Parece una verdad de Perogrullo, porque sabido es que, en su inexorable y gradual avance consumista, la civilización marcha hacia una muerte segura condenando la vida en la Tierra. Y aunque no faltan quienes creen a pie juntillas en el Apocalipsis (unos alegan que en 2012 según una leyenda maya, otros como el habilidoso y cuestionado predicador del fin del mundo, Harold Camping anotan el 21 de octubre próximo), la realidad apunta a un proceso bien avanzado que guarda relación directa con el gasto excesivo de los recursos.
Según un estudio de la organización estadounidense Global Footprint Network, este 27 de septiembre marcó el punto exacto en que la humanidad comenzó a vivir un proceso de deuda irreversible con la naturaleza.
En lo adelante la especie humana va a gastar más recursos de los que la naturaleza es capaz de regenerar, balance que hasta hace apenas cuatro días era cubierto, con dificultades y tropiezos, pero solventado al fin. Ya ese límite fue transgredido según el análisis.
¿La peor plaga? Cuál si no: el hombre
Cálculos conservadores permiten aseverar el dato: la humanidad consume en nueve meses lo que la Tierra tarda producir en algo más de 12. Este triste panorama, se relaciona especialmente con el agua, los bosques y los peces.
Porque si nos vamos al renglón de los combustibles fósiles nos damos de narices con otro panorama más sombrío y desolador aún: la humanidad ha gastado casi al límite y en menos de dos siglos los bitúmenes que el planeta demoró en procesar a lo largo de millones de años.
Como resultado, se altera radicalmente el equilibrio medioambiental, que infundía esperanzas al desarrollo de la civilización. Según los analistas, si el ritmo actual de consumo continúa, para satisfacer el apetito de las personas hambrientas en 2030 se necesitaría una segunda Tierra.
Pero no todas las apetencias se sacian de igual modo, como tampoco existen maneras para satisfacerlas de una forma equitativa. Así, los mayores derrochadores de recursos del planeta son los habitantes de Estados Unidos, una de las pocas naciones negadas a firmar el llamado Protocolo de Kyoto vinculado con la sostenibilidad y el equilibrio medioambiental.
Si toda la humanidad comenzara a seguir el estilo de vida norteamericano -casa grande, dos automóviles, un enorme consumo de energía per cápita-, la población mundial necesitaría unos cinco planetas para satisfacer sus necesidades.
Por el contrario, si todo el mundo se controlara, como los habitantes de la India, entonces podríamos vivir con menos de la mitad de los recursos biológicos de nuestra Casa Común. Sin embargo, según los expertos, de un tiempo a la fecha India y China intentan cada vez más vivir al estilo estadounidense, lo cual significa que el consumo per cápita se incrementará.
Dennis Meadows, autor del conocido modelo de límites del crecimiento, advirtió en 1972 que la situación más miserable se dará entre 2030 y 2050. El mundo sufrirá un colapso total de la pesca y una enorme reducción de los bosques, lo que repercutirá en todas las esferas de la vida.
El 16 de diciembre de 2008, en una de sus varias reflexiones sobre el tema, en específico la titulada La injustificable destrucción del medio ambiente, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, termina afirmando y a su vez preguntando: "El medio ambiente hace ya rato que está comprometido. ¿Podrá nuestra especie superar esa barrera?".
Evidentemente existen sobradas razones para preocuparse, sobre todo por el incierto futuro que aguarda a las generaciones que nos continuarán.
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