La obra reproduce en acero la silueta del rostro del oficial de carpintería Georg Elser / Fotos: DPA |
Un monumento de 17 metros de alto recuerda desde ayer en Berlín al carpintero Georg Elser, quien fuera autor confeso (luego de bárbaras torturas) de un primer atentado fallido contra Adolfo Hitler el 8 de noviembre de 1939.
La escultura, del artista berlinés Ulrich Klages, se impuso en un concurso convocado en 2008 en toda Europa. La obra reproduce en acero la silueta del rostro de Elser, y fue ubicada en la céntrica Wilhelmstrasse, otrora corazón del poder nazi, en la capital alemana.
El homenaje, valorado en 200.000 euros, responde a una iniciativa personal del dramaturgo alemán Rolf Hochhuth, quien asumió su presupuesto después que las autoridades de la ciudad desestimaran el proyecto por excesivamente costoso.
Un hombre sencillo, enemigo de la guerra
Oficial de carpintería que vivía de un mísero salario, Georg Elser planeó el atentado hasta el mínimo detalle. Se preparó durante meses para matar a Adolf Hitler en el Bürgerbräukeller, un enorme salón-restaurante que el sátrapa solía frecuentar en tanto el local, con capacidad para 1.800 personas, era sitio habitual de mítines políticos aderezados con copiosas libaciones de cerveza.
Georg consiguió material explosivo y un detonador, afiló trozos de metal, diseñó una bomba de tiempo y llevó a cabo algunas pruebas en el jardín de su casa paterna. Más tarde, en agosto de 1939, se mudó a Munich, donde comenzó la fase más difícil de su plan.
Georg Elser planeó el atentado hasta el mínimo detalle. |
Así lo hizo durante 30 noches, tiempo que le llevó ahuecar meticulosamente una de las pilastras del restaurante donde colocaría la bomba. Esa era la columna que debía caer para aplastar al tirano.
Adolf Hitler, quien ya se había convertido en el poderoso Führer, visitaba a menudo el local, pero de modo particular todos los 8 de noviembre, vísperas del aniversario de un anterior fallido golpe de Estado (9/11/1923). Allí concurría Hitler con puntualidad para alimentar su enorme ego con los aplausos de un siempre concurrido auditorio de correligionarios del Partido Nacionalsocialista (nazi), delirante por los efluvios etílicos. Georg Elser quería que aquel discurso del 8 de noviembre de 1939 fuese el último.
Impulsor de la guerra, cuya Wehrmacht había invadido Polonia dos meses atrás, Adolf Hitler tenía que morir. Eso es lo que había decidido Elser, un hombre sencillo, nacido en Württemberg, quien se opuso firmemente y desde el comienzo al nacionalsocialismo y temía el estallido de una guerra de dimensiones imprevisibles.
El atentado fracasa
Georg Elser era consciente de que su vida corría enorme peligro, por ello se ocupa de comprobar qué posibilidades tiene de huir atravesando la frontera hacia Suiza por el lago Constanza. Los cálculos le dan un margen para proceder y escapar a la jauría.
Aquella tarde del 8 de noviembre, Elser pone en marcha el mecanismo de relojería y se marcha de Munich. Entretanto, Hitler y sus acompañantes llegan al salón del Bürgerbräukeller, pero el discurso del dictador es más breve que los anteriores. Poco después de las nueve de la noche, Adolf Hitler ya había abandonado el lugar.
Así quedó el escenario donde Hitler, minutos antes del estallido había pronunciado su discurso. |
Tampoco prosperó el plan de fuga del oficial de carpintería, puesto preso bajo sospecha por una patrulla aduanera y entregado a la policía fronteriza. A su detención siguieron los interrogatorios de manos de la Gestapo, en Múnich y Berlín, acompañados de terribles torturas, en los que Elser confiesa los motivos de su plan. No fue sino hasta 1964 que se hallaron las actas completas del interrogatorio a Georg Elser. En especial, se recuerda siempre esta frase del luchador contra el régimen nazi: “Quería evitar la guerra”.
Sin embargo, el atentado dio lugar a malentendidos e interpretaciones diversas. Algunos opositores al régimen fascista pensaban que habían sido los mismos nazis quienes habían organizado el ataque a fin de fortalecer la creencia popular de un Hitler sobrehumano e invulnerable.
Georg Elser estuvo preso en total aislamiento durante seis años, en calidad de “prisionero especial del Führer”, en los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau. Fue asesinado de un tiro en la nuca el 9 de abril de 1945, una veintena de días antes de finalizar la II Guerra Mundial. Durante muchos años, su familia desconoció su destino y tuvo que defenderse de las acusaciones de que el humilde carpintero había sido un instrumento del poder nazi.
Tal fue la campaña de descrédito, que hasta hoy muchas personas dan realce a otro atentado fallido contra el Führer: una conjura militar perpetrada el 20 de julio de 1944 por un grupo de oficiales nazis en torno a Claus
Aunque tardío, el gesto reivindica la figura de este indiscutido héroe de la lucha contra el fascismo. |
Aunque tardío, el gesto hacia la figura de Georg Elser es un acto de desagravio hacia un hombre cuya actuación individual, osada y plagada de riesgos, lo eleva al grado de héroe en la lucha contra el nazismo.
Hoy Alemania cuenta con biografías, películas, un Premio "Georg Elser al coraje civil” y varias calles, plazas y escuelas que llevan su nombre. Desde este 8 de noviembre también se le rinde homenaje con la escultura, muy cerca de la antigua central de poder de los nazis, en la Wilhelmstrasse. Y no muy lejos del lugar en el que el humilde oficial de carpintería fue interrogado por sus torturadores hasta que confesó ser autor del valeroso atentando contra Hitler. (Con aporte de agencias)
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