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martes, 20 de septiembre de 2011

Gadafi un acusador demasiado incómodo

Héctor R. Castillo Toledo

Testigo demasiado incómodo como para capturarlo vivo, dicen que mataron a Bin Laden en la ciudad pakistaní de Abbotabad, que lo echaron al mar, y con ello se acabó el fantasma de Bin Laden, aquel que nunca vimos corpóreo, sólo en imágenes de vídeos de dudosa factura. Pero bueno, lo mataron y con él se acabó el mito de aquel a quien acusan de haber fraguado los ataques contra Estados Unidos el 11 de septiembre de hace una década.
Muamar El Gadafi calificó hoy de farsa la situación creada en Libia y aseguró que los bombardeos de la OTAN "no durarán", pues el modelo de gobierno popular que creó "no puede ser derrocado".
Leo los despachos de agencias y todas se refieren a lo mismo. "Apareció" un nuevo mensaje de audio del esfumado líder árabe. Proviene de un lugar desconocido de Libia y fue difundido por el canal sirio Ar Rai. Dicen que Gadafi elogia la resistencia de sus seguidores frente a las fuerzas rebeldes que son apoyadas por ataques de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Se me antoja esta una historia parecida a la del saudí a la cabeza de Al Qaeda, engendro de la CIA a su imagen y conveniencia, cuando la campaña antisoviética en las cúspides afganas resultaba demasiado extenuante y peligrosa como para encomendársela a generalitos de West Point.
Remarco, la comparo con lo que salta ahora en calidad de historia parecida, pero hasta ahí. Sólo similar en apariencias, porque con Muammar El Gadafi, extravagancias y maridajes aparte, las cosas cambian.
El que aseguran liquidaron en Abbotabad arengaba sobre amenazas terroristas. Era la manera de agitar y mantener vivos los espantajos, cuando hacía falta mantener altos los niveles de la paranoia ezquizoide. Que si alerta naranja, que si verde, que si roja. Todo un semáforo de colores para controlar comportamientos casi rayanos con los de aquellos perritos de laboratorio del investigador ruso.
Este nuevo "fantasma" es mucho más peligroso, porque lejos de prometer cataclismos y eventos apocalípticos (le han endilgado algunos contra Europa, aunque no han podido probar su autenticidad), Gadafi se ha erigido en imprevisto acusador, en vocero de verdades incómodas para mucha gente de alcurnia.
"Lo que está ocurriendo (en Libia) es solo una farsa, gracias a los bombardeos aéreos que no durarán para siempre", remarcó Gadafi en su mensaje grabado, para luego agregar que "no se alegren ni crean que el Gobierno ha sido derrocado y que otro se impuso con ataques aéreos y marítimos (...) el sistema político en Libia (gobierno de las masas o Jamahiriya) está basado en el poder del pueblo y este es imposible que sea derrocado".
Muy pocos creyeron real la esencia estratégica de la retirada de las fuerzas gadafistas de la capital y el abandono del complejo residencial de Bab al-Aziziya, en el centro de Trípoli, cuya "toma", al igual que la de la Plaza Verde, resultaron un paseo ribeteado con aderezos de hazaña gracias a la magia y los trucos de los medios aliados a la agresión (cómo olvidar la farsa del montaje de Al Jazeera sobre la euforia de los rebeldes al culminar la ocupación del sitio emblemático de la llamada Revolución Verde)
Sin embargo, la nueva alocución del ahora evadido dirigente coincide con los reiterados reveses  insurgentes del autonombrado Consejo Nacional de Transición (CNT) a manos de civiles armados y fuerzas militares que le son leales en Bani Walid y Sirte, su ciudad natal, elementos que refuerzan aquella tesis de un abandono estratégico de posiciones para actuar contra las fuerzas agresoras mediante la táctica de guerrillas.
¿Se aventurará la OTAN a desembarcar sus tropas en la nación norafricana tal cual Estados Unidos en Irak y Afganistán antaño? Lo dudo, pero a eso los está obligando el ubicuo personaje.
Por lo pronto nada puede adelantarse de cuál va a ser la suerte de Libia mañana, ni pasado, ni siquiera la semana entrante. Noticias sobre la pretendida toma de Beni Walid y tropas desfilando por las que dicen liberadas calles del enclave, hemos leído varias en los últimos días y luego resultan falsas. Es tal la prepotencia mediática que ni siquiera se ofrecen desmentidos.
De ahí que todo cuanto se lee, escucha o ve en imágenes desde esa zona en conflicto, salvo honrosas excepciones de coberturas razonables y con apego a la absoluta verdad, haya que asumirlas con recelo, como la que afirma, según voceros militares del CNT, que una denominada Brigada Escudo del Desierto, con apoyo de la OTAN, tomó el aeropuerto y un cuartel de la ciudad oasis de Sabha, 650 kilómetros al sur de Trípoli en la zona que conduce a la frontera con Níger.
O esta otra, donde la coalición militar occidental confirma este martes que en los últimos días había bombardeado en Sabha dos sistemas de misiles, dos instalaciones de radares militares aéreos y tres de misiles tierra-aire, además de un vehículo artillado y plataformas lanzacohetes en Sirte.
Mientras prosiga la resistencia y martillen en los oídos los llamados del líder libio, nadie dormirá tranquilo ni en las carpas de campaña de los rebeldes en el desierto, ni tampoco en los los cómodos camarotes o en los cuarteles de las bases al norte del Mediterráneo.
O es que acaso alguien cree que es de gratis la presencia de los llamados soldados de la fortuna volcados a la caza de Gadafi y los 1,7 millones de recompensa por su captura, no importa si vivo o muerto.
Por que si encima de todo también ganan con callarle los secretos que dicen resultan comprometedores -en especial si resultan ciertos los de su afiliación a la CIA y otros servicios secretos de las naciones que ahora lo agreden-, hoy más que la toma de Sirte o Beni Walid la misión principal del CNT y la OTAN es dar con el paradero de este nuevo e incómodo "fantasma" que entorpece y posterga los planes de saciar la sed con el desangre inexorable de los recursos libios.

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