El mandatario boliviano propuso universalizar la jurisdicción de dicha comisión. Objetó a que viese el problema de los derechos humanos solo “en algunos países donde el presidente, el gobierno, no comparte las políticas de Estados Unidos”.
En caso de no poder conciliarse una reforma de la CIDH, “mejor que desaparezca”, dijo Morales. “Si queremos que la OEA esté al servicio de América -agregó- debe eliminarse la CIDH y eliminar la llamada Escuela de las Américas”.
Al propio tiempo que fustigó la política hegemónica de EEUU con los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, Morales demandó la refundación de la OEA y la puso en una encrucijada al emplazarla a servir a los pueblos de América o perecer al servicio de Estados Unidos: “Para la OEA hay dos caminos: muere al servicio del Imperio o renace para servir a los pueblos de América”, afirmó en respuesta al llamado del secretario general, José Miguel Insulza, quien había señalado, en el discurso inaugural de la Asamblea, que el organismo hemisférico seguía siendo indispensable para la región.
El primer mandatario indígena en la historia del Nuevo Mundo sugirió a las autoridades de América nacionalizar los recursos naturales, criticó el papel que cumple el Tratado de Integración de Asistencia Recíproca (TIAR) y pidió el retiro de las bases militares que Washington mantiene en la región.
“Para refundar a la OEA, por supuesto planteo la eliminación del Tratado Internacional de Asistencia Recíproca; debe desaparecer, además la Junta Interamericana de Defensa, (también) eliminar la llamada Escuela de las Américas que sobrevive con el nombre de Instituto Hemisférico”, sostuvo.
Al referirse al triste papel que ha desempeñado la OEA a lo largo de todos estos años, el mandatario boliviano fue preciso al señalarla desde su fundación siempre a favor de EEUU: “En tiempos de la Guerra Fría (la OEA) ha servido para intervenir naciones, para encubrir dictaduras militares, hasta para impulsar a las dictaduras, para reprimir y escarmentar a los movimientos sociales que luchan por su liberación, pero fundamentalmente para combatir al socialismo. Por tanto no solamente a los movimientos sociales sino a los partidos políticos de tendencia anticapitalista, antimperialista y anticolonial”, describió en medio de aplausos que interrumpieron repetidas veces su alocución.
“En resumen, la OEA era para perpetuar la economía de EEUU”, remató.
Por su parte, el jefe de la diplomacia de Ecuador, Ricardo Patiño, fue incluso más categórico. “Con los Gobiernos progresistas que hay en América Latina, la OEA no puede seguir así”, sintetizó el canciller. “Está destinada a su desaparición a menos que acepte su reinvención”.
El sistema interamericano y la CIDH sufren una “degradación” también en la opinión del canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, quien habló en nombre de los países de la Alianza Bolivariana. Citó varias pruebas de qué la Comisión se estaba transformando “en un instrumento de la política exterior del Departamento de Estado de Estados Unidos”.
A su vez, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, admitió que el debate sobre el sistema interamericano de derechos humanos será uno de los principales temas en la agenda de la reunión. Al mismo tiempo insistió en un “prestigio bien ganado” por la CIDH desde la época de los regímenes dictatoriales. Por eso pidió a los líderes nacionales que sean cuidadosos ante una posible reforma de esta entidad.
Por parte de Estados Unidos solo se expresó “una gran preocupación” por la reforma planteada por los gobiernos sudamericanos.
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