Héctor R. Castillo Toledo
Pudiera parecer una paradoja, pero aun en medio del despojo descarado y sin sentido, Estados Unidos le hace un favor a Cuba cuando, mediante subterfugios de trasfondo puramente ideológicos, la Corte Suprema de la nación del Norte decidió un tema comercial cual a la larga resulta despojar a la Isla de la marca Havana Club.
De golpe y porrazo, el dictamen que rezuma soberbia imperial, cierra las oportunidades jurídicas que permitían a la empresa Cubaexport defender la propiedad de la marca Havana Club en aquel país, acción que, por demás, deja expedito el camino para, al mejor estilo Francis Drake, despojar definitivamente a la compañía cubana del derecho de mantener la titularidad de una marca registrada desde hace más de 30 años en Estados Unidos.
Quien escribe es suscriptor de la idea de que toda acción enfilada a prohibir determinado asunto, encuentra a la vuelta del camino, agazapado detrás del primer resquicio, ese interés alimentado por el subconsciente de llevar la contraria comunmente denominado morbo.
Dígale a un niño no hagas tal cosa y vire la espalda. Puede provenir el infante de la más educada de las familias, que con seguridad usted se verá precisado a reiterar la negativa.
Se prohíbe comercializar puros cubanos en Estados Unidos, mas no faltan en los humidores de los más encopetados empresarios gringos, que en susurros convidan cuando les visita algún "ilustre" a degustar un habano manufacturado con hojas de Vuelta Abajo: "de los que fumaba Castro", como gustan apostillar hasta en los diálogos de algunas películas.
Sucede entonces que a la bien ganada fama del ron Havana Club, construida a base de calidad, buen gusto, excelente presentación, además del empleo de materias primas y recursos humanos exclusivos de esta tierra, la sanción norteamericana añade la dosis de morbo que implica su prohibición, razón de más para que los empresarios cubanos y franceses continúen cosechando éxitos en la comercialización del ron cubano por todo el mundo, y en los propios EEUU la gente snob lo pague a precio de oro.
Pero "favores" aparte, sirva sobre todo la lección para quienes aún piensan que con la actual administración ha cedido la hostil política de bloqueo contra Cuba. Ni un ápice, "ni un tantico así", como habría respondido el Che a la hipotética pregunta.
Con esta, la más reciente muestra de su inflexibilización, el bloqueo económico muestra ser la punta de lanza, el principio fundamental de la actuación estadounidense contra la Isla, no importa siquiera que esa estrategia se contraponga con los intereses comerciales y económicos legítimos de compañías y empresarios norteamericanos.
Con tal de satisfacer las apetencias de un minúsculo grupo nucleado alrededor de la compañía Bacardí, de abierto y declarado comportamiento contrarrevolucionario, la decisión de la Corte Suprema del país que hace del resguardo de la propiedad privada una religión, ha llegado al colmo de poner en riesgo la protección de alrededor de 6 mil marcas de empresas de esa nación registradas en Cuba.
Pero acá no nos quedaremos de brazos cruzados. Bacardí no podrá comercializar un ron con el nombre de Havana Club, aunque para ello se deba remover cielo y tierra o haya que acudir a cuanto organismo internacional sea necesario. Cuba no cederá ante la infamia de admitir la "solución" de un tema comercial con argumentos que no pasan de ser una mera excusa ideológica para intentar asfixiarnos.
Francis Drake en los tiempos que ahora corren seria un niño de teta al lado de los piratas gringos HDP. Es asi como señala el autor, el morbo alienta. Pero que se jodan. Si se quedan impasibles y se la dejan pasar, pues que paguen tabacos y ron cubanos bien caros.
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