Marcos Torres
Caídos Martí y Maceo, sólo quedaban Gómez y unos pocos patriotas que tuvieran los méritos suficientes para hacer frente a las ignominiosas condiciones de la intervención norteamericana en la Isla y la serie de instrumentos económicos y jurídicos que inmediatamente después de la retirada de España comenzaron a apoderarse de la nación cubana, lastrando así la tan anhelada independencia, por lo que naciera el día 20 del mes de mayo de 1902, una República de Cuba “marionetizada”, triste imagen de lo que una vez el apóstol soñó para todos los cubanos que habitaban la isla de entonces.
Buscando la información necesaria para fundamentar los criterios que expongo (y muy a pesar de los que, en ejercicio necio de su mentalidad faldera, suelen celebrar este día con fanfarrias de lo que lo que pudo ser y no fue, y nunca será), he encontrado una aproximación desde el punto de vista jurídico al tema en cuestión, en uno de los libros del historiador, abogado, profesor universitario y fiel revolucionario, Dr. Julio Fernández Bulté.
Este libro se estudia en la carreras de derecho de todo el país, y aquí (“Historia del Estado y el Derecho en Cuba”) realiza un amplio análisis de los instrumentos jurídicos que empleó el naciente imperialismo norteamericano para adueñarse palmo a palmo de nuestra isla.
No obstante lo anterior, no pudiera decirse que todos los norteamericanos poseían la intención de apoderarse de Cuba, ya que existieron dignos ciudadanos de ese país, que aspiraban a sostener un trato justo y recíproco con los cubanos. Ese es el caso de senador Joseph Benson Foraker, quién elaborara y promoviera la denominada “Enmienda Foraker” aprobada el 3 de marzo de 1899 en el senado norteamericano y ceñía su esencia a la no entrega de “concesiones de ninguna clase ni por ninguna autoridad militar o de cualquier clase en la Isla de Cuba mientras dure en esta la ocupación de aquellos”. El señor Foraker avizoraba la saña corruptiva que se avecinaba sobre la Cuba de finales del siglo XIX, pero no pudo impedir lo que sucediera después. Esta enmienda en la práctica no pasó de ser una buena intención.
Descolla en este sentido, por su carácter extraterritorial y hegemónico, la “Enmienda Platt”, la que valiéndose de subterfugios legales y caminos corruptos dentro del propio senado norteamericano fuera, finalmente, aprobada el día 25 de febrero de 1901, que incluía un apéndice que ataba a la nación cubana a la hegemonía extranjera situación que fuera condicionada por la traición de Tomás Estrada Palma, quien hasta aquel momento fuera tenido como “uno de los más fieles” al apóstol.
Tuvo que pasar medio siglo para que una generación de cubanos dignos y valientes, herederos de la doctrina iluminadora martiana, salieran a “tomar el cielo por asalto”… y lo lograron.
Andan por ahí los representantes de la “oxiurera de nuevo tipo” (CiberCuba, Cubaencuentro, etc) celebrando el día que Cuba cambió las cadenas hispánicas por el yugo monstruoso del norte: tristes personajes que idolatran a un amo que ciertamente les paga, y les paga mucho, pero que los desprecia, como Roma a sus traidores. (Tomado de Las Torres de Marco, blog del autor)
- La cuenta del autor en Twitter: @marcostropero
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