Francisco G. Navarro*
La expresión "Fuera de liga" en el argot beisbolero cubano identifica a jugadores extraclase o inmersos en un pico de rendimiento muy elevado; ambas definiciones le vienen como anillo al dedo al inicialista José Dariel "Pito" Abreu.
Con esa flema que los escritores suelen atribuir solo a los ingleses, el slugger de los Elefantes de Cienfuegos lleva tres temporadas de 30 o más jonrones, pero el de rompecercas no el único sello distintivo del "paquidermo mayor".
El diálogo con el pelotero de 26 años confirma que sus 113 kilogramos de peso, repartidos en un metro 90 centímetros de estatura, empacan mucho músculo, pero más sencillez.
Cada vez que Abreu encandila con uno de sus bambinazos a la afición del estadio cienfueguero 5 de Septiembre, 250 kilómetros al sudeste de La Habana, intercambia un beso en la mejilla con el manager Iday Abreu, a la cabeza de la comisión de homenaje.
Pero segundos antes, justo al pisar la goma apuntó el dedo índice al cielo y luego dedica un gesto cómplice hacia Peter, un niño con minusvalía que celebra tras la malla la última hazaña de su héroe de carne y hueso.
Los estacazos de Abreu semejan un hilo que borda la magia en el ambiente beisbolero de Cienfuegos, equipo liebre al final de la primera mitad de la segunda fase de la Liga en la mayor de las Antillas.
DESPAIGNE Y YO: UN
ESPECTÁCULO PARA CUBA
En este punto de la temporada resulta algo difícil que vuelva a redondear las tres decenas de cuadrangulares, pero al propio tiempo su principal contendiente, el recordista Alfredo Despaigne (36 el año anterior) esta vez parece divorciado de su habitual hambre jonronera.
Sobran los ejemplos en el deporte mundial en que las relaciones entre dos estrellas del nivel de Abreu y Despaigne, lidiadores en la misma competencia, están lejos de la cordialidad, pero nada que ver esa ojeriza en el caso del par de sluggers antillanos.
Con Despaigne (un año mayor) coincidí por primera vez en el Mundial Juvenil de Taipei en 2004 y es con quien más afinidad tengo dentro de la nómina de la actual selección cubana de mayores, la cual integro desde mediados de 2009, precisa el toletero.
Hablamos mucho y concluimos que entre ambos estamos dando un espectáculo para el disfrute de toda la afición de Cuba, subraya quien ya inscribió el 79 de su uniforme en la historia de los números clásicos del béisbol en la Isla.
Comenzó a jugar tan temprano en los campeonatos de Cuba, con apenas 15 años, que el tránsito hacia la celebridad se le tornó escabroso, al extremo de que guarda un mal sabor de su segunda
temporada.
Fue un año pésimo en el cual no cumplí con las expectativas, me sacaron de la Serie Nacional y me enviaron de vuelta a los juveniles, recuerda quien en sus inicios se desempeñara de manera irregular entre el jardín derecho y la tercera base.
El arribo de Iday Abreu para tomar la rienda de los Elefantes en la temporada 2008-09 significó una bendición en la carrera deportiva de José Dariel, a quien el manager debutante le indicó el camino: "defiende la primera base y llegarás al equipo Cuba".
Quizá muy pocos sepan que de niño soñó con ser torpedero, pero al parecer la posición de inicialista ya le hacía guiños a su destino, pues le encantaba que su padre lo llevara al estadio Sandino, de la vecina Santa Clara, donde disfrutaba de lo lindo con el juego elástico de Jorge Luis Toca.
Llegó a ver jugar a Omar "El Niño" Linares, considerado el más completo del último medio siglo del juego en Cuba, pero su ídolo era el más grande de los jonroneros, el santiaguero Orestes Kindelán.
Lo que sí nunca pudo imaginar fue verse, en medio de un entrenamiento de la selección absoluta, alumno del profe Kindelán, a quien agradece uno de los mejores consejos técnicos: cómo solventar sus carencias para golpear con efectividad la bola pegada.
BÉISBOL CUBANO NECESITADO
DE PRUEBAS MÁS EXIGENTES
Aunque los ecos del III Clásico Mundial comienzan a apagarse entre el bullicio de las Ligas primaverales en las principales potencias del juego, Abreu accedió a compartir sus impresiones sobre el evento que esta vez otorgó el título del orbe en su nueva versión.
Al bambinazo por el jardín central del Tokio Dome que en el cuarto inning empató a una carrera el partido contra la selección holandesa, a la postre victimaria de Cuba, lo coloca en el sitial de honor de sus grandes batazos (ver vídeo).
¿Contrariado con el resultado final?
"Sí, claro, luchamos mucho por llegar a (la ciudad estadounidense) San Francisco y más cuando te dejan al campo, es algo muy desagradable, todos tuvimos la culpa", asegura como si le diera en la semilla a una recta por el centro del home.
Los jugadores holandeses saben hacer las cosas bien en el momento exacto, retrata el desempeño de los que vistieron la casaca anaranjada en el Clásico.
No creo que la calidad del béisbol cubano actual sea suficiente para ganar una competencia como la más reciente en la arena internacional, para lograrlo tendríamos que jugar fuera como lo hacen la mayoría de los participantes en esta cita, añadió el slugger.
Contamos con peloteros que están listos para competir en otro béisbol, a mí me gustaría probarme en alguno de esos circuitos, respondió a una interrogante.
Respecto al uso de las pesas en el entrenamiento comentó Abreu: ¿Pesas?, las que llevo, algunos hacen más de las necesarias para lucir bonitos; en demasía pueden influenciar (de manera negativa) en algunas acciones del juego.
Y sobre el turno preferido en la alineación: "Menos el primero y el segundo, cualquiera me viene bien".
José Dariel sueña con que el pequeño Dariel Eduardo (dos añitos) siga sus pasos en el diamante. Le recuerda la época cuando sus padres "daban la vida porque yo fuera pelotero".
Este muchacho grande, quien tartamudea su poquito y no teme confesar su timidez, asegura que la fama no es nada importante para él. "Todo lo que soy se lo debo a la sencillez con que me criaron, a mami y a papi, somos (gente) de piso de tierra (muy humildes)".
El diálogo con este amante del fútbol internacional, seguidor del Milán AC italiano entre los clubes, y del sueco Zlatan Ibrahimovic como jugador, podría dilatarse mucho más, pero la cita fue en medio de un doble juego y el terreno ya lo llamaba de nuevo.
Si algún día me voy a vivir fuera de Cienfuegos sería para Cruces -su municipio natal y en cuyo cementerio descansan los restos del mejor beisbolista cubano de todos los tiempos, Martín "El Inmortal" Dihigo-, dice ya de pie.
O mejor aun para Mal Tiempo. Nunca podré olvidar el olor de la molienda y el pito del ingenio, concluye con una referencia al lugar donde nació, creció y bateó las primeras pelotas, una demolida fábrica de azúcar en la cual su padre era mecánico de las máquinas de vapor.
(*) Corresponsal en Cienfuegos de la agencia latinoamericana de noticias Prensa Latina.
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