Cacerolazos y bocinazos en todo Chile anunciaron en las últimas horas la arrancada del paro nacional ciudadano de 48 horas en reclamo de cambios profundos en el modelo sociopolítico.
El ruido de ollas y cacerolas, peculiar modo de protestar en Chile utilizado con frecuencia durante la dictadura, inundó anoche importantes plazas y calles de ciudades como Valparaíso, Concepción, Valdivia, Puerto Montt, Pucón, Talca, San Carlos y Santiago, destacaron emisoras locales y usuarios de Twitter.
Para este miércoles la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) instó a paralizar todas las labores en el país suramericano y a expresar en forma pacífica y mediante asambleas y concentraciones públicas el descontento social con la institucionalidad imperante.
La acción de protesta de este miércoles que continuará en una segunda jornada mañana tiene entre sus demandas fundamentales la derogación de la Constitución que rige en Chile y que fue impuesta por el régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Apoyada por numerosas organizaciones sindicales, incluida la Federación de los Trabajadores del Cobre y por organizaciones estudiantiles y gremiales, además de todo el espectro político opositor, la convocatoria de la CUT llama también a un plebiscito nacional por la educación.
Se demandará de igual modo una reforma tributaria inmediata, un nuevo código laboral, la renacionalización del cobre y la anulación de la ley antiterrorista, invocada en recientes procesos judiciales contra el pueblo mapuche.
El fin de la criminalización de los movimientos sociales y el establecimiento de políticas públicas que aseguren que la salud, la educación, la vivienda y los salarios sean derechos consagrados constitucionalmente forman parte también del petitorio de los manifestantes.
Chile vive un terremoto de protestas sociales desde abril de este año, con tanta o mayor intensidad que los fuertes temblores que sacuden a menudo su hermosa geografía.
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