Portaaviones George H. W. Bush. |
Héctor R. Castillo Toledo
La llegada del portaaviones estadounidense George H. W. Bush a las aguas del Mediterráneo oriental frente a las costas de Siria ha puesto a hervir esa zona, convertida de facto en un polvorín a punto de estallar, en tanto en cuando en maniobra de disuasión ante un eventual zarpazo de las potencias occidentales, Rusia, opuesta junto a China a la reedición en el país árabe de la fórmula ya ensayada contra Libia, mantiene desplegados en esa área desde hace casi una semana a varios buques de guerra de su Flota del Mar Negro.
En los últimos días, a la par que arrecia la campaña mediática enfilada a pretextar el envío contra Damasco de una supuesta misión humanitaria bajo banderas de la ONU, Rusia ha intensificado también sus esfuerzos para defender al presidente Bashar Al-Assad ante las denuncias de las potencias occidentales de que el gobierno sirio está desarrollando una sangrienta represión contra manifestantes opositores, revueltas que la nación del Medio Oriente ha explicado como resultantes de grupos extremistas ingresados al país desde el extranjero para provocar maniobras de desestabilización política.
Cuando Moscú decidió desplegar sus unidades navales frente a Siria en posición disuasiva, Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado, empleó una retórica bastante similar a la usada durante los días previos al decreto de un bloqueo aéreo sobre el cielo libio. Ahora, con nombres y lugares distintos, pero igual propósito, pretextó: “Creemos que el régimen de Al-Assad realiza una campaña de violencia, intimidación y represión contra manifestantes inocentes”.
El "George H. W. Bush", botado al agua en 2008 luego que el entonces presidente, hijo del homenajeado bautizara la mole nuclear de 104 toneladas de desplazamiento estrellando contra su casco una botella de champán, es el décimo de los portaaviones tipo Nimitz con que está dotada la US Navy.
En una de sus reflexiones publicada por aquellos días, titulada Respuesta Hemisférica Yanqui: La IV Flota de intervención, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, al referirse a estos medios apuntó: "Ni un solo país en el mundo posee una nave similar a estas, equipadas todas con sofisticadas armas nucleares, que pueden acercarse a pocas millas de cualquiera de nuestros países. El próximo portaaviones, el USS Gerald Ford, será de nuevo tipo: tecnología Stealth invisible a los radares y armas electromagnéticas. La principal constructora de un tipo u otro es la Northrop Grumman, cuyo actual presidente también forma parte de la Junta Directiva de la petrolera de Estados Unidos Chevron-Texaco. El costo del último Nimitz fue de seis mil millones de dólares, sin incluir aviones, proyectiles y gastos de operación, que pueden ascender también a miles de millones. Parece un cuento de ciencia ficción. Con ese dinero se pudo haber salvado la vida de millones de niños".
Ya en Libia murieron varios cientos, quizás miles de niños, bajo las bombas de la OTAN. La noticia del arribo del portaaviones estadounidense frente a las costas sirias coincide con la circulación de informes oficiales de que una zona de exclusión aérea podría ser impuesta sobre el país, entretanto la embajada de Estados Unidos en Damasco ordena a sus ciudadanos irse “inmediatamente” y la guerrerista Francia de Nicolás Sarkozy va más directo al grano: ha propuesto una intervención militar formal de la OTAN.
De más está decir cuán peligroso resulta que buques de guerra de las dos potencias mundiales maniobren en ritmos dispares en el mismo teatro de operaciones. Si a alguno ya se le olvidó, bueno es refrescar lo cerca que estuvo el mundo de una conflagración nuclear, cuando por un error de interpretación del sonar, el Memphis, un submarino de la armada estadounidense en labores de vigilancia, hundió a su similar ruso Kurks durante el desarrollo de unos ejercicios militares rusos en las gélidas aguas del mar de Barents. De este lamentable episodio apenas se ha escrito o hablado.
Según informa hoy el portal digital Zero Hedge, que publica los registros navieros proporcionados por Stratfor, una compañía de inteligencia global, “la evidencia más irrefutable de que el mundo occidental está a punto de hacer lo impensable e invadir a Siria, y en el interín obligar a Irán a responder, es la actualización semanal (de la mencionada cia.) que reporta que por primera vez en muchos meses el portaaviones CVN 77 George H. W. Bush ha dejado su tradicional teatro de operaciones justo al lado del Estrecho de Ormuz, un crítico punto de control, donde tradicionalmente acompaña al portaaviones Stennis, y se ha estacionado justo al lado de Siria”.
Funcionarios afirman que el grupo de ataque del portaaviones George H. W. Bush está “en camino a casa” luego de ser ubicado en el Medio Oriente durante los últimos cinco meses, pero la fecha específica para el retorno de la nave de guerra no ha sido informada.
Otro informe, este del sitio web Virginian Pilot, señala que el portaaviones “conducirá una serie de operaciones y ayudará a mantener la seguridad marítima”, antes de que regrese a su base.
Por su parte, fuentes europeas citadas por el diario Rai, de Kuwait, sugieren que los países árabes están preparados para imponer una zona de exclusión aérea sobre Siria con la ayuda de aviones caza turcos y apoyo logístico estadounidense. En el lenguaje moderno el término “zona de exclusión aérea” es un eufemismo para una campaña de bombardeo como se observó en Libia.
Aunque Francia ha expresado su oposición a una zona de exclusión aérea, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, se reunió el miércoles en París con el líder del Consejo Nacional Sirio, Burhan Ghalioun, para asegurarle que los poderes de la OTAN están pensando utilizar “tropas internacionales” para “crear una zona segura para los civiles” por medio de “corredores humanitarios o zonas humanitarias”.
De todas, la evidencia más tensionante sobre una inminente operación militar contra Siria la ofrece el ultimatum contenido en un comunicado que circuló este miércoles la embajada de Estados Unidos en Damasco, donde instan a sus ciudadanos a abandonar Siria “inmediatamente mientras esté disponible el transporte comercial”.
Igual de inquietante fue el llamado del canciller de Turquía a sus compatriotas de evitar viajar al país en su regreso desde Arabia Saudita.
Atacar a Siria podría representar una carrera final alrededor de la creación de un pretexto para un ataque sobre Irán por parte de Israel y EEUU. La tesis se sustenta en la promesa formulada por Teherán de que ante una eventual agresión de Occidente contra su aliado acudirá en su defensa.
Mientras China y Rusia se mantienen firmes en su oposición a cualquier acto lesivo contra la soberanía siria, e insisten en que la solución de los supuestos problemas internos le toca a ese país resolverlos, varias encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses se oponen a una intervención militar en Siria, con solo un 12 por ciento a favor de cualquier tipo de acción.
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