En las instalaciones militares de Edgewood Arsenal, en Maryland, varios miles de soldados fueron usados en experimentos. |
Su participación va saliendo a la luz a medida que los documentos que detallan en estos ensayos se desclasifican. Algunos de estos jóvenes, veteranos ya, han demandado al Gobierno.
Lo que sucedía en Edgewood era alto secreto. El Proyecto 112, aprobado durante el mandato de John F. Kennedy en plena Guerra Fría que ‘enfrentó’ a EEUU con la Unión Soviética, experimentó en soldados con una amplia variedad de compuestos. Dos documentos desclasificados ahora detallan los ensayos con BZ, un incapacitante, y la droga alucinógena LSD.
El objetivo era comprender los efectos de estos agentes químicos para desarrollar formas de combatirlos, en caso de sufrir un ataque, pero también se analizaba su potencial como arma. Un vídeo obtenido por la ‘CNN’ habla de posibles usos ofensivos de uno de estos compuestos. También hay documentos que describen los tests y otros que se utilizaron como propaganda para reclutar voluntarios.
‘Nada te va a hacer daño’
Este medio estadounidense recoge el testimonio de uno de los soldados que pasó por las instalaciones de Edgewood. Tim Josephs, de 63 años, pasó dos meses allí durante 1968 y fue sometido a varios experimentos con compuestos de los que nunca supo el nombre o la acción.
“A veces era una inyección. Otras veces una pastilla”, ha explicado Josephs a la ‘CNN’. “Muchos de los productos eran llamados agente uno y agente dos”. Cuando el entonces soldado preguntaba acerca de la seguridad de estos ensayos, la respuesta siempre era la misma: “No hay nada aquí que te vaya a hacer daño”.
Según las investigaciones y los documentos disponibles, se usaron compuestos rechazados por las farmacéuticas por sus riesgos y las dosis que se les administraban superaban en ocasiones el umbral de toxicidad -causando incluso algunas muertes-.
Pero las sesiones no siempre fueron inocuas. Según su relato, días después de que terminara su ‘voluntariado’ empezó a experimentar síntomas similares a los del Parkinson, con temblores que le han acompañado toda la vida y que por los que tuvo que recibir tratamiento. Años después, los médicos le diagnosticaron Parkinson.
Armas químicas
Josephs cree que todo es culpa de lo que vivió aquellos dos meses y por eso se ha sumado a la demanda conjunta contra el Departamento de Asuntos de los Veteranos. Creen que el Gobierno debe compensarles y que es su obligación ponerse en contacto con los, al menos, 7.800 soldados que pasaron por Edgewood y comunicarles a qué fueron expuestos exactamente.
“Empezando a principios de la década de los 50, el programa de experimentación con humanos se expandió, planeado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Ejército de EEUU, y organizó y ejecutó una amplia serie de experimentos que implicaban potenciales armas químicas y biológicas”, recoge la denuncia.
Estas pruebas, continúa el texto, “se realizaron sin el consentimiento informado de los sujetos y contraviniendo los estándares legales y los principios de la ley internacional [...] La táctica y estrategia de los acusados ha sido ignorar a las víctimas y retrasar las acciones con la esperanza de que los problemas desaparecieran a medida que las víctimas envejecían y morían”.
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