Carlos Giménez y Julio Robaina durante un debate en la Universidad de Miami. |
Cuando aspiró a la alcaldía del Condado Miami-Dade, muchos pensaron que Julito, igual, saldría adelante, contando que el avezado zorro respaldaba sus afanes, como buen pupilo de la extrema derecha, con el apoyo masivo del poderoso aparato político de ese clan, dueño o accionista de los principales medios, buena parte de ellos permeados de discursos editoriales que parecen anclados en la Cuba de antes de enero de 1959.
Sin embargo, tal cual bien reza un popular refrán cubano, una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero... Porque sin mucho ruido, los que desde siempre juraron que Julito Roba y Na, acaban de "pasarle" factura, en especial para que recuerde por mucho rato que se puede hacer daño mucho tiempo, pero las víctimas también tienen su día. El hecho era inédito. La derrota a la mafia cubanoamericana significativa.
Y ocurre justamente cuando en Washington los representantes de esa extrema derecha de la cual Julio Robaina es ferviente seguidor, atacan en el Congreso, con inusitado fanatismo, los derechos del cubanoamericano de a pié para visitar su familia en la Isla caribeña.
Pues bien, "para que lleve carta" -expresión popular capaz de sintetizar los sentimientos de venganza- los electores "castigaron" en las urnas los afanes de Julito de seguir robando sin que pasara nada. Y le concedieron la gracia al ex comisionado Carlos Giménez, ganador este martes de la alcaldía en el condado, asiento de una de las comunidades cubanas más populosas en territorio de los Estados Unidos.
El voto fue marcado por una escasa participación, con una abstención de cerca del 83,64 por ciento, un comportamiento electoral capaz de calificar como anormal en cualquier otro país, sin embargo no pasa de ser asunto corriente en la nación autotitulada paladín de los estamentos "democráticos".
Según se rumora en Miami (y las bolas en aquel lugar suenan como a vox populi) entre los personeros que manejaron la campaña del muchacho que Roba y Na se encuentran los hermanos Díaz-Balart, el de Washington y el de Miami, el congresista David Rivera, el ex gobernador Jeb Bush, y nada menos que el terrorista internacional Luis Posada Carriles y su cofradía de veteranos del terror.
Robaina se aseguró así de un presupuesto de campaña que, en este país donde los fondos cuenten más que las ideas, tenía que garantizarle de manera absoluta el triunfo.
En una crónica reciente de “El Duende”, el periodista Max Lesnick de Radio-Miami, explicaba la importancia en estos muy “democráticos” comicios, de las “Boletas Ausentes” donde existe mayor posibilidad de fraudes y compraventa de votos, “algo en que son expertos algunos cubanos con vasta experiencia en ello”. Una experiencia heredada del régimen corrupto de Fulgencio Batista.
“El Duende” recordaba “una denuncia que hiciera el ex alcalde de Hialeah, Raúl Martínez, según la cual en las elecciones para el Congreso Federal, en las que él aspiró por el Partido Demócrata contra el Republicano Lincoln Díaz Balart, operativos de la campaña de Díaz-Balart se hicieron pasar por simpatizantes de Martínez para recolectar “Boletas Ausentes” que fueron marcadas a favor del candidato Republicano, que fue quien ganó aquella elección”.
En ese caso, a pesar de las pruebas presentadas por Martínez, no se levantaron cargos contra los acusados. Sin embargo, señala “El Duende” la jefa de despacho del candidato a la reelección Lincoln Díaz Balart era la señora Ana Carbonell. La misma Ana Carbonell que tiene el cargo de vocera de la campaña política de Julio Robaina.
Los cubanoamericanos de Miami, por otro lado, son siempre más decepcionados de las maniobras del congresista Mario Díaz-Balart que intenta, en el Congreso, acabar con sus derechos a viajar a su país de origen y a mandar remesas.
Díaz-Balart afirma que sus compatriotas cubano-americanos están disfrutando demasiado de su libertad para visitar a familiares en la isla y enviando demasiado dinero a sus familiares.
Para combatir estos “excesos”, Díaz-Balart insertó una enmienda en el proyecto de ley de servicios financieros del año fiscal 2012 para “evitar” que los 400.000 cubano-americanos que visitaron a su familia en la isla el año pasado, vuelvan a hacerlo.
Los residentes de Hialeah tampoco tienen motivos para venerar a Robaina: además de los rumores de corrupción que rodean al político, las calles rotas y hasta la presencia siempre más notable de mendigos en el centro, producto de la crisis, son manifestaciones del evidente deterioro de un municipio que se presentaba como parte del “sueño americano”.
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