Hector R. Castillo Toledo
Gran paradoja la que vive Brasil, séptima economía mundial y vitrina de extraordinarios logros durante los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff en materia de crecimiento de su producto interno, disminución de la pobreza y la marginación e inclusión de millones de personas en la educación y la salud. Pues bien, el gigante sudamericano se estremece ahora mismo al compás de multitudinarias protestas, lo que apunta al primero de los contrasentidos.
Según reporta el diario La Jornada, "Las cuentas no coinciden, pero giran entre los que dicen que han sido más de un millón de personas en las calles de todo el país y los que dicen que han sido poco menos. En fin: ha sido la más espectacular (y peligrosa, y contradictoria) manifestación popular de Brasil en los últimos 29 años, desde las formidables marchas exigiendo el retorno de las elecciones libres para presidente, en 1984.
Ni siquiera la movilización para defender la suspensión parlamentaria del corrupto presidente Fernando Collor de Mello, en 1992, logró atraer tanta gente en tantas calles de tantas ciudades en Brasil".
La segunda de las contradicciones tiene que ver con que el escenario de tales manifestaciones sean las calles del país más amante del balón, las fintas y las gambetas, y que sus protagonistas hayan saltado a protestar nada menos que en rechazo al descomunal gasto público generado por las obras donde se celebran los encuentros de la Copa Confederaciones, suerte de ensayo de lo que será el próximo año el Mundial de Fútbol Brasil 2014.
Hay que ponerse en la piel de quienes claman por sus derechos, para entender que esas mismas personas capaces de delirar por un gol ahora sugieran, y con toda la razón asistiéndoles de su parte, que esos fondos se dediquen a la educación, la vivienda y la salud, terrenos donde sigue habiendo grandes carencias.
Si a todo lo anterior usted le suma que pese a los esfuerzos gubernamentales por ponerle coto (ocho ministros han sido removidos de sus cargos por Dilma), la corrupción sigue creciendo en espiral al punto de considerarse ya un mal endémico, pues no cuesta entender que todas esos aderezos se cocían como caldo de cultivo para este estallido insospechado justo a las puertas de la Confederaciones 2013.
Nada, que parodiando la célebre frase, esta fue la Copa que colmó la gota... O más bien la paciencia.
Pelé puso la Tapa
Por su fino sentido de la ironía, quiero añadir al post esta nota del diario argentino Página 12 en su habitual sección Pirulo de Tapa, publicada bajo el título de Poeta.
“Pido a los brasileños que no confundan las cosas. Estamos preparando la Copa del Mundo, vamos a apoyar a la Selección, vamos a olvidar la confusión que reina y vamos a olvidar las protestas”, dijo Pelé, en su acostumbrado tono conservador. Le contestaron Rivaldo y Neymar, entre otros futbolistas, pero fue Romario, diputado federal por Río de Janeiro, el más creativo: “Pelé en silencio es un poeta”, sentenció.
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