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martes, 13 de noviembre de 2012

A pesar del bloqueo: Educación en Cuba, más allá de un informe

Julio Martínez Molina

Nuestro país ocupa el lugar 16 en el Índice de Desarrollo de la Educación (IDE), entre 120 naciones, de acuerdo con el  Informe de Seguimiento de la Educación Para Todos en el Mundo 2012, presentado en octubre por la UNESCO. Somos el número uno de Latinoamérica y figuramos por arriba de Alemania, Australia, Bélgica, Estados Unidos e Israel, u otros muy ricos.
Según reseñó Cubainformación, al presentar el documento, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) afirmó que “Cuba es el país más adelantado y el que más invierte en educación”. El Informe avala la gran inversión material en educación que realiza el gobierno de la Isla: el 9,3 % de su Producto Interno Bruto, frente al 4,1 % de media en la región, añadió el órgano citado. Pese a ello, los grandes medios internacionales elidieron el tema, censuró el sitio. La receta es sabida: ocultar, silenciar el logro.
No aporta el siguiente contenido el sitio aludido ni tampoco la evaluación de la UNESCO, pero la grandeza de la Educación en Cuba es refrendada en disimilitud de aspectos. Libre, igualitaria, gratuita, de alto nivel cualitativo, no estaría mal repasar cuanto entraña en costos. En términos de Estado, claro, porque ni el estudiante ni sus padres erogan un centavo desde preescolar a la universidad. Por ejemplo, la estancia de un solo niño durante un año en el círculo infantil alcanza los 4 mil 168 pesos. En primaria, 2 mil 711. Llega a 3 mil 054 en secundaria y pre. Ronda los 3 mil 760 en la enseñanza técnico-profesional.
La carrera de Medicina requiere 16 mil 601 pesos anuales por cada alumno para su correcto desarrollo; en sus seis años de duración serán 99 mil 600. Los guarismos de una muy cara como la Estomatología resultan los siguientes: 20 mil 378 pesos en un curso, 101 mil 890 pesos por su lustro de aprendizaje. Por su lado, la Licenciatura en Enfermería demanda, en igual orden, 6 mil 123 (30 mil 615 pesos totales). Y Psicología de la Salud, 8 mil 120 (40 mil 600).
Solventar especialidades técnicas de la Educación Superior también entraña sumas considerables, sobre todo cuando se miden a niveles globales, de país. Pero, comoquiera que lo particular suele dar una buena idea de lo general, grafiquemos con determinadas especialidades. Si no fuese gratuito, un ingeniero informático debería sufragar a su universidad en todos los cursos 4 mil 166 pesos; uno químico, 6 mil 713; uno agrónomo, 7 mil 133; uno industrial, 4 mil 482 y así por el estilo… E igual sucede en las Humanidades. El educando de la carrera de Derecho estaría en necesidad de desembolsar al año 4 mil 089 pesos; el de Lengua Inglesa, 3 mil 972; el de Estudios Socioculturales, 3 mil 565; y el de Historia, 2 mil 909. El país debe invertir al año mil 514 pesos por cada uno de los alumnos de Música pertenecientes a la enseñanza artística; mil 020 por los de Danza y 3 mil 396 por los de Artes Plásticas.
Los seis años en el centro escolar y las áreas de entrenamiento de un pupilo de la EIDE, quien transite las enseñanzas secundaria y preuniversitaria allí, conlleva un saldo de 36 mil 305 pesos. Al año el promedio de gasto de un estudiante-atleta de las Escuelas Nacionales Cerro Pelado y Giraldo Córdova Cardín es de 23 mil 147 pesos. Un practicante de pentatlón moderno en la primera reporta al cierre del período lectivo-deportivo ¡60 mil 775 pesos!. Es la especialidad más cara. El taekwondo (la menos costosa) 3 mil 135.
Estos datos (escogidos en apretada síntesis de un diapasón mucho más abarcador que el espacio no permite reproducir) constituyen botón de muestra del interés del Estado cubano por proporcionar una educación integral, eximida de retribución monetaria alguna a ninguna institución académica.
Por práctica e impostergable decisión, el país abolió de manera paulatina la educación media becada -salvo en casos excepcionales-, puesto que a los millonarios aportes del presupuesto a la Educación no podían continuar sumándole los desaforados costos de tal sistema. Como recuerda Luis Sexto en su artículo Escuelas en el campo: entre cuentas buenas y no tan buenas,  en 2008 la revista Bohemia efectuó una investigación nacional para identificar su monto exacto y la pesquisa resultó infructuosa: “casi imposible de aventurar”, según la mismísima viceministra del ramo entonces. Imaginemos.
La idea fue inteligente no solo en el plano financiero. El Presidente cubano Raúl Castro expresó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular que, amén de aliviar las cargas económicas, la eliminación progresiva de las escuelas en el campo permitiría que los padres participaran más en la formación de sus hijos. Verdad absoluta.
Sabio y necesario también resultó aplicar la variante de trabajo en los organopónicos para los educandos de secundaria y pre, en pos de reducir los desplazamientos masivos a sitios lejanos, con la consiguiente alta repercusión económica de combustible, alimentación, avituallamiento, viajes de padres…
La Educación en Cuba no es perfecta. Carecemos de modernas tecnologías e instrumental práctico para ciertas áreas debido al efecto nefasto del bloqueo estadounidense; hay éxodo profesoral; resta muchísimo por ganar en la formación vocacional; ciertas transformaciones no han tenido a criterio del firmante el éxito pretendido ni la progresión necesaria para su abrupta puesta en marcha… Pero, vista en conjunto y más allá de estas u otras debilidades, no encuentra punto de comparación desde Alaska hasta la Tierra del Fuego.

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