Alberto Buitre*
Washington pretendió intervenir militarmente Irán desde que en 1980 ascendiera el ayatola Ruhola Jomeini al poder de la ahora República Islámica y Estados Unidos rompiera relaciones diplomáticas con Teherán.
Justo aquel desenlace marca el contexto de la película Argo, basada en la llamada Crisis de los Rehenes de 1979 durante las revueltas de la Revolución iraní que retuviera a 66 empleados de la embajada estadounidense en Teherán a lo largo 444 días, con seis de ellos refugiados en casa del embajador canadiense y posteriormente rescatados con la ayuda de Hollywood, según el filme.
Argo ganó el Oscar, y el anuncio fue hecho ni más ni menos que por la primera dama Michelle Obama, en una maniobra que ya fue criticada por el ministro de cultura y guía iraní, Mohamad Huseini, quien acusó a la cinta de Ben Aflleck de ser "anti-iraní" y apoyada "mediante una gran inversión y extensa propaganda para atraer la atención internacional" en contra del país islámico.
De hecho, críticos de cine alrededor del mundo ya adelantaban que debido a su contenido, Argo ganaría la estatuilla por resultar políticamente benéfica a la campaña de la Casa Blanca contra Irán, y por la cual mantiene desde el año pasado una flotilla de portaviones nucleares en el estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico, listos para abrir fuego.
La crisis entre Washington y Teherán se intensificó cuando el presidente George W. Bush extendió las campañas guerreristas en Medio Oriente - Afganistán e Irak-, con diversos objetivos económicos y geopoíticos, uno de los cuales, era cercar con su influencia al gobierno islámico acusándolo de promover investigación y experimentación nuclear con objetivos militares.
Años después y al término (al menos en discurso) de las campañas intervencionistas en Irak y Afganistán, pero abriendo otras como las de Libia y Siria recientemente, la operación"Irán-contra" ha quedado en manos de Israel, la cual trata de convencer a Barack Obama de atacar al gobierno de Mahmud Ahmadineyad con el pretexto de impedir la propagación de armamento de destrucción masiva entre los creyentes de la Guerra Santa islámica contra Estados Unidos, incluyendo Al Qaeda.
Las tensiones ya han cobrado la vida de científicos iranís y el mundo se mantiene en zozobra ante la posibilidad de una tercera guerra mundial de Occidente contra Oriente, en un ambiente similar vivido a lo largo de más de 40 años de Guerra Fría contra la Unión Soviética la cual incluyó también guerra cultural con Hollywood en el frente de batalla.
Y mientras Teherán advierte que realizará películas que contrarresten la "campaña anti-iraní" de Argo, es de recordar que la historia de la politización de los premios de la Academia no es nueva.
Desde los años recientes hasta los años cuarentas, el Oscar a Mejor Película, específicamente, ha servido a objetivos políticos, tratando de influenciar ideológicamente a la audiencia mundial sobre un tema que preocupa a Washington.
Por ejemplo, Crash del año 2004, una película proyectada tres años después de los atentados terroristas a las Torres Gemelas del 2001 y justo en el momento de la reelección de W. Bush, la cual contiene un mensaje de criminalización racial en contra de árabes, hispanos y afrodescendientes, justo en el marco discursivo del poder en el Capitolio que clamaba por cerrar las fronteras estadounidenses por temor al "terrorismo".
O Schindler list de 1994, propagada para imponer el foco moral a favor de Israel, justo en el año de la creación de la Autoridad Nacional Palestina que entonces pasó a gobernar la Franja de Gaza y parte de Cisjordana ante la protesta del movimiento sionista en Estados Unidos.
Y qué decir da la clásica Casablanca de 1944, cuya trama es una exaltación de los aliados frente a los nazis en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y cuyo guión coloca a los fascistas al mismo nivel que ladrones o criminales que frecuentaban el Café de Rick. Curiosamente, la película se proyectó así, incluso antes de que el Ejército Rojo descubriera los campos de concentración de Auschwitz y entonces el mundo conociera los horrores del holocausto.
Se podría afirmar que estos tres ejemplos obtuvieron resultados. George W. Bush se reeligió; Palestina sigue ilegalmente ocupada y el fascismo como Gobierno cayó en Europa. Ojalá que Argo no tenga la misma suerte, por el bien de la humanidad. (Tomado de The Huffington Post)
(*) Bloguero. Cronista proletario. Premio Nacional de Periodismo ONU-DH México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario