Congresista Mario Díaz-Balart. |
Para combatir las “excesivas” visitas a la familia en el mandato de Obama, Díaz-Balart insertó una enmienda en el proyecto de ley de servicios financieros del año fiscal 2012 en un intento para evitar que los casi 400.000 cubano-americanos que con entusiasmo viajaron a la isla el año pasado, vuelvan a hacerlo.
El congresista afirmó que su opinión refleja la del 90 % de la comunidad cubano-americana, aunque las cifras de viaje lo contradicen.
La enmienda volvería a las restricciones de la era de George W. Bush, pues entre las propuestas figuran igualmente exigir licencias específicas para viajes familiares, reduce los conceptos de la definición de “familia”, limita los viajes a cada tres años por un período de 14 días, enmarca las remesas familiares a los miembros de la familia inmediata y por si fuera poco fija en 300 dólares por cada trimestre el monto total de las remesas (1 200 dólares al año).
Caracterizada como cruel, mezquina y anti-familia por la Latin American Working Group, la enmienda fue aprobada por el Comité de Asignaciones y será votada por el pleno de la Cámara de Representantes como parte de un proyecto de ley que nada tiene que ver con Cuba o los asuntos exteriores.
Esta táctica no es nueva, de hecho este es un caso de turn-about.
En 2009, el diputado José Serrano (demócrata por New York) restauró los derechos de los cubano-estadounidenses a visitar su país cuando lo deseen, mediante la adición de estos términos al proyecto de ley general de ese año de asignaciones. Los proyectos de ley Presupuestarios y de Asignaciones se utilizan de esta manera por todos debido a que estos proyectos de ley tienen que ser aprobados tarde o temprano, por lo que los miembros de la asamblea se ven obligados a aceptarlos en aras de mantener el gobierno funcionando.
La única voz razonable del lado republicano, el representante Jeff Flake, censuró a los conservadores diciendo que el partido que dice apoyar los valores familiares, un gobierno pequeño y la libertad no debe privar a la gente de sus libertades y dividir familias.
El diputado legislador de Puerto Rico, José Serrano, advirtió que no se debe tratar de definir lo que constituye “la familia”, porque el alcance varía entre los diferentes grupos étnicos, y el representante demócrata de Virginia, Jim Morán denunció la enmienda como anti-estadounidense y “totalitaria”.
Un demócrata, el representante Adam Schiff, quien recientemente recibió un pago de 2 mil dólares del Comité de Acción Política para la Democracia en Cuba, de extrema derecha, pronunció un discurso improvisado sobre la terquedad del gobierno cubano, advirtiendo de que si no cumple con los deseos de EEUU, él va a votar con el señor Díaz-Balart la próxima vez, asegurándose así otro cheque antes de la votación en el pleno.
El congresista Díaz-Balart dijo que las remesas se han convertido en una fuente de recursos enorme para el gobierno cubano.
Pero en realidad al diputado Díaz-Balart no le interesan los hechos. Tampoco le interesan los cubanos en la isla ni el derecho de los cubano-estadounidenses a tomar sus propias decisiones al igual que cualquier otro grupo inmigrante. Él sólo está interesado en vociferar la misma retórica obsoleta que mantuvo a su hermano (Lincoln) en el poder durante tanto tiempo con la esperanza de que con esta fórmula también mantendrá su empleo.
Mientras tanto, el argumento principal de los legisladores a favor de la normalización y contra el embargo (bloqueo) y la restricción de los viajes sigue siendo: “que esa política no ha funcionado durante 50 años”. Pero para los representantes y los senadores cubano-americanos, ha funcionado bastante bien.
La nueva enmienda tiene muchos obstáculos que superar antes de convertirse en ley.
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