Wilki Delgado Correa
La IV Cumbre de las Américas que se celebrará en Cartagena, Colombia, no puede tener buenos augurios. Es conocido que estas Cumbres fueron promovidas por los Estados Unidos cuando con el ALCA y otros instrumentos pretendían cumplir el viejo “sueño americano” de apoderarse o de supeditar políticamente a todos los países de América Latina y el Caribe a su hegemonía.
Su más reciente negativa a que participe Cuba en este foro ha demostrado el poder de veto del imperio ante la posible invitación de Colombia como país sede de la IV Cumbre. El propio Presidente Santos ha declarado que no existía consenso, aunque éste se refiriera fundamental o exclusivamente al gobierno de los Estados Unidos.
Sin embargo, la Cumbre se celebrará sin un consenso distinto motivado por la no presencia de Cuba.
El Presidente de Ecuador Rafael Correa ha roto el consenso real para efectuar el evento en estas condiciones y ha expresado que Ecuador no participará en dichas cumbres hasta que Cuba no participe en ellas ni se tengan en cuenta otros intereses de los participantes. Además, durante su desarrollo se debe introducir en el debate una falta de consenso mayor en voz de los mandatarios de los países del ALBA, todos exigiendo la no exclusión de la Isla en este foro internacional.
El Presidente Obama tendrá que escuchar verdades molestas para la política imperial de su país y se verá, seguramente, acorralado ante tantos argumentos latinoamericanos y caribeños. Veremos cuáles serán sus estrategias y con qué sofismas discursivos y condicionamientos pretenderá prolongar y justificar la no participación de Cuba en las cumbres futuras. De que tratará de hacerlo de una u otra forma, nadie lo dude. Quizás intentará que se incluya oficialmente el tema en la agenda de la próxima cumbre. En fin, todo lo posible por retardar una derrota previsible para los Estados Unidos.
También es previsible y justo, que así como sucedió con el ALCA en Mar de Plata, Argentina, por falta de consenso, lo mismo ocurra con las Cumbres de las Américas, en que parte o todos los países integrantes del ALBA se decidan a no asistir más a las mismas si no se toman en consideración sus planteamientos. Cuando la falta de un consenso potencial se convierta en real por un grupo de países, aunque sean minoría, el gobierno de los Estados Unidos tendrá que reconocer que ya, en estos tiempos, la América Latina y el Caribe no son su patio trasero ni obsecuentes convidados de piedra. Y, por otra parte, existen otras cumbres, como las de UNASUR y de CELAC, más vitalmente vinculadas a sus intereses y destinos.
Pero en fin, ya veremos, falta poco para vislumbrar la borrasca o el alba en un sitio definitorio llamado Cartagena, en Colombia. No obstante, interrogantes de por medio, un día llegará en que las cosas tomen mejor camino. No lo dudemos. Es visible en el dilatado horizonte de la realidad futura. (Tomado de Rebelión)
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