Portada principal del Campamento Delta 1, de máxima seguridad. Un slogan bien elocuente a la entrada: "Moralmente obligados a defender la libertad" |
Mercedes López San Miguel
La cárcel de Guantánamo, definida como un campo de concentración por algunos analistas, sigue abierta diez años después de los atentados contra las Torres Gemelas. Guantánamo fue una de las respuestas más criticadas de la administración de George W. Bush tras los ataques de 2001, como lo fueron la invasión a Afganistán e Irak. Su sucesor, Barack Obama, no pudo cumplir su promesa al asumir de cerrar el penal. Tampoco puso en el banquillo a los funcionarios de la era Bush que justificaron las torturas a presos en Guantánamo y en las cárceles secretas de la CIA en el nombre de la guerra contra el terrorismo.
Quien haya visto el documental Camino a Guantánamo se habrá impactado al observar de primera mano la recreación de las torturas y vejaciones que sufrieron cuatro veinteañeros británicos de origen paquistaní encarcelados en la prisión norteamericana por ser considerados terroristas.
Que se haya comprobado que no tenían ningún vínculo con Al Qaida no repara las horas de angustia que vivieron. Sus relatos reflejan uno de los tantos testimonios de los prisioneros en este penal de la base naval estadounidense en Cuba. Un penal que empezó a albergar a “sospechosos” de terrorismo en enero de 2002 y debía ser cerrado a más tardar en enero de 2010.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos denunciaron el limbo jurídico en el que quedaron los 800 detenidos que pasaron por Guantánamo, sin poder acceder a un juicio en tribunales ordinarios. Según documentos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), revelados en 2007 como parte de una demanda entablada por la Unión de Libertades Civiles de EE.UU., varios detenidos fueron sometidos desde 2002 a malos tratos y torturas físicas y psíquicas, como la exposición a temperaturas y sonidos extremos, la privación del sueño o la profanación del Corán.
Guantánamo no es el único lastre de la guerra preventiva. Durante la era Bush se develó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) trasladó a unos 3 000 sospechosos de terrorismo a sus centros clandestinos de detención (black sites), que tiene en todo el mundo. Según un informe de la Unión Europea de 2007, la CIA operó 1 245 vuelos a través del territorio europeo. Allí los prisioneros fueron sometidos a “interrogatorios durísimos”, que según las leyes internacionales corresponden a métodos de tortura, como por ejemplo el “submarino” (simulación de ahogamiento).
Prisioneros enjaulados como si fueran animales. |
Los activistas de derechos humanos le reclaman y reprochan al mandatario demócrata que se niegue a procesar a los funcionarios que durante el gobierno de Bush aprobaron el uso de esos métodos de interrogatorio. Como el ex vicepresidente Dick Cheney, quien dijo sin ruborizarse a la cadena ultraconservadora Fox: “Esa práctica funcionó. Aportó datos secretos de relevancia vital”.
Raúl Cerdeiras, filósofo y director de la revista Acontecimiento, señala a este diario la contradicción de Occidente. “Las grandes democracias no tienen empacho en decir que torturan y llegan a justificar la tortura. Invaden países y matan a poblaciones indefensas como la de Irak. El discurso en el que se basó George Bush para invadir era el de la cruzada contra el mal. En el momento en que un pensamiento que viene de la democracia plantea una cuestión casi religiosa del Eje del Bien y del Mal se convierte en fundamentalista.
Un soldado estadounidense monta guardia en el Campamento 6 de la cárcel en la base de Guantánamo. |
Con todo, Obama prohibió a sus hombres el uso del submarino y toda práctica de tortura en general, así como el cierre de las cárceles secretas de la CIA. En marzo pasado, el presidente emitió una orden ejecutiva para mantener un régimen de detenciones “legal, sostenible y conforme a principios”, hasta que pueda cerrar el penal. Si es que puede.
El Congreso norteamericano pone trabas para destinar fondos a la clausura de Guantánamo, trasladar los presos a Estados Unidos y enjuiciarlos en tribunales federales. Hoy los detenidos allí son 171: afrontan la posibilidad de un juicio ante un tribunal militar, el traslado a sus países o detenciones indefinidas. Algunos de esos hombres en overol naranja puede que sigan presos de por vida, sin recibir un proceso justo. (Tomado de Página/12)
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