Clasifican como iguales aquellos que los milicianos derrotaron en Girón hace 50 años y las encopetadas Damas de Blanco pagadas por la Oficina de Intereses. |
SERÍA PUERIL ASEVERAR que el Socialismo en la Unión Soviética fue destruido por un solo hombre, pues, lo sabe el lector, dogmas e inmovilismos influyeron de manera notable en la desmantelación de un régimen social que, pese a ello, exhibió grandiosas conquistas, costó millones de vidas e innumerables sacrificios a lo largo de siete décadas y propició muchos beneficios sociales a los pueblos de sus distintas repúblicas; así como una posición de potencia mundial a Moscú en la arena internacional, la cual contribuía a la bipolaridad y a mantener algo más quietas las pistolas, ahora sin ley alguna, del Tío Sam.
Sin embargo, con esto asentirá hasta el más furibundo detractor del papel de la personalidad en la historia, el “camarada” Mijail Gorbachov jugó un rol central infaustamente negativo en su quiebre. Viejo rastreador del tema, conservo documentos de la relación “romántica” con Occidente del hombrecillo del lunar frontal, harto elocuentes. No obstante, el gran libro/resumen sobre la incidencia en el fin de la URSS del hoy millonario conferencista todavía está por escribir.
Mientras llega, me agradó sobremanera leer las reflexiones de Guennadi Ziugánov, al frente del Partido Comunista de la Federación Rusa, las cuales, bajo el título Es un completo y apestoso traidor, escribe: “Fue un presidente Judas que traicionó a su partido, a su país, a su pueblo, a todos nuestros aliados y amigos. No celebra su aniversario ni en Moscú, ni en su patria chica en Stavropol, sino en Londres, donde cometió el más terrible de los crímenes, cuando al entrevistarse con Margaret Tatcher le vino a prometer que se encargaría de enterrar el campo socialista, a su país y a su partido”.
A propósito de un homenaje allí, de esos comunes al ex mandatario, expresa que “llegarán un montón de invitados: todos los que aplaudieron la destrucción de nuestro país, que era el faro y la personificación de la Victoria, de la conquista del espacio, de la paridad estratégica, quienes se han enriquecido de forma fabulosa porque son los mismos que saquearon nuestra patria asesinada y continúan saqueándola. Y el asesinato ayudó -a Occidente, a los EE.UU. en primer lugar- a retrasar la crisis desatada hace dos años, en al menos 15 más”.
Remata Guennadi: “En los EE.UU. trabajan 17 mil especialistas doctorados de Rusia, y aquí apenas se han quedado 27 mil. ¿Qué significa esto? Ellos no los han alumbrado, no les educaron ni pagaron nada por ellos, y recibieron profesionales ya formados. Toda esta gente con tanto talento podría trabajar aquí, pero las consecuencias de la devastación de Gorbachov y Yeltsin son de tal magnitud que significaron la destrucción de 70 mil fábricas, sectores enteros se liquidaron: construcción de maquinaria, electrónica, electrodomésticos, robótica y muchas otras. En la práctica dejamos de producir en nuestras fábricas aviones, automóviles, tractores y muchas otras cosas. (…) Le ovacionarán, porque convirtió a nuestro país en un país dividido e indefenso. Por algo como eso en cualquier país hace tiempo que estaría entre rejas.
“También aplaudirán el hecho de que hoy día ya no exista la paridad estratégica, por haber podido después de eso castigar a nuestra hermana Yugoslavia, despedazar Irak y regar con sangre Afganistán. También aplaudirán que de nuestro subsuelo puedan extraer millones de toneladas; el año pasado nos dejamos 500 millones de toneladas de petróleo, de los que vendimos 300 millones a precio de saldo. Y ahora la gasolina y el gasóleo de calefacción es más caro aquí en 4 o 5 rublos que en los propios EE.UU. Aplaudirán a esa gente que se sigue mofando de nuestro país, así que no hay nada en todo esto que me pueda sorprender. Quiero decir que hace ya 3 años el propio Bush padre le condecoró con la máxima condecoración de los EE.UU. Habría que colgar del cuello a este Judas una “pesada medalla” por su traición a la patria, como en tiempos de Pedro I. (…). En lo que atañe a nuestro país, intentó meter la cabeza en la campaña electoral y no obtuvo ni medio punto porcentual. Esto significa que le dio la espalda por completo y lo calificó con un hermoso cero. En mi opinión es un completo traidor, un Judas que apesta”
Las monedas de plata a pagarle por su traición no tendrán jamás un valor directamente proporcional al crimen cometido. Cada Judas llevará su castigo, por vender a los suyos. O lo cargará su pueblo, algo mucho peor.
La “dólardisidencia” cubana, orquestada y financiada por Washington y el segmento ultrarradical de Miami, no solo desea ver el retorno al régimen neocolonial, sino además a nuestras ciudades bombardeadas: como Libia ahora. De hecho, su ahijado José María Aznar, lo sugirió hace pocas semanas.
Ningún iluso, de acá o acuyá, albergue la idea trasnochada que esta gente y sus damas de marchas "blancas", huelgas o teatros mediáticos de toda suerte aspiran a nada bueno para su patria. No más pretenden la anulación de nuestra soberanía.
Cuba no es perfecta, hay disímiles problemas y carencias. Trabajamos entre todos para resolverlos; pero aquí dentro, con la voluntad y el esfuerzo colectivo. Unidos y fieles a nosotros mismos, porque somos la continuidad de un empeño de siglos. Los compadres de Judas lo saben; mas no cejan en su vileza.
(*) El autor es periodista cienfueguero.
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