente de su sistema político.
Dicho eso, no podemos ignorar el hecho de que una relación con tan enorme poder, empeñado en subvertir nuestro socialismo, incurrirá en riesgos para nuestro sistema de valores. Ellos trataran de imponer su sistema de valores en nosotros, y para ese propósito cuentan con enormes recursos. Será sin dudas un reto proteger nuestros valores bajo tales presiones en lo económico, político e ideológico. La conciencia de esos riesgos es nuestra primera defensa, pero tenemos que ser inteligentes para transformar estos eventos en oportunidades y evadir los riesgos envueltos, incluyendo el de la erosión de nuestro sistema de valores.
MPN: ¿Hasta que punto piensa que el gobierno norteamericano cooperara con las solicitudes de Cuba, particularmente el fin de la ocupación militar de Guantánamo?
RG: Los dos países se han enfrascado en un largo proceso que tomará tiempo completar. El gobierno norteamericano usará cada uno de sus recursos como una ficha de cambio en este proceso, y ello incluye cualquiera de las herramientas ahora en práctica como parte de las políticas de los últimos cincuenta años. La ocupación de Guantánamo, como una de esas políticas, será parte de este toma y daca.
Yo no creo que el gobierno norteamericano hará alguna concesión por su buena voluntad. El proceso de desmantelar las políticas de los pasados 57 años será condicionado por su aproximación pragmática a las relaciones internacionales, lo cual tiene mucho que ver con sus cálculos de costo beneficio. Lo que yo espero es que mientras este proceso avanza, los costos políticos de mantener en su lugar estos instrumentos de agresión eventualmente se incrementen, empujándoles en la única dirección que es históricamente correcta: el levantamiento de cualquier barrera a la normalización de relaciones con Cuba, que incluye el regreso del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo.
De modo que cuando se trata de estos asuntos, nuestro más valioso recurso es la historia misma. Tendremos que ser pacientes y acercarnos a ellos con una visión a largo plazo. La base de Guantánamo tiene un uso militar muy limitado o nulo en la era de los portaaviones. Se mantiene en su lugar solo para echar sal a las heridas que ellos han estado infligiendo al pueblo cubano. Eventualmente será más costoso para ellos, tanto política como económicamente, mantenerla en su lugar. Por supuesto, nuestra prerrogativa es la de hacer todo lo posible por incrementar sus costos políticos por mantener tal ocupación.
MPN: ¿Cuál es la reacción general de los cubanos al acercamiento con los Estados Unidos?
RG: Yo la describiría como un optimismo cauteloso. La mayoría de la población cubana nació y ha vivido bajo el bloqueo y lo queremos ver levantado. Queremos que se nos permita probar que el socialismo en Cuba es una opción viable y la respuesta a nuestro futuro. Hemos luchado por ese derecho por 57 años, y vemos un enfriamiento del conflicto con los Estados Unidos como un triunfo de nuestra resistencia y determinación. Tenemos razones para celebrar ese acercamiento.
Por otra parte, entendemos los riesgos y estamos conscientes de las intenciones del gobierno norteamericano. Sabemos que si las cosas no se hacen correctamente pudieran salirse con la suya en sus propósitos de restaurar el capitalismo en Cuba. Ahora tenemos que enfrentar dos retos como nunca antes: las nuevas políticas imperialistas, ahora más sutiles y sofisticadas, y nuestras propias debilidades y limitaciones. Miramos a ese futuro con esperanza, pero al mismo tiempo entendemos que hay grandes riesgos asociados con nuestras fallas, por un lado, y las políticas del gobierno norteamericano, por el otro. Depende de nosotros enmendar nuestras fallas para evitar que sus políticas prevalezcan.
MPN: Los Estados Unidos están buscando establecer relaciones con Cuba y al mismo tiempo interfiriendo en Venezuela. ¿Cómo el internacionalismo cubano ve esta contradicción?
RG: Yo no lo veo como una contradicción en absoluto. Es consistente con la naturaleza y el modus operandis del imperialismo. Ambas políticas buscan el mismo resultado que los gobiernos norteamericanos han buscado en sus relaciones disfuncionales con América Latina: prevenir la materialización del destino común soñado por Bolívar y Martí, Fidel y Chávez.
La Revolución Cubana representa el compás moral en el camino hacia ese destino, y las políticas del gobierno norteamericano hacia Cuba apuntan a desviar ese compás de su curso. Al involucrarse con la sociedad cubana ellos buscan subvertir nuestros valores, y con ello matar el ejemplo y la inspiración que el internacionalismo y la solidaridad de la Revolución Cubana representan para los pueblos de América Latina.
En contraste, la relación con Venezuela apunta a la destrucción del sustento económico de la Alternativa Bolivariana para las Américas, lanzando una guerra de desgaste contra el pueblo venezolano, la cual descansa profundamente en una agresión económica que no puede ser ocultada tras sutilezas. Aquí no hay pretensiones. El imperialismo descansa en su poder para imponer penurias a los venezolanos, tal y como antes hicieron con los cubanos.
En cuanto a nosotros, repito, nuestra solidaridad con la Revolución Bolivariana no es negociable. Nosotros damos la bienvenida a mejores relaciones con los Estados Unidos, pero no sucederá si ello significa dar nuestra espalda a aquellos que, durante nuestro peor periodo, eran amigos del pueblo cubano. (Tomado del blog Soy un espía, dicen)
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