El asesino no mostró ninguna señal de arrepentimiento, dijeron a la prensa portavoces de la Policía noruega. |
Decenas de agentes fuertemente armados acompañaron a Breivik, vestido con un chaleco antibalas y esposado, durante la visita a la isla, que duró alrededor de ocho horas.
Breivik, de 32 años, fue explicando cómo mató a cada una de las 69 víctimas a punta de disparos en la citada isla, mientras dos agentes filmaban la reconstrucción de los hechos para poder usarla como prueba en el futuro juicio.
“El imputado no permaneció impasible por estar de vuelta en Utoya, pero no mostró ninguna señal de arrepentimiento”, dijeron a la prensa portavoces de la Policía noruega. Además indicaron que la visita había proporcionado “muchos detalles nuevos” sobre la matanza, pero no quiso entrar en detalles.
En el doble atentado murieron 77 personas, ocho al explotar un coche bomba en el complejo gubernamental en Oslo y el resto en un tiroteo en el campamento de las Juventudes Socialdemócratas en Utoya, 40 kilómetros al sur de la capital noruega.
Con anterioridad, la Policía noruega había confirmado que Anders Breivik filmó la masacre de decenas de jóvenes en la isla de Utoya. Algunos supervivientes del tiroteo afirmaron que vieron al autor confeso de la matanza grabar todo lo que estaba haciendo.
Un oficial aseguró que fuerzas de seguridad se esfuerzan en encontrar la cámara del detenido, pero hasta ahora no han tenido éxito. Las autoridades sostienen que la intención de Breivik era hacer una película después de cometer la masacre.
Tras los interrogatorios al ultraderechista, quedó establecido también que el asesino no tuvo cómplices. Inicialmente existía la conjetura de que otras personas estuvieran involucrada en los ataques del 22 de julio en Noruega, pero pronto fue abandonada tras un exhaustivo rastreo de pistas en el contenido del ordenador y el celular del acusado.
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