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miércoles, 13 de abril de 2011

Paradigma del terrorismo: Posada Carriles, el monstruo de Barbados

El Monstruo (Posada) y el abogado
del Diablo (Arturo Hernández)

Ernesto Wong Maestre
   
SI HAY ALGÚN PERSONAJE en este mundo que sintetiza la maldad humana y la crueldad imperial del terrorismo de Estado ese es Luis Posada Carriles quien hoy camina libremente por las calles de las ciudades de La Florida o de cualquier otra de los EEUU, protegido y respaldado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), con la estrecha vigilancia de la Central de Agencia de Inteligencia (CIA) y de otras de las agencias de inteligencia del país dadas las características de este mafioso.
Ni por algo plenamente comprobado, con testigos y pruebas, como fueron los cargos de delitos migratorios, este terrorista de larga trayectoria delincuencial fue castigado en prisiones de EEUU. Las razones son obvias: ha sido un “hombre del sistema” que ha desempeñado muchas tareas sucias encargadas por el complejo militar-financiero-comunicacional de EEUU, incluso desde su celda en los años de presidio en Panamá entre 2000 y 2004.

Meterlo a prisión podría ocasionar una catástrofe en “el sistema”, sea por represalias de sus sicarios como por afectación de los agentes que cumplen similares funciones a Posada en todo el mundo para las actuales estrategias estadounidenses de recuperación de la hegemonía mundial basadas en la reconquista de espacios perdidos, como sucede en el Medio Oriente, para originar una nueva forma de colonialismo, no el neocolonialismo de la posguerra sino el neocolonialismo del siglo XXI para contrarrestar al socialismo cubano, al socialismo bolivariano o ese de carácter más general que se rediseña colectivamente en América Latina, Asia, África y Europa para todo el mundo, y de ahí su destacada generalidad, al que se le llama Socialismo del siglo XXI.
Los actos malvados y crueles de Posada comenzaron desde que era policía del dictador cubano Fulgencio Batista, allá por los años 50, llevados a cabo en los sótanos de las estaciones de policía donde funcionaban los centros de tortura del régimen de facto impuesto por los militares y policías formados en la Escuela de las Américas. Luego, cuando cayó el despiadado sistema proestadounidense ante el pueblo y los rebeldes de la Sierra Maestra, Posada no tuvo otra opción que escapar de la justicia cubana y continuó ejerciendo sus mañas y hábitos represivos al servicio de la CIA que al parecer lo introdujo en las fuerzas de seguridad e inteligencia de Venezuela, en los 60 para apoyar las acciones contra la oposición progresista, luego fue a la contrainsurgencia centroamericana en los 70.
Hoy, varios venezolanos y venezolanas perjudicados por “el Comisario Basilio”, pseudónimo de Posada Carriles en la DISIP (ex organismo de seguridad), reclaman justicia y extradicción ante todas las violaciones a las leyes que le han permitido al terrorista andar en libertad en EEUU.
“La CIA lo incorporó en mecanismos de represión tanto en Venezuela, donde dirigió las mortíferas operaciones de "limpieza" de la DISIP, como en El Salvador, Guatemala y Honduras, donde se le asignaron tareas similares” precisó el investigador Jean-Guy Allard en uno de sus artículos publicados en la web.
Con el control de esas operaciones y del personal bajo su mando y de otros elementos susceptibles al soborno o al chantaje, Posada Carriles y su gran amigo de la misma calaña terrorista Orlando Bosh planearon el mayor y más cruel sabotaje aéreo conocido en nuestra época: hacer estallar en pleno vuelo al avión de Cubana de Aviación que transportaba en septiembre de 1976 los equipos femenino y masculino de esgrima, ganadores de la competición internacional realizada en Maracaibo, y que regresaban a Cuba vía Barbados.
Para ello contrataron, con el arte inconfundible de la mafia, a los venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo, quienes abordaron el avión de Cubana en Caracas con las bombas colocadas en sus maletas para que explotaran luego de despegar de Barbados donde ellos debían abandonar la aeronave en esa escala hacia La Habana. Los mercenarios, por su calaña de ambición y bajeza, nunca se imaginan el daño humano de sus acciones, por ello venden sus habilidades y sangre fría al mejor postor. Y si se lo llegasen a imaginar poco les importa porque no son virtuosos sino indignos.
Tampoco el político para quien el fin justifica los medios mide o estima los daños humanos de sus políticas. Así le ocurrió a Carlos Andrés Pérez quien se rodeo de los instrumentos más crueles del terrorismo de Estado, entre ellos, Orlando García y Posada Carriles.
García, luego de fallecer en 2005, fue calificado por el Nuevo Herald de Miami el 26 de julio como “el hombre que conocía los pormenores sobre el atentado a un avión cubano en 1976” quien “se llevó sus secretos a la tumba", el que fue "testigo clave en el caso Posada".
Casi un centenar de seres humanos murieron en el cielo y mar de Barbados, muchos de ellos jóvenes que eran esperados por sus padres y hermanos en el aeropuerto de La Habana, también otros mayores que se encontrarían con sus parejas e hijos. Algunos de nacionalidad coreana que viajaban en tránsito. Todos y todas dedicados a la vida sana y pacífica del deporte o de otras profesiones, truncadas por esos mercenarios asalariados del imperio.
Fue un “horrible crimen que me dejó muy afectado” me confesó un colega profesor venezolano que para ese año era deportista y se enamoró de una de las esgrimistas, y luego se incorporó al alzamiento de 1992 contra el mismo régimen neoliberal que defendía Posada Carriles en Venezuela y desde donde conspiraba y accionaba contra la hidalguía y nobleza de la Revolución Cubana, ese proceso caribeño que ha contribuido con la educación universitaria gratuita de miles de hijos pobres y con la salud de millones de seres humanos de todos los continentes.
“Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla” sentenció Fidel en la despedida de duelo de las víctimas de Barbados. Y así fue.
La noticia del múltiple asesinato fue un fuerte golpe para el pueblo cubano que sufrió intensamente junto a sus familiares pero a su vez, fue un reto y estímulo para las fuerzas liberadoras internacionalistas cubanas que luchaban en esos años por la libertad e independencia de Angola, Namibia y Suráfrica. Las solicitudes de cumplir misiones internacionalistas en Cuba se multiplicaron, como luego se multiplicaron los voluntarios de educadores cuando la contrarrevolución nicaragüense asesinó a maestros cubanos en el país centroamericano.
De ese temple están hechos los revolucionarios que llevan hasta sus últimas consecuencias la revolución, como diría el Che.
Posada quizo castigar a Cuba por encargo de EEUU dada las victorias angolano-cubana de noviembre-diciembre de 1975, luego extendidas hasta 1988, y cometió la barbarie de Barbados en 1976, lo que fue respondido por el pueblo de Cuba con la liberación de casi la mitad del continente africano, como lo han reconocido muchos presidentes o líderes africanos.
El propio Posada afirma su crueldad y saña ante la heroicidad de Cuba. Y lo continúa ratificando en cada ocasión que la prensa lo aborda, y los gobernantes de EEUU lo permiten y lo premian: el objetivo es dañar por cualquier vía a la Revolución Cubana y a sus líderes.
En función de ello, en Panamá, durante la época presidencial (1999-2004) de la no menos cruel y mafiosa Mireya Moscoso, Posada Carriles y otros terroristas como Antonio "Tony" Iglesias Pons, Santiago Álvarez Fernández- Magriñá, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón -quienes también andan sueltos en Miami- planearon volar el auditorio donde se realizaría la X Cumbre Iberoamericana en noviembre del 2000 a la cual asistiría -entre otros presidentes- el líder cubano Fidel Castro.
Por ello, arribaron, desde el mes de agosto del 2000, a la ciudad capital del país centroamericano el grupo de terroristas antes citado, según consta en los registros oficiales.
El hecho no se consumó gracias a la denuncia oportuna y valiente de Fidel quien llegó a Panamá para participar en la referida Cumbre, conociendo los preparativos terroristas, y al llegar al aeropuerto de ese país hizo la pública su denuncia.
Cientos de vidas fueron salvadas en esa ocasión de las entrañas del monstruo de Barbados, Luis Posada Carriles. Los terroristas fueron apresados para tranquilidad de los presidentes y jefes de gobierno asistentes.
Pero la prisión de los terroristas fue abierta en el 2004 para el escape a Miami, a cambio de 4 millones de dólares que recibió Mireya Mosoco, quien casi al concluir su mandato prefirió enriquecerse antes que hacer justicia por la humanidad. Allá está viviendo en la Florida rodeada y quizás resguardada por la mafia cubano-americana guiada por el Monstruo de Barbados o por el Bin Laden de América, como ha calificado el canciller Nicolás Maduro al terrorista Posada Carriles.
Mantener una conducta de rechazo a la guerra de agresión debe ser sinónimo de una conducta de condena enérgica a estas patrañas del imperio para proteger al terrorista bajo el paradigma del terrorismo de Estado y de una conducta cada día más coherente y profunda de defensa integral de la nación.
"Luis Posada Carriles es un asesino, un terrorista y torturador que ahora goza de plena libertad en Estados Unidos. Ese es el gobierno que dice luchar contra el terrorismo. ¡Qué gran mentira! Es un imperio terrorista", exclamó indignado el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ante las tropas de Guardacostas en un acto efectuado en la Estación Principal de La Guaira,Vargas, luego de conocer la miserable decisión de la presidenta de Panamá que le costó al país centroamericano el corte de las relaciones diplomáticas con Venezuela y Cuba que desde hace años solicitan la extradicción de Posada Carriles para juzgarlo, como corresponde a un monstruo asesino que es hoy pieza clave en el paradigma del terrorismo made in USA.

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